𝐒𝐞𝐱𝐚𝐠𝐞𝐬𝐢𝐦𝐨 𝐬𝐞𝐩𝐭𝐢𝐦𝐨

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Un par de días más tarde, mientras el padre de Kara trataba de redactar actas de divorcio respecto a los deseos de cada una de las madres de las involucradas, Lillian trababa de mantener Luthor High bajo control y Diana estaba ansiosa por desligarse del apellido El, las chicas caminaron tranquilamente -más o menos- por el corredor en dirección al aula de audiovisuales.

—Hey, Diana —Nia se colocó frente a la chica griega y empezó a caminar hacia atrás para verla a los ojos—. ¿Cómo va tu mañana?

—Eh... bien, supongo —respondió Diana al tiempo que veía a la castaña con curiosidad, de hecho, aminoró el paso para evitar que Nia cayera o algo así por caminar de espaldas—. ¿Sucede algo?

La castaña frente a las cuatro chicas miró a Samantha -que sostenía la mano de su novia- y luego a Kara y Lena, que tenían las manos entrelazadas entre sus cuerpos mientras la ojiverde usaba un suéter de punto que absolutamente pertenecía a la chica ucraniana, pero antes de que alguna pudiera decir algo, Nia se encogió de hombros.

—¿Sabes qué? Olvídalo. Tengan un buen día, chicas.

Diana miró con confusión a la castaña más joven cuando salió prácticamente huyendo del lugar, pero cuando estuvo a punto de hacer algún comentario al respecto hacia sus amigas, Andrea se acercó con pasos apresurados y la tomó por el cuello de la chaqueta que llevaba puesta antes de sacudirla un par de veces.

Samantha soltó el agarre en la mano de su novia y Kara y Lena dieron un par de pasos atrás para mantenerse lejos del comportamiento errático de Andrea, mientras tanto, la chica griega trató de sostener las manos de la quarterback para que la dejara en paz, pero cada vez que Diana lograba sujetar las muñecas de Andrea, la chica la sacudía más fuerte y los dedos de la basquetbolista perdía su agarre.

—¿Es verdad lo que escuché? —Cuestionó la quarterback aún zarandeándola de atrás hacia adelante.

Completamente mareada, la chica griega la empujó por los hombros y se alisó la tela de la chaqueta antes de maldecir en griego y cruzarse de brazos.

—¿Qué escuchaste? —Preguntó Diana.

—¿Es verdad que en Las Vegas...

Antes de que Andrea pudiera seguir adelante con su cuestionamiento, la chica griega la tomó por el cuello de la camiseta y la estampó contra el muro de casilleros antes de cubrirle la boca con una mano. La quarterback se quejó al sentir que el metal de uno de los candados se incrustó en la piel de su espalda y se retorció ante el dolor.

Detrás de ellas, Kara, Lena y Samantha ahogaron un grito debido a lo repentino del movimiento y trataron de quitar a la chica griega de encima de la pobre de Andrea, quien por cierto la veía con los ojos desenfocados a causa del horror -posiblemente casi tuvo un ataque al corazón-.

—Diana, suéltala —urgió la corredora mientras trataba de quitar el brazo de su novia del cuello de la quarterback.

La chica griega no la escuchó, por supuesto.

Diana acercó su rostro al de Andrea de tal forma que sus narices se rozaron y la castaña se encogió -aunque era probable que por el gay panic más que por otra cosa- contra los casilleros a pesar de que el metal de verdad estaba lastimando la piel de su espalda. Los ojos castaños de la chica griega destellaron con un dejo de furia y, antes de quitar su mano de la boca de Andrea, espetó:

—No me casé con Kara y mucho menos renuncié a mi apellido, ¿quién demonios te dijo eso? Voy a patearle el culo y...

La quarterback se quedó boquiabierta y miró a Kara por encima del hombro de Diana, por lo que la rubia miró en otra dirección y se rascó una ceja en un intento de parecer ajena a todo aquello. Por su parte, Samantha le dio un golpe en la cabeza a su novia y se alejó por el pasillo murmurando insultos en español.

—¿Qué? —Andrea exhaló—. ¿Te casaste con Kara y renunciaste a tu apellido en Las Vegas?

—¿Qué? ¡Claro que no! —Chilló Diana con expresión molesta—. ¿Quién te dijo eso? Pfft, es absurdo. No soy imbécil.

—Bueno, yo no estoy del todo de acuerdo con esa afirmación —murmuró Lena.

—Shh, no es el momento, Lena —la rubia la riñó—. Deja en paz a la chica un momento, por Dios.

—De todos modos —balbuceó la chica griega—. ¿Qué ibas a decir de Las Vegas?

—Oh, sí —Andrea pareció volver en sí y parpadeó un par de veces antes de añadir—: ¿Es verdad que viste a Johnny Sins en Las Vegas?

Diana ladeó la cabeza con confusión, Lena ahogó una risa y Kara las miró sin comprender. La quarterback se encogió de hombros cuando la chica griega le dedicó una mirada de incredulidad, y las cuatro se quedaron en silencio.

—¿Quién en Johnny Sins? —Cuestionó la chica ucraniana.

Andrea dejó salir una carcajada estruendosa y Diana se rió entre dientes mientras la ojiverde parpadeaba en dirección a su novia, tratando de averiguar si estaba bromeando o no. Pero Kara parecía preguntar de forma genuina.

—Uhm... Lena, deberías mostrarle a tu novia puritana un vídeo del tipo —comentó Andrea.

—¿Un vídeo? ¿Es cantante? —Volvió a cuestionar la rubia.

La ojiverde dejó salir un suspiro, plantó un beso casto y suave en los labios de su novia y se alejó por el corredor. Andrea la siguió -aún riéndose fuerte- y Diana pasó un brazo por los hombros de la chica ucraniana antes de decir:

—Esposa mía, creo que debemos ponernos al corriente con algunas cosas.

𝑺𝒕𝒐𝒍𝒆𝒏 𝒌𝒊𝒔𝒔𝒆𝒔 [𝑺𝒖𝒑𝒆𝒓𝒄𝒐𝒓𝒑]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora