Profesora Elske Waldfogel. ↑
***
Un par de semanas luego del incidente de la fiesta de San Valentín -mismas semanas donde Diana no le dirigió la palabra-, Lena empujó suavemente la puerta del aula de la clase de alemán unos diez minutos antes de la hora de inicio y parpadeó un par de veces para asimilar la escena ante sus ojos.
La profesora Waldfogel estaba sentada en su silla como normalmente hacía, pero la imagen difería en que Samantha estaba sentada en su regazo y Diana permanecía apoyada contra el escritorio, viendo la forma en que su novia acariciaba los hombros de la mujer pelirroja y jugaba con un mechón de cabello suelto.
Lena trató de procesarlo cuidadosamente pero nada tenía sentido porque no entendía el motivo, la razón o la circunstancia por la que Samantha estaba en el regazo de la profesora Waldfogel, en su regazo y con toda seguridad coqueteando, ¡y Diana la estaba viendo!
—Señorita Arias, ya le dije que no voy a ponerle un cien. Por favor, baje de mi regazo ahora mismo o me veré en la necesidad de llamarle a su madre —expresó la mujer en un tono plano y con las manos firmemente en los reposabrazos de su silla—. Señorita Luthor, ¿le importaría ayudarme a disuadir a su amiga?
Ante la mención del apellido de la ojiverde, la corredora dejó el regazo de la profesora rápidamente, Diana alzó la mirada de inmediato y Lena se quedó de pie en la puerta como una estúpida, aún tratando de asimilar lo que acababa de presenciar porque, honestamente, ¿qué demonios?
—Eh... hola, Lena —murmuró la chica griega en dirección a su mejor amiga con una sonrisa tensa—. ¿Cómo estuvo tu fin de semana?
La ojiverde frunció el entrecejo al escuchar el saludo de Diana y caminó de forma dudosa hacia su pupitre, donde tomó asiento de forma relajada -aunque sin dejar de pensar en Samantha sobre el regazo de su profesora de alemán- y dejó su bolso en el piso antes de dirigirle una mirada cautelosa a su mejor amiga.
—¿Ahora nos hablamos, Prince?
—Pues claro —Diana resopló y rodó los ojos antes de caminar a su pupitre al lado del de la ojiverde—. Hemos sido amigas desde hace mucho, ¿por qué dejaríamos de serlo luego de... veinticuatro horas en una celda, un hematoma horrible en las costillas y antecedentes penales? —Masculló con los puños apretados, aunque luego relajó su postura y añadió—: Hemos pasado muchas cosas, y algo me dice que esto no es lo peor que vamos a atravesar.
—Bueno, sí, hemos pasado algunas cosas —aceptó Lena con una risa cantarina—. ¿Recuerdas cuando arrollamos a la señora Rosson en nuestra bicicleta doble?
La chica griega resopló una risa debido al recuerdo y se dejó caer de forma poco elegante en su pupitre.
—Y esa vez que volcamos la canoa de Lex con las motos acuáticas en el lago.
—Oh, y cuando saltamos del techo con una sombrilla porque creímos que podíamos volar como Mary Poppins.
Diana se dobló sobre sí misma debido a la risa y Lena hizo lo mismo, y mientras las dos casi se quedaban sin aliento debido a las carcajadas estruendosas, la profesora Waldfogel miró a Samantha con curiosidad.
—Lo de las sombrillas fue cuando tenían menos de ocho años, ¿verdad?
—No. Fue el año pasado —respondió la castaña sin poder evitar rodar los ojos—. Lena se astilló un brazo y Diana se dislocó el hombro izquierdo.
Kara ingresó al aula cuando faltaban dos minutos para el inicio de la clase, e inmediatamente se acercó para besar los labios de su novia, quien le devolvió el beso con entusiasmo, motivo por el que la profesora Waldfogel carraspeó y la rubia se alejó con las mejillas sonrojadas.
Debían hablar de sus emociones o algo así, pero Lena había olvidado su bolso de bolígrafos en casa y Kara siempre llevaba solo un lápiz en el bolsillo porque juraba no necesitar nada más, Samantha con costos asistía a clases, pero por suerte, Diana era la tipa que siempre llevaba colores, rotuladores, bolígrafos y crayones hasta para regalar, así que la ojiverde se inclinó hacia ella.
—Psst, Diana —llamó en un grito susurrado, por lo que la chica griega dejó de escribir para escucharla, entonces Lena añadió—: ¿Me prestas un bolígrafo?
Como toda respuesta, Diana pateó su bolso en dirección a su mejor amiga y la ojiverde se inclinó para buscar algún lápiz o bolígrafo, lo que encontrara primero, pero lo que encontró primero fue un fajo de billetes de cien sujetos con una liga.
—Eh, ¿Diana? —Cuestionó la ojiverde en un susurro y con expresión confusa—. ¿Por qué tienes un fajo de billetes? ¿Acaso eres dealer?
—¿Qué demonios, Kieran? —La chica griega respondió en el mismo tono y miró a su mejor amiga con disgusto—. ¿Te parece que quien comprara drogas pagaría con billetes de cien?
—No lo sé, Prince. Yo no compro narcóticos.
—Y yo no los vendo, idiota. Solo tengo una mejor amiga inoportuna, lo que significa que nunca se sabe cuándo invitará a muchas personas al cine y dirá que pago yo —Diana resopló—. Ah, y tengo una novia con gustos excéntricos que me gusta atender, también.
—Prince y Luthor, guarden silencio —espetó la profesora sin dejar de leer su libro.
En lugar de escucharla, Lena bajó más la voz.
—Eso del cine solo sucedió una vez —replicó con toda la indignación que pudo reunir.
—Oh, ¿y las salidas a comer? —Contraatacó la chica griega.
—¡Eso no...
—Luthor y Prince tienen detención luego de clases —exclamó la profesora Waldfogel con voz autoritaria—. Guarden silencio o voy a suspenderlas de mi clase.
Las dos mencionadas fruncieron el entrecejo y Diana le arrebató su bolígrafo a Lena a modo de venganza, lo que hizo que la ojiverde resoplara y se cruzara de brazos, completamente ofendida y molesta.
—Profesora, ¿también puedo tener detención? —Cuestionó Samantha.
—No, Arias. Usted no está comportándose mal.
Como toda respuesta, la castaña tocó el hombro de Kara para llamar su atención, y una vez que la rubia la miró con curiosidad, Samantha le dio una bofetada que dejó una marca roja en su rostro, y como respuesta, la chica ucraniana tomó los bordes del pupitre de la corredora y lo levantó, de modo que Samantha cayó al piso con un ruido sordo.
—¡Basta! —Espetó la profesora con expresión determinada—. Ustedes cuatro, fuera de mi clase.
Samantha se quejó desde el piso y Diana miró a su novia con expresión horrorizada.
—Pero yo no hice nada —Kara protestó—. ¡Ella me pegó!
—¡Fuera! —Zanjó la mujer pelirroja, lo que obligó a las cuatro chicas a salir del aula.
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𝑺𝒕𝒐𝒍𝒆𝒏 𝒌𝒊𝒔𝒔𝒆𝒔 [𝑺𝒖𝒑𝒆𝒓𝒄𝒐𝒓𝒑]
FanfictionDonde Kara tiene un crush enorme en Lena Luthor, la presidenta del Club de Ajedrez, y busca formas ingeniosas de robarle besos cada vez que se topa con ella. ••• Advierto que el contenido de esta obra puede ser controversial debido al tema en que gi...
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