𝓢𝓮𝔁𝓪𝓰𝓮𝓼𝓲𝓶𝓸 𝓹𝓻𝓲𝓶𝓮𝓻𝓸 +

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Durante la noche, luego de dejar en paz a Diana en su habitación y encontrar que Samantha salió del loft sin decirle a nadie, Lena compartió la cena con su novia en la cocina sin mucha conversación porque estaba demasiado preocupada por sus amigas como para pensar en algún tema interesante para hablar.

Afortunadamente, Kara pareció entender que estaba demasiado perdida en sus pensamientos y se mantuvo en silencio mientras comían pizza y algunos guisos de comida china. De hecho, la ojiverde pudo notar que su novia estaba incluso un poco distante y retraída, pero no quiso molestarla.

Así que recogieron las cosas en silencio, limpiaron la cocina y volvieron a la habitación, donde Kara tomó asiento en un pequeño sofá acolchado con expresión ansiosa y Lena se dejó caer sobre su espalda en el colchón para ver el techo y seguir pensando.

Estaba dividida entre sus dos amigas, y si bien no tenía pensado tomar un bando o apoyar a una a pesar de todo, la ojiverde tuvo que admitir que posiblemente Samantha se sentía en desventaja porque ella y Diana se conocieron mucho antes de que Lena empezara a hablar con la corredora, pero la ojiverde estaba lejos de ser de las personas que tomaban un bando durante una discusión.

Ella era una chica que sabía mantenerse neutral, maldita sea, y como la chica neutral y objetiva que era, iba a analizar la versión de Samantha antes de saltar a conclusiones apresuradas y joderlo todo.

Le constaba lo enamoradas que estaban ese par de estúpidas, y definitivamente les daría un empujón si era necesario, porque solo habían pasado un par de horas y se veían miserables, ¿qué sería de ellas dentro de un par de días?

Debía...

—¿Lena? —El tono dudoso en que la rubia dijo su nombre captó la atención de Lena de forma inmediata—. Necesitamos hablar.

Mierda.

—¿Vas a romper conmigo? —A pesar del tono inflexible en la voz de la ojiverde, su corazón empezó a latir demasiado rápido y se preparó para lo peor porque nada bueno seguía luego de esas horribles palabras—. Porque si es así, estás perdiéndote a la chica irlandesa más sexy del maldito universo, Kara Lyaksandra El. Además, estoy harta de las posibles rupturas estos días.

—¿Qué? ¡No! —El horror en la voz de la chica ucraniana casi hizo reír a Lena. Casi—. En primer lugar, sería una completa imbécil si decidiera dejarte, y en segundo lugar, ¿por qué sabes mi segundo nombre?

—Oh, uhm... ¿internet? —Ofreció la ojiverde con una sonrisa tensa, pero la expresión de sospecha en el rostro de Kara la puso nerviosa, por lo que rápidamente añadió—: ¡Eso no importa! Dime de qué debemos hablar y por qué demonios quieres romper conmigo.

—No voy a romper contigo —la rubia rodó los ojos con fastidio y se puso de pie. Por su parte, Lena se incorporó en el colchón para quedar en una posición sentada—. No vas a deshacerte de mí tan fácilmente.

—Bueno, en realidad espero que eso sea cierto —admitió la ojiverde con una sonrisa boba—. Pero antes de que nos desviemos de nuevo, ¿vas a decirme qué sucede?

Una expresión tímida arribó al rostro de la chica ucraniana y al mismo tiempo jugó con sus dedos de forma ansiosa, y se veía absolutamente tierna haciendo eso, pero Lena estaba segura de que estaba demasiado nerviosa y se sentía fuera de lugar, por lo que se puso de pie y caminó hasta que estuvieron frente a frente, luego la abrazó por los hombros y unió sus bocas en un beso casto que Kara no respondió del todo.

—Puedes decirme cualquier cosa, Kara. De verdad.

—Es solo que... últimamente estás muy distante, Lee —murmuró la rubia viendo los iris verdes con detenimiento para captar cualquier tipo de cambio en el estado anímico de su novia—. Quiero decir que ya no me... ya no me empujas contra muros para besarme de forma brusca, y tampoco me llevas a lugares alejados para... ya sabes, tocarnos un poco por debajo de la ropa.

—Kara...

—Y yo solo me preguntaba si ya no te intereso de esa forma, porque siento que has estado alejándote de mí y... no sé por qué. Creí que todo iba bien, y supongo que lo que estoy tratando de preguntar es si... ya sabes —Kara hizo un gesto breve entre ambas cuando la ojiverde liberó su cuello y exhaló un suspiro—, ¿ya no quieres tener sexo conmigo? Lo entiendo completamente, de verdad, no pienso obligarte a...

—Kara, demonios —Lena se frotó los párpados con fuerza y dejó salir un risa escueta—. ¡Tuve un maldito sueño erótico contigo durante una clase! ¿Crees que no estoy interesada en tener sexo contigo? —Cuestionó con incredulidad—. He estado tratando de mantener mis hormonas bajo control porque asumí que no querías estar conmigo de esa forma, y ya perdí la cuenta de las veces que tuve que hacerme cargo de mí misma luego de alguna sesión de besos. Lo que estoy tratando de decir es que quise darte tu espacio porque no quiero que creas que solo quiero sexo. No me gustaría que creas que estoy contigo por algo meramente físico, solo pensé en ser una dama y esperar que estuvieras lista.

—Pero hace un rato te dije que estaba lista y solo me diste un beso y saliste de aquí antes de que tratara de hacer un movimiento —Kara dejó salir un suspiro lleno de pesar—. Estoy lista para ti si tú lo estás.

En lugar de responder, Lena unió sus bocas en un beso voraz que le robó el aliento y se aferró a los hombros de su novia con fuerza para girarla y empujarla sobre el colchón y que cayera de espaldas.

Una vez que la rubia estuvo tendida sobre la cama, la ojiverde rápidamente se quitó la camiseta que llevaba puesta y bajó los tirantes de su sujetador antes de trepar por el cuerpo de Kara y colocarse a horcajadas sobre sus caderas. La chica ucraniana se incorporó rápidamente y empezó a besarle un costado del cuello, por lo que Lena jadeó y empujó sus caderas hacia abajo en busca de fricción, pero se detuvo en su posición cuando las manos de su novia encontraron el broche de su sujetador en su espalda, y jadeó al sentir la caricia que la rubia dejó en su piel antes de soltarlo.

—Lena, te quiero —admitió Kara antes de quitarle el sujetador en un movimiento suave y lanzarlo a un lado de la cama—. Lo sabes, ¿verdad? —Cuestionó sin dejar de ver los iris verdes.

Lena asintió una sola vez y esbozó una sonrisa maliciosa antes de empujar los hombros de la rubia de regreso al colchón y murmurar:

—¿Por qué no me dejas mostrarte lo mucho que te quiero?

𝑺𝒕𝒐𝒍𝒆𝒏 𝒌𝒊𝒔𝒔𝒆𝒔 [𝑺𝒖𝒑𝒆𝒓𝒄𝒐𝒓𝒑]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora