𝓠𝓾𝓲𝓷𝓬𝓾𝓪𝓰𝓮𝓼𝓲𝓶𝓸 𝓺𝓾𝓲𝓷𝓽𝓸

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Western High sería la sede del torneo de ajedrez, por lo que ese sábado, el equipo de Luthor High esperó de forma paciente a que la directora apareciera a recogerlos.

El instituto contaba con un uniforme formal que constaba de un traje de tres piezas -ya fuera con falda o pantalones- y corbata, mismo que era utilizado en ocasiones especiales, tales como torneos, entrega de reconocimientos, visitas guiadas a otros institutos o universidades y excursiones culturales, por lo que los cuatro estudiantes estaban vestidos de forma pulcra y su aspecto era prolijo.

O lo sería, de no ser por el hematoma oscuro que resaltaba en el pómulo derecho de Diana y desviaba la atención de cualquiera hacia la piel maltratada.

—Diana... —inició Lena apenas la vio.

—Cierra la puta boca, Luthor —espetó la chica griega antes de colocarse al lado de Querl y tomar una postura rígida.

—Pero...

—Eres una imbécil —gruñó Diana—. Mi madre creyó que me metí en una pelea callejera y me llevó al médico porque sintió horror al pensar que podía tener una hemorragia interna. ¡Le pidió al médico que me vendara todo el cuerpo, idiota! —Espetó.

—¿En serio te...

—Cállate, Querl —zanjó la chica griega, por lo que el chico se aclaró la garganta e hizo lo que se le pidió. Kara formó una mueca pero se mantuvo en silencio y casi inmóvil—. ¿En qué estaba? Ah, sí. ¡Eres una maldita imbécil!

Todos guardaron silencio y mantuvieron posturas rígidas, casi incómodas con hombros tensos y espaldas rectas en la acera mientras esperaban que Lillian llegara y los llevara a Western High para el maldito torneo.

Lena miró a su amiga con cierta reticencia y frunció el entrecejo, obviamente entendía que Diana estuviera molesta por el hematoma porque su rostro era -según ella- su arma mortal y jamás había tenido alguna lesión o un brote de acné, pero la ojiverde llegó para mandar todo eso al carajo y de un día para el otro le estrelló la cabeza contra el pupitre y... bueno.

Pero seguía viéndose atractiva, y con toda la honestidad del mundo, el hematoma le daba un aspecto tenebroso y peligroso que resultaba fascinante. Francamente, sí parecía que había estado en una pelea callejera y había ganado, y eso era sexy.

—El hematoma te da actitud. En serio parece que le rompiste la boca a alguien. Seguro tendrás a un montón de chic... —Lena guardó silencio al percatarse de la mirada homicida en su dirección—. Yo solo decía.

—¿De verdad estuviste en una...

—Cállate, Querl —volvió a decir la chica griega, y un par de segundos después, el Maserati de Lillian se detuvo frente a ellos—. Te odio, Kieran.

Una vez que los estudiantes estuvieron instalados dentro del auto -Diana de copiloto y Querl, Lena y Kara en el asiento trasero- y se abrocharon los cinturones de seguridad, la directora adoptó una expresión de pánico al ver el estado del rostro de Diana y, al mismo tiempo, la ojiverde colocó su cabeza en el hombro de su novia.

—Vaya, Diana, ¿estuviste en una pelea? —Cuestionó Lillian.

Hastiada por la pregunta constante, la chica griega espetó en respuesta.

—Sí.

Cuando la directora emprendió el camino hacia Western High, Kara pasó un brazo sobre los hombros de su novia y la acurrucó contra su torso, pero lo que parecía un abrazo cariñoso y protector, Lena lo tomó como una prueba de voluntad, porque debajo de las capas del uniforme y prácticamente contra su costado reposaba el cuerpo divinamente esculpido de la chica ucraniana y, honestamente, la ojiverde tuvo un problema cuando recreó en su mente la sensación del peso de Kara sobre su cuerpo y la forma en que se quitó el crop top y... mierda.

De repente, Lena recordó la apuesta sobre la foto haciendo topless y deseó no solo ganar el torneo, sino que se le permitiera tocar el cuerpo de su novia y tal vez pasar su lengua por...

—¿Lena? —Murmuró la rubia con expresión preocupada—. ¿Estás bien? Estás tensa.

—Sí, yo solo... —estoy deseando ponerte en mi boca, quiso decir—. La verdad estaba recordando la apuesta que hicimos —admitió en un tono casi inaudible.

La forma en que los iris azules descendieron de forma inmediata hacia sus pechos hizo que la ojiverde supiera que Kara estaba de nuevo en la apuesta, y si el brillo malicioso que inundó su mirada fue una indicación, haría todo lo posible por ganar.

Cuando llegaron a las instalaciones de Western High el ambiente se sintió sombrío, gélido y lleno de murmullos mientras caminaban detrás de la directora en dirección al patio donde se llevaría a cabo el torneo. Querl parecía aburrido, Diana llevaba expresión homicida y Kara y Lena se sujetaban de las manos mientras caminaban una al lado de la otra.

—¿Sabes? Voy a ganarte esta vez —murmuró la rubia una vez que doblaron en una esquina—, y entonces podré verte.

Lena rodó los ojos y dejó salir una risa burlona sin separar sus manos.

—Tu confianza es sexy, pero honestamente, Kara, vas a perder.

La rubia ralentizó el paso y esperó que los demás se adelantaran al doblar otra esquina, por lo que una vez que no estuvieron a la vista, empujó a su novia contra el muro del corredor vacío y la empotró contra el concreto y su cuerpo antes de besarla.

Cuando se separaron, Lena tenía los pómulos enrojecidos -no exactamente por vergüenza- y la chica ucraniana pasó una mano de forma juguetona sobre la costura en la entrepierna de los pantalones del uniforme de su novia antes de alejarse y seguir su camino.

—Ya lo veremos.

Lena tragó saliva de forma forzada ante el torrente de adrenalina que inundó sus sentidos y, mierda, debía ganar esa estupidez de torneo para obtener no solo otro trofeo para la vitrina de Luthor High.

Necesitaba inspiración para hacer manualidades.

𝑺𝒕𝒐𝒍𝒆𝒏 𝒌𝒊𝒔𝒔𝒆𝒔 [𝑺𝒖𝒑𝒆𝒓𝒄𝒐𝒓𝒑]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora