Especial: Ser una madre

9.5K 1.2K 181
                                    

La pelirroja se encontraba paseando por el campo de entrenamiento de los caballeros, como todas las mañanas desde que había llegado a aquel lugar.

Los caballeros solían bajar la mirada ante ella, algunos le miraban con admiración y otros estaban más que avergonzados.

La concubina favorita del Emperador... la princesa de aquel Imperio de otro continente cruzando el mar. La princesa del Imperio Soliel y aquella mujer que había derrotado incluso al más hábil caballero.

Roux resopló con fastidio mientras sujetaba con firmeza una de las espadas que le habían regalado. La hoja estaba lo suficiente afilada como para rasgar la tela con un simple roce.

Ella frunció el ceño mientras veía aquel muñeco de entranmiento especial para ella. Con un movimiento de su muñeca, la cabeza de aquel muñeco cayó.

Roux apretó con más fuerza el mango de la espada. Sentía que podía salirse de sus manos si no lo apretaba lo suficientemente bien.

-    ¡Pero si es la concubina del emperador!

Una fastidiosa voz llegó a sus oídos, un hombre de cabello y ojos oscuros se acercaba a ella acompañado de un pequeño.

Los ojos oscuros del niño le miraron con un profundo odio.

Roux desvió su mirada, había recibido ese tipo de miradas de muchas personas, pero no esperaba recibirlo de un niño.

Roux sonrió com burla, lo que hizo enojar a aquel niño que aferró su puño al adulto.

-    ¿Qué tal un duelo?—preguntó aquel hombre acercándose a ella—si gano, podré tenerte en mi cama...

Roux sintió su estómago revolverse cuando aquel hombre dijo aquello. Ella, aún si era una "simple" concubina del Emperador Osis, jamás había sido tratada sin respeto.

Roux se aferró al mango de su espada a tal punto que su piel, que era tan blanca y pálida, comenzaba a ponerse roja.

-    Acepto el duelo

El pequeño se sentó a un lado mientras observaba aquel duelo.

Las espadas comenzaron a chocar entre sí produciendo sonidos metalicos que se escuchaban por el campo de entrenamiento, poco a poco los caballeros comenzaron a acercarse para observar.

Algunos caballeros comenzaron a reírse, otros mostraban un rostro de preocupación y unos pocos murmuraban entre sí.

-    Si el Emperador se entera...

-    Lady Roux solo está jugando...

-    Deberíamos detener el encuentro...

De un momento a otro, una de las espadas salió volando y se escuchó un golpe.

Los caballeros observaron al hombre de cabello oscuro en el suelo con la pelirroja de pie apuntando su espada directamente hacia su cuello.

-    ¡Tío!

El pequeño niño se había puesto de pie, pero solo fue detenido por el grupo de caballeros cercanos a él.

-    No vaya, príncipe

Pero él observaba temeroso a aquella mujer de cabello de fuego y ojos tan fríos como el hielo.

-    ¡Oye, oye, oye!—aquella mujer se reía con malicia—¡Vamos! ¡Muestra tu mejor cara al enfrentar a la muerte! ¿Por qué no juegas conmigo?

Reencarné como la hermana de un idiotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora