—Me niego a usar esa maldita cosa —zanjó Diana por lo que pareció ser la enésima vez, desde su posición sentada en el piso—. Nada de lo que digan o hagan hará que cambie mi postura al respecto.
—Oh, vamos, Prince —resopló la ojiverde—. Creo que solo estás exagerando.
Apenas las palabras dejaron los labios de Lena, Kara y Samantha voltearon a verse con expresiones de alarma, y al mismo tiempo, la ojiverde se cruzó de brazos. Entonces, la chica griega se irguió cuan alta era frente a su mejor amiga de forma imponente -lo que básicamente hizo que Lena echara la cabeza ligeramente hacia atrás para poder mirarla a los ojos- y le dedicó la mirada más indignada en la historia de las miradas indignadas.
—Repite lo que acabas de decir —masculló la chica griega entre dientes.
La ojiverde alzó la barbilla en su conocido gesto altivo, cuadró los hombros y eliminó cualquier tipo de expresión de su rostro. Por su parte, Diana cruzó los brazos a la altura del pecho, entrecerró los ojos y tensó la mandíbula de tal forma que los músculos de esa zona saltaron a la vista ligeramente, casi nítidos debajo de la piel apenas bronceada.
—Parecen Atenea y Afrodita tratando de demostrar quién es la más bella —murmuró Kara en dirección a la corredora, quien sintió de forma distraída.
—Diana es Atenea y es definitivamente la más hermosa —expresó la castaña con convicción, pero la chica ucraniana frunció el entrecejo, en total desacuerdo con la afirmación.
—Lena es Afrodita, y todo mundo sabe que Afrodita fue la Diosa más hermosa del Olimpo —musitó la rubia, y solo entonces Samantha le dedicó una mirada perpleja—. ¿Por qué me miras así?
—¿Acabas de decir que Lena es más guapa, atractiva, hermosa y absolutamente increíble que Diana? —Inquirió la corredora con los puños apretados a los costados.
De repente confundida por la pregunta empleada de forma rápida y con el acento enredoso de la corredora, Kara miró a su novia y a su exesposa -quienes habían dejado de discutir y en su lugar las veían a ella y a Samantha- en busca de ayuda. Lena negó con la cabeza y Diana hizo una mueca, y la rubia honestamente no entendió muy bien lo que la corredora había querido decir, pero de todos modos asintió. Luego de eso todo fue demasiado rápido como para procesarlo de forma correcta.
Samantha se lanzó sobre la chica ucraniana de una manera sorprendentemente rápida y ágil y de forma inmediata trató de impactar sus puños contra el rostro de Kara, quien chilló en ucraniano debido al choque de su cuerpo contra el piso y trató de cubrirse de los golpes.
—¡Samantha! —Chilló la ojiverde, completamente horrorizada.
—¡Amor, no! —También gritó Diana al tiempo que trataba de sujetar a su novia por la cintura—. ¡Basta, Arias!
Samantha luchó contra la chica griega cuando esta logró apartarla de Kara, y forcejeó para tratar de liberarse del agarre férreo de Diana mientras gritaba lo que posiblemente eran insultos en un idioma que ninguna de las otras tres chicas entendía, y mientras la chica griega trataba de retener a una Samantha furiosa, la rubia se arrastró por el suelo lo más lejos que pudo de la castaña y tragó saliva forzosamente.
La corredora no había logrado colocar ningún golpe en su rostro, pero las costillas de Kara resintieron el golpe brusco contra el piso, y sin embargo, cuando Lena se colocó frente a ella mientras Diana sacaba a su novia del aula, su malestar pasó a segundo plano.
—¿Te lastimó? —Cuestionó la ojiverde con preocupación, pero la rubia negó distraídamente, de repente muy interesada en el hecho de que el escote de su novia quedaba en su línea de visión—. Samantha es una salvaje.
Kara volvió a asentir de forma distraída, y cuando se percató de que Lena iba a preguntar algo más, se irguió de forma significativa y encontró los labios de su novia en un beso intenso que hizo que la ojiverde jadeara en su boca y las hormonas de la rubia se pusieran como locas.
Cuando por fin se alejaron habían pasado algunos minutos, y entonces Samantha y Diana volvieron a ingresar al aula, lo que hizo que Kara se tensara en su lugar y Lena le dedicara una mirada llena de reproche a su amiga, pero la corredora simplemente apartó la mirada, sin el más mínimo indicio de arrepentimiento.
—Dejando de lado el altercado, digo que deberíamos ensayar antes de salir a dar el espectáculo —musitó la chica ucraniana antes de ponerse de pie y caminar a un anaquel—. No podemos equivocarnos.
—Por última vez —empezó Diana con los hombros tensos—, no voy a humillarme de este modo. De ninguna manera seré una gladiadora.
—Pero, Diana... —empezó a protestar Lena.
—Dije que no —masculló la chica griega con el entrecejo fruncido—. No voy a actuar como un estúpido bufón que busca entretener romanos imbéciles. Sabes que detesto a los romanos.
La ojiverde se pasó las manos por el rostro en una muestra de frustración, Samantha miró las cosas alrededor del aula de disfraces, y Kara empezó a colocarse la armadura de utilería que debería usar para el espectáculo de Coliseo.
Los viernes de la semana temática en Luthor High siempre eran cambiantes, y ese año -para gran molestia de Diana- se había optado por hacer un viernes de Coliseo con una exhibición de lucha de gladiadoras.
La chica griega casi se tiró de un quinto piso cuando descubrió que la mayoría de los estudiantes la eligieron a ella para representar a una gladiadora, y que lucharía contra Kara, que para variar, se veía encantada con su papel.
—Es que esto es humillante, Lena, ¿por qué no lo entiendes? —Se quejó Diana—. Yo no...
—¿Y si te dejo elegir mi ropa y peinado para la ceremonia de graduación? —Ofreció la ojiverde—. También, puedes tomar prestada cualquier prenda en mi armario siempre y cuando te quede.
Como toda respuesta, la chica griega esbozó una sonrisa y se quitó la chaqueta y los vaqueros hasta quedar en una camiseta sin mangas y shorts de licra, ropa que cubrió con la armadura de utilería no sin dejar salir una que otra queja, y una vez que ella y Kara estuvieron listas, empezaron a coreografiar la pelea.
—¡Sí, Kara! ¡Sigue adelante! —Expresó Lena en un tono tal vez demasiado jadeante cuando su novia aplicó una llave en el cuello de Diana.
—¡Estás casi allí, Prince! —Chilló la corredora sin aliento—. No pares, no pares. ¡Diana!
Desde el piso, envueltas en una maraña de extremidades y algo sudorosas, Kara y Diana exhalaban jadeos y gruñidos ahogados debido al esfuerzo por ganar la maldita cosa. Era una competición amistosa y no querían hacerle daño a la otra, pero ambas tenían su orgullo y no se iban a dejar ganar.
—¡Sí, Kara! —Volvió a decir Lena en un tono quebradizo cuando su novia casi inmovilizó a la chica griega—. Vamos, vamos. Ya casi... solo... ¡sí! —Expresó cuando Diana sucumbió y se dejó caer sobre su espalda, jadeando en busca de aliento.
—¡Nadie va a profanar esta institución mientras yo esté a cargo! —Espetó Lillian luego de irrumpir en el aula con un sonido estruendoso.
Desde el piso, Kara y Diana miraron a la directora con confusión, mientras que Lena y Samantha se quedaron pasmada por un momento, pero luego aguantaron la risa porque algo les decía lo que había pasado por la mente de Lillian al escuchar el lío de jadeos y gruñidos, así como los gritos de aliento.
—¿Disculpa? Estamos ensayando para la lucha de Coliseo —se burló la ojiverde—. ¿Necesitabas algo, madre?
La directora volvió a mirarlas a todas y entrecerró los ojos, luego alzó la barbilla y musitó:
—No pueden culparme por creer que estaban haciendo cosas indebidas. Las conozco —masculló con el entrecejo fruncido, y luego añadió—: Hablaremos en casa, Kieran. Salen en quince —antes de irse.
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𝑺𝒕𝒐𝒍𝒆𝒏 𝒌𝒊𝒔𝒔𝒆𝒔 [𝑺𝒖𝒑𝒆𝒓𝒄𝒐𝒓𝒑]
FanfictionDonde Kara tiene un crush enorme en Lena Luthor, la presidenta del Club de Ajedrez, y busca formas ingeniosas de robarle besos cada vez que se topa con ella. ••• Advierto que el contenido de esta obra puede ser controversial debido al tema en que gi...
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