𝐒𝐞𝐩𝐭𝐮𝐚𝐠𝐞𝐬𝐢𝐦𝐨 𝐬𝐞𝐩𝐭𝐢𝐦𝐨

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El martes durante la clase de alemán antes del receso, Lena sonrió ampliamente al ver el vibrante color rojo con el que estaba escrito el perfecto cien que obtuvo en el examen y se rió ligeramente al leer la pequeña felicitación que la profesora Waldfogel anotó cuidadosamente debajo de la calificación. Sin embargo, cuando alzó la mirada en dirección a su mejor amiga para preguntarle cómo le fue, se encontró con el entrecejo fruncido de Diana dirigido hacia la hoja de su examen, entrecejo que se profundizó cuando miró a la profesora de pie ante ella.

La mujer excepcionalmente joven, en forma, pelirroja y con un rostro altivo y atractivo, tenía el cabello cobrizo atado en un peinado hermético que la hacía ver imponente y se erguía sobre la chica griega, que se veía inusualmente pequeña pero aún así muy molesta, entonces Lena hizo una mueca y miró de forma minuciosa la expresión tensa de su mejor amiga.

—¿Tiene alguna duda respecto a su calificación, señorita Prince? —Cuestionó la profesora con las manos tras la espalda y con una ceja alzada.

La ojiverde casi pudo escuchar el rechinido que hicieron los dientes de Diana cuando apretó la mandíbula, pero se mantuvo en silencio aún si deseaba gritar a causa de la frustración. En ese punto, todos los estudiantes estaban viendo la interacción alumna/profesora y se notaba un ambiente tenso -como cada vez que había un examen-, pero la chica griega cerró los ojos, inhaló profundamente y luego miró fijamente los ojos castaños de la profesora.

—Ningún problema, profesora.

La profesora Waldfogel era posiblemente la única persona que no caía ante el encanto griego de Diana.

La mujer le dedicó una sonrisa burlona a la chica griega y apartó la mirada cuando el sonido de la campana hizo saber que la clase había terminado, por lo que Diana se puso de pie rápidamente, lanzó de forma desordenada sus útiles a su bolso y arrugó la hoja del examen en su mano derecha antes de salir del aula dejando una estela de molestia detrás de ella.

Lena también se apresuró a guardar sus cosas y salió detrás de la chica griega antes de que se perdiera de vista.

—Oye, espérame, Diana "piernas kilométricas" Prince —jadeó la ojiverde al tiempo que con miles de esfuerzo sujetaba la manga de la sudadera de su mejor amiga, quien se detuvo de forma abrupta—. Dame un momento y así puedo hablar sin parecer que alguien me está follando —añadió casi sin aliento, pero en lugar de seguir con la broma, la chica griega tensó su postura y apretó los puños con rabia apenas contenida.

—Maldita clase de alemán de mierda —escupió Diana—. No está calificando mis exámenes de forma justa y tú lo sabes.

Por supuesto que Lena lo sabía. Ella siempre obtenía calificación perfecta y un día la chica griega decidió comprobar sus respuestas solo para encontrar que tenían las mismas, pero mientras la ojiverde había obtenido un cien perfecto y una felicitación personalizada, Diana había conseguido un mísero 75 y una nota que decía "un poco más de esfuerzo nunca viene mal".

La chica griega casi entró en combustión espontánea a causa de la furia cuando ella y Lena compararon todos sus exámenes y todos estaban idénticamente resueltos pero distintamente calificados, e inmediatamente consiguió una institutriz privada para terminar con esa mierda.

Antes de que Lena pudiera decir algo, Kara apareció por el corredor y se unió a ellas con una amplia sonrisa, misma que decayó ligeramente cuando observó la mirada iracunda de la chica griega.

—Eh... ¿debo ser una buena exesposa y preguntar qué sucede? —Cuestionó la rubia antes de tomar la mano de su novia y entrelazar sus dedos.

—Diana obtuvo un ochenta en el examen de alemán que nos aplicó la profesora Waldfogel —explicó la ojiverde vagamente—. Pero solo yo obtengo calificaciones perfectas, así que no entiendo por qué Diana está molesta.

—¡Contraté una maldita institutriz para conseguir el maldito cien que le falta a mi registro, Luthor! —Espetó la chica griega—. Tal vez solo tú consigas un cien en su estúpida clase, pero me confirmaría con un 98 si solo...

—Yo también obtuve un cien en el examen —Kara la interrumpió con una sonrisa orgullosa—. El único en mi clase, por cierto.

—¿Qué demonios? —Masculló Diana—. ¿Cómo lo...

—Oh, es que hablo alemán desde que tenía siete años —explicó la rubia antes de encogerse de hombros—. No es la gran cosa.

—¿Me estás diciendo que hablas ucraniano, inglés y alemán? —Preguntó la ojiverde con evidente asombro—. Por Dios, eres perfectamente digna de una Luthor.

—El ruso es mi primer idioma, en realidad, y también sé algunas cosas de francés —admitió la rubia con torpeza y las mejillas sonrojadas.

Diana arrugó más la hoja de su examen en su mano y lo lanzó con un tiró perfecto hacia el contenedor de basura más cercano mientras Lena seguía viendo a su novia con los ojos brillantes y una sonrisa estúpida.

—Volviendo al tema —comenzó la chica griega, y luego añadió—: para ser así de guapa, la profesora Waldfogel es una perra.

Kara contuvo el aliento, Lena se puso más pálida de lo normal y miró por encima del hombro de Diana, quien parpadeó un par de veces y se giró solo para encontrar a la profesora detrás de ella con la mandíbula elevada en una muestra de altivez y los ojos castaños fijos en los suyos con expresión desafiante.

—Así que una perra —murmuró la mujer.

—En griego, "perra" significa... estricta —se apresuró a decir Diana, pero la chica ucraniana frunció el entrecejo en confusión y la profesora Waldfogel alzó una ceja.

—¿Qué? —Kara miró a la chica griega con expresión confusa—. Creí que estricta en griego era...

Antes de que la rubia pudiera completar la frase, Lena la tomó por el cuello de la camisa y unió sus bocas de forma apresurada, y apenas alejaron sus bocas, la alejó por el corredor mientras la reñía en voz baja.

—Tomé un curso de griego en la universidad y sé perfectamente que "perra" ni siquiera tiene una palabra similar en griego —comentó la profesora una vez que se encontró a solas con Diana, quien frunció el entrecejo.

—Un curso de griego no se compara con el griego nativo de una chica que se crió en Atenas —espetó la chica griega con expresión altiva.

La profesora miró a la joven de arriba abajo y volvió a alzar una ceja, pero se mantuvo en silencio por un momento -evaluando a la basquetbolista- antes de volver a hablar en tono mordaz.

—Nos vemos en detención.

𝑺𝒕𝒐𝒍𝒆𝒏 𝒌𝒊𝒔𝒔𝒆𝒔 [𝑺𝒖𝒑𝒆𝒓𝒄𝒐𝒓𝒑]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora