𝕿𝖗𝖎𝖌𝖊𝖘𝖎𝖒𝖔 𝖈𝖚𝖆𝖗𝖙𝖔

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Luego de haber entrenado con Sara durante todo el domingo -después de haberse disculpado reiteradamente por la bofetada sin motivo-, Lena se sentía confiada mientras caminaba por el instituto.

El entrenamiento -más bien conocido como tortura según Lena-, consistió en que la capitana del equipo femenil de lucha le enseñó distintas técnicas para hacer que alguien cayera al piso sin hacer mucho esfuerzo, y si bien todo aquello había sido con una buena intención y sin resentimientos, la colchoneta donde Sara y la ojiverde entrenaron no frenó del todo los golpes de las caídas efectuadas.

De cualquier forma, Lena aprendió cada una de las técnicas y se sentía preparada para todo lo que viniera. Diana, Samantha y Kara definitivamente eran buenas con los tacles desastrosos y que ponían en riesgo el bienestar físico del receptor, pero Lena se había vuelto buena efectuando caídas más elegantes en cuanto a su ejecución.

—Oye, Diana, ¿puedo tener tu atención un momento? —La ojiverde llamó a su amiga con tono cantarín.

La chica griega exhaló, aburrida, y dejó lo que estaba haciendo en el interior de su casillero.

—¿Qué necesitas? —Respondió con expresión casi malhumorada.

—Antes que todo, ¿sucede algo? Tienes una expresión que deja en evidencia que Samantha no te ha dado sexo como en... mucho tiempo —Lena hizo un gesto para señalar el cuerpo de la chica griega de arriba abajo y luego añadió—: Escucha, si esto fue por mi culpa luego de lo que dije sobre que te me estabas insinuando, entonces...

—¿Qué? Lena, no —Diana rodó los ojos y se cruzó de brazos—. Esto no tiene nada que ver con Samantha o nuestra vida sexual, que por cierto no es de tu incumbencia —resopló—. Hoy tengo examen de álgebra y trigonometría, y honestamente me duele demasiado la cabeza como para pensar en todas las malditas fórmulas. Como plus, es mi primera clase y solo estoy... creo que voy a suspender.

—Pero si suspendes la entrenadora va a sancionarte —la ojiverde completó la línea de pensamiento de su amiga e hizo una mueca—. ¿Por qué no hablas con la profesora? Tal vez...

—No, no, está bien. Veré qué sucede y eso —Diana hizo un gesto de desdén y luego dejó salir un suspiro antes de añadir—: De todos modos, ¿necesitas algo?

Lena balbuceó, porque si había llamado la atención de la chica griega fue para poner en práctica una de sus técnicas y saber si funcionaría, pero verla tan preocupada y estresada hizo que decidiera dejarla en paz.

—Solo iba a preguntar cómo estuvo tu fin de semana, pero imagino que no muy bien —la ojiverde hizo una mueca y luego colocó una mano tranquilizadora en el brazo de su amiga—. No dudes en pedirme ayuda si necesitas cualquier cosa, ¿de acuerdo?

—De acuerdo —la chica griega aceptó antes de esbozar una sonrisa tenue—. Ten un lindo día, debo ir a clase.

Lena siguió caminando por el instituto en busca de alguien para comprobar su técnica, pero estaba segura de que cualquiera allí le daría su merecido si los tiraba de la nada, por eso en un principio había pensado en Diana, ella nunca haría algo para vengarse de ella. Al menos no físicamente.

La ojiverde se detuvo cerca de una banca al ver que Kara e Imra estaban conversando de alguna cosa, posiblemente no habían llegado a clase a tiempo o la cancelaron o no la tenían, y convensaban de forma animada. La morena permanecía recostada en el respaldo de una banca y la rubia de pie frente a ella mientras gesticulaba de distintas formas de manera eufórica.

Verla allí la hizo pensar en que debía probar la técnica con ella porque, para empezar, ella fue la razón de buscar alternativas para tirar a alguien, y en segundo lugar, ¿qué era lo peor que podría pasar? Si funcionaba, sería excelente, si no, bien podía fingir que tropezó con ella.

Sin pensarlo mucho, caminó hacia donde las dos chicas se reían y conversaban y, una vez allí, las saludó a ambas con una mano. Imra se puso tensa y se irguió -posiblemente debido a las ocasiones anteriores en que Lena se acercó cuando conversaban-, pero Kara esbozó una sonrisa boba.

—Hey, Lena, estaba contándole a Imra que todo parece apuntar a que Masha me aceptó —las mejillas de la rubia se tiñeron de un adorable color rosa y bajó la mirada tímidamente—. Lo siento, solo me emociona.

—Por supuesto que debe emocionarte, Masha odia casi a todo mundo, justo como yo —Lena se rió entre dientes y, de forma involuntaria, Imra también dejó salir una risa—. Pero bueno, Kara, necesito decirte algo, si eso está bien.

—Oh, yo... eh, digo... sí, por supuesto —la rubia balbuceó con torpeza y luego se aclaró la garganta—. Adelante.

Lena se acercó hasta que sus cuerpos quedaron unidos de forma parcial en sus costados y Kara tragó saliva de forma forzada al sentir el aliento de su crush demasiado cerca de su oído -Imra decidió marcharse en silencio al ver toda esa tensión sexual sin explorar-. La ojiverde llevó la mano derecha hacia los mechones rubios y con la izquierda sujetó la muñeca derecha de la rubia, quien casi jadeó al sentir el contacto delicado.

Sin embargo, en un movimiento rápido y practicado, Lena pasó su pierna derecha alrededor de la izquierda de Kara y tiró al mismo tiempo que tiraba también de su muñeca. Lo siguiente sucedió casi en cámara lenta.

La rubia le dedicó una mirada indignada al percatarse de lo que sucedió y unos segundos después jadeó cuando su espalda golpeó el césped de forma brusca. Al ver que funcionó, Lena casi chilló a causa de la victoria, pero en cambio se colocó a horcajadas sobre las caderas de Kara y se inclinó para dejar un beso rápido en sus labios. Los mechones oscuros acariciaron de forma delicada el rostro de la chica ucraniana, quien suspiró y se relajó ante el contacto.

—A mano —murmuró la ojiverde antes de colocarse de pie y dejar a Kara aún de espaldas en el césped.

𝑺𝒕𝒐𝒍𝒆𝒏 𝒌𝒊𝒔𝒔𝒆𝒔 [𝑺𝒖𝒑𝒆𝒓𝒄𝒐𝒓𝒑]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora