𝕿𝖗𝖎𝖌𝖊𝖘𝖎𝖒𝖔 𝖘𝖊𝖌𝖚𝖓𝖉𝖔

2.9K 439 102
                                    

El viernes, Lena llegó al instituto con un dolor de cabeza terrible y la garganta dolorida a causa de gritar tanto la noche anterior. Lo peor era que no fue debido a "hacer los gritos felices" con Kara, más bien fue porque en determinado momento empezaron a cantar de forma desafinada con las chicas de la banda, y el resultado fue que al día siguiente estuviera afónica, con sueño y dolor de cabeza.

Kara la había acompañado hasta la reja de su casa a eso de las nueve treinta, pero la conversación se instaló tan fácil que la rubia solo volvió a su casa pasadas las doce, y fue solo porque Lionel salió al patio para ver quiénes estaban hablando de lo más tranquilamente en la acera frente a su casa. Kara se había sonrojado y se alejó de la ojiverde lo más que pudo apenas vio al hombre, pero se relajó un poco cuando este le dio las buenas noches y le recordó que estaba haciendo frío.

No hubo beso porque todo aquello había sido una salida de amigas, pero Lena se enteró de algunas cosas sobre la rubia mientras conversaban en la acera. La primera fue que conocía a Imra casi desde que llegó a la ciudad, y de hecho solo se dieron cuenta de que iban al mismo instituto cuando se toparon en un pasillo. También se enteró de que Kara no compró a Diana para que le ayudara con los besos, Diana se ofreció.

Definitivamente se merecía el tinte violeta.

—¿Bebiste anoche? —Cuestionó la chica griega al tiempo que aparecía en su campo de visión—. Te ves como...

Lena la frenó dándole un empujón molesto que en sí no hizo mucho, y Diana alzó una ceja a modo de cuestionamiento. La ojiverde frunció el entrecejo.

—Así que te ofreciste a ayudar a Kara sin que ella te lo pidiera —espetó—. Maldita traidora.

—Maldita ucraniana chismosa —masculló la chica griega entre dientes—. Bien, lo hice, ¿y sabes qué? No me arrepiento ni siquiera un poco.

—Hija de... ¡mereces que te tiña de violeta! —Chilló la ojiverde.

—Y tú mereces cada maldito golpe de culo que te diste por culpa de Kara.

Lena entreabrió la boca, completamente pasmada y ofendida a partes iguales, y Diana se cruzó de brazos y alzó la barbilla a modo de desafío. Honestamente, dada la complexión física de la chica griega y su estatura elevada, no había mucho que la ojiverde pudiera hacer, por lo que tensó la mandíbula y tomó una respiración profunda.

—De acuerdo, pido tregua —Lena exhaló lentamente y solo entonces Diana relajó su postura—. Necesito tu ayuda.

—No voy a taclear a nadie —se apresuró a decir.

—No era sobre eso.

—Tampoco voy a lanzar a alguien a una piscina.

—En realidad...

—Y no presto dinero —se adelantó—. Me pareció escuchar que anoche le dijiste a Kara que podías comprar tus propias cosas.

—Lo dije porque anoche tenía mi maldita tarjeta conmigo —se quejó la ojiverde—. Estaba tan dormida esta mañana que con costos tomé mi teléfono.

—No es mi problema —Diana alzó ambas manos y luego una sonrisa maliciosa se apoderó de sus labios—. Pero tienes un rostro muy lindo, Luthor, sácale provecho y paga en especie.

—¿Acaso te me estás insinuando? —Lena jadeó con fingido horror, y una mueca de disgusto se instaló en el rostro de la chica griega—. Solo deja que Samantha se entere de esto.

—¿Enterarme de qué? —La voz de la corredora sonó a espaldas de la ojiverde, y al mismo tiempo que esta esbozaba una sonrisa maliciosa, el rostro de Diana palideció—. ¿Estás bien, cariño?

—Enterarte de que Diana...

—¡De que te tengo una sorpresa! —Se apresuró a decir la chica griega. Samantha sonrió ampliamente y se acercó a ella para abrazarla por la cintura—. En That's my pizza, hoy luego de clases.

—Aw, bebé —la castaña besó rápidamente los labios de su novia, y luego le dio una bofetada medianamente fuerte—. ¿Acaso crees que no escuché que te le insinuaste a Lena, Prince?

La ojiverde se burló en voz alta y caminó por el pasillo mientras a sus espaldas Diana trataba de explicarle a su novia cómo había sido en realidad la conversación.

Cuando dobló en la esquina, vio que Kara bebía de un grifo y se permitió mirarla con detenimiento. Vestía vaqueros oscuros y un suéter de punto en color gris, llevaba zapatillas y el cabello suelto, y un par de gafas que hasta entonces Lena no había visto en ella, mismas que la hacían ver más linda de lo que era de por sí, y de repente, sintió unas ganas insanas de besarla.

Se acercó sin titubear y con un objetivo en mente, y apenas la rubia se irguió y se limpió el resto de agua de los labios, la ojiverde se colocó sobre las puntas de sus pies y unió sus bocas con suavidad. Kara inmediatamente acunó su rostro y aún contra su voluntad, Lena se alejó antes de ir más lejos.

—Nada como un beso entre amigas para iniciar un viernes —murmuró casi contra los labios de la rubia, y luego añadió—: Ten un buen día, El.

𝑺𝒕𝒐𝒍𝒆𝒏 𝒌𝒊𝒔𝒔𝒆𝒔 [𝑺𝒖𝒑𝒆𝒓𝒄𝒐𝒓𝒑]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora