Ese sábado, Lena y Samantha -acompañadas por sus madres- tuvieron que reunirse en el despacho del padre de Kara para finalmente firmar el acta de divorcio entre las chicas, pero Kara y Diana no habían tenido la misma suerte y tendrían que seguir casadas durante aproximadamente dos semanas más.
La chica griega pasó a recoger a Kara esa mañana, y cuando Alura le abrió la puerta, Diana no pudo abstenerse de comentar algo como "hermosa mañana, suegra, ¿podría decirle a mi esposa que estoy buscándola?" La mujer se cruzó de brazos y alzó una ceja con desaprobación, pero en lugar de disculparse o tropezar con sus palabras, la chica griega sonrió de forma encantadora y extendió un ramo de tulipanes hacia la madre de Kara para luego murmurar "flores para la mejor suegra del mundo" por lo que Alura terminó por reírse antes de tomar el obsequio y fue a llamar a la rubia.
—¿Siempre le agradas a todo mundo? —Cuestionó la chica ucraniana una vez que estuvieron ante la puerta de entrada de la residencia Prince.
Diana permaneció pensativa por un momento mientras jugaba con la llaves de la puerta en su dedo índice, pero antes de que Kara pudiera notarlo, la expresión pensativa de la chica griega se tornó sombría, dejó de jugar con el llavero y, en su lugar, insertó la llave en la cerradura antes de abrir la puerta.
—No lo sé —respondió antes de ingresar al recibidor—. La madre de Samantha no me tolera —murmuró cabizbaja, aunque un segundo después, una expresión presumida apareció en su rostro—. Por suerte para nosotras, esposa mía, tu madre parece encantada de haberme conocido. ¿No es genial? Incluso podríamos pasar las vacaciones de invierno en casa de tus padres —bromeó—. Creo que a mi madre le gustaría tener a los niños en Grecia durante las vacaciones de verano.
La rubia dejó salir un resoplido de risa y Diana se rió entre dientes. Se sintió lista para bromear con aquello del matrimonio una vez que Zor le aseguró que recuperaría su apellido apenas firmaran el acta de divorcio, porque honestamente, al principio tuvo ganas de ahorcar a Kara -y no de la buena manera- cuando se enteró de que le permitió hacer algo tan estúpido como renunciar a su apellido.
—Oh, por cierto, cuidado con mi mascota —murmuró la chica griega antes de dirigirse a la cocina.
La rubia se quedó estática en su lugar al escuchar la mención de una mascota y a su mente llegó a imagen de Masha corriendo tras ella para arrancarle un trozo de pierna por besar a Lena.
Diana era una tipa alta, ágil, firme y decididamente agresiva cuando la ocasión lo ameritaba, y si Lena, siendo un terrón de azúcar -al menos por fuera- era dueña de una enorme pastor belga sedienta de sangre, ¿qué tipo de perro tendría la chica griega? ¿Un gran danés como Samantha? ¿Un doberman? ¿Un rottweiler? ¿Un pitbull? ¡¿Un bulldog?!
Kara se quedó en serio quieta, esperando que una perro de talla enorme y dientes afilados se lanzara encima de ella para morderla, despedazarla y...
—Por favor dime que no te orinaste en los pantalones —murmuró la chica griega una vez de regreso al ver la expresión horrorizada en el rostro de la rubia, sostenía una barra integral en la mano y una mueca de disgusto estaba plasmada en su perfilado rostro—. Oh, Briska, allí estás.
Solo entonces, la chica ucraniana se giró al escuchar el diminuto ladrido de un perro y bajó la mirada. Diana se agachó rápidamente y tomó a la pequeña Chihuahua entre sus brazos y la arrulló contra su pecho antes de dejar un beso en la diminuta cabeza.
Kara hizo una mueca y miró a Briska con expresión confusa.
—¿Sucede algo? —Cuestionó la chica griega.
—Dijiste que tuviera cuidado con tu mascota... —exhaló de forma temblorosa.
—Oh, sí —Diana se rió de forma alegre y volvió a besar la cabeza de su perrita—. Es que no quería que la pisaras.
Kara sonrió y se acercó para acariciar la cabeza de la pequeña Chihuahua, pero cuando sus dedos flotaron sobre el pelaje de Briska, esta empezó a gruñir y ladrar, por lo que la rubia retrajo la mano y en su lugar caminó hacia la sala de estar. La chica griega dejó salir una risa encantada ante la reacción de su hija y la siguió, luego se dejó caer sobre un sofá y colocó a Briska sobre su pecho, donde esta se acurrucó y dormitó en un segundo.
Por su parte, la chica ucraniana tomó un portarretrato donde la señora Prince, un hombre que no conocía y una Diana de apenas unos dos años posaban con sonrisas idénticas para la fotografía. La chica griega miró lo que Kara estaba viendo, y cuando notó la mirada curiosa en el semblante de la rubia, murmuró:
—Es mi padre.
—¿El señor Prince? —Cuestionó, esperando una obvia respuesta afirmativa.
—Uhm, no realmente —respondió Diana—. Él es, digamos, el tipo que puso un espermatozoide en mi madre, me visitó algunas veces cuando vivíamos en Grecia y decidió no darme su apellido porque su esposa lo habría matado.
—Vaya, yo... —Kara balbuceó, sin palabras—. No sé qué decir, Diana. No tenía idea.
La chica griega esbozó una sonrisa amplia y se encogió de hombros mientras acariciaba la cabeza de Briska con la punta de su dedo índice.
—Tranquila, mi amor —bromeó—. Llegarás a conocerme en algún momento. Primero el matrimonio y luego las citas.
Kara se rió ante el comentario de la chica griega, pero antes de que pudiera responder algo, la puerta de entrada se abrió de forma abrupta y por ella ingresaron Lena y Samantha. La corredora sostenía un fólder en alto y había una sonrisa triunfante en su boca.
—¡Por fin soy libre de follar con mi novia, carajo! —Chilló la castaña.
La rubia no pudo evitar murmurar:
—¿Follar con mi esposa, Arias? Ni lo sueñes.
—Vete a la mierda, Kara —masculló la corredora.
Lena se rió y caminó directamente hacia la chica ucraniana, dejó un beso en sus labios y siguió hasta el sofá donde Diana estaba recostada, y luego, cuidando no aplastar a Briska, se lanzó sobre el cuerpo de su amiga, misma que la maldijo en griego y la empujó hasta que la tiró de encima de ella y del sofá.
—¿Qué estaban haciendo, chicas? —Cuestionó la ojiverde aún tirada en la alfombra.
—Estábamos viendo Johnny Sins —respondió la chica griega—. Morning solo, para ser más específicas.
—Estábamos teniendo un poco de sexo, también —comentó Kara, por lo que Diana le dedicó una mirada maliciosa.
Samantha le dio un puñetazo a Kara y Lena le mordió el antebrazo a su mejor amiga en respuesta, lo que las hizo reír.
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𝑺𝒕𝒐𝒍𝒆𝒏 𝒌𝒊𝒔𝒔𝒆𝒔 [𝑺𝒖𝒑𝒆𝒓𝒄𝒐𝒓𝒑]
FanfictionDonde Kara tiene un crush enorme en Lena Luthor, la presidenta del Club de Ajedrez, y busca formas ingeniosas de robarle besos cada vez que se topa con ella. ••• Advierto que el contenido de esta obra puede ser controversial debido al tema en que gi...
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