Capítulo 38: La lección de las flores

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Mis clases con el tío Iván habían progresado al punto en que prácticamente hablaba el idioma con perfección. Los sirvientes del Imperio Oriental eran quienes se hacían cargo de mi. En un principio se les había hecho extraño, dado que ellos comían después o antes (si tenían suerte) de que la familia imperial lo hiciese, pero dado a que en Soliel era distinto, ellos no podían estar más felices.

Y con respecto a los nobles de Foret...

Mi tío decidió dejar a los niños con vida, pero torturó y mató a aquellos adultos que habían participado en la rebelión.

Resulta ser que la hija del duque Chordata, Vivien, había conversado con mi tío durante el baile. Ella quería deshacerse de su padre y el resto de aquellos nobles. ¿Por qué? Ella se había enamorado de un plebeyo, ella estaba dispuesta a renunciar a todo por estar con él.

Y... su padre lo asesinó frente a ella.

Vivien había sido la prometida del príncipe de Foret, aquel a quien volvieron inestable y que mi madre ejecutó. El duque Chordata intentó hacer que su hija se volviese la prometida de mi tío, Marcel. Quería hacer que el nieto que tuviese fuese el heredero del Imperio, planeaba asesinar a toda la familia Imperial para ello.

Pero no contaba con que su propia hija le vendería. Ella vengó a su amado al entregar la evidencia de rebelión de su padre y el resto de nobles. Ella estuvo ahí el día de su ejecución y... sus palabras realmente me hicieron sentir orgullosa.

- ¿Padre? No, tú no eres mi padre. Eres el maldito que donó su semilla a mi madre. Todos ustedes, pequeños gusanos, merecen más que la muerte. Sin embargo, su Majestad, el Emperador, en su completa generosidad y misericordia ha decidido darles una muerta rápida. Deberían estar agradecidos. Ustedes que aplaudían algo tan bajo como lo sucedido a la princesa Lyria. Merecían el mismo castigo que los agresores de la princesa recibieron. El Emperador Roux era maravillosa, ella merece la gloria. Ustedes se pueden pudrir en la tierra mientras son devorados por gusanos. ¡Larga vida al Emperador Marcel! ¡Larga vida al Sol y a las estrellas del Imperio! ¡Gloria eterna al Emperador Roux! Y... muerte a la escoria.

Ella obtuvo su venganza, y aún así rompió a llorar. Obtuvo su venganza, logró hacer que sangre corriese... pero eso no le devolvió a su amado.

Al menos, ella pudo conservar el título de Duque, y cuidar de los siervos del ducado.



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Mi cumpleaños se acercaba. Y la tía Floria me observaba cada día para ver si comenzaba a tener alguna señal de poseer magia como el resto de ellos.

Sin embargo... nada. No tenía ninguna señal de estar por despertar alguna habilidad con magia por más débil que fuese.

Mi tía Floria, finalmente, dejó de presionarme en ese aspecto y  comenzó a abrazarme más y decir cuanto me amaba.

Al final me acostumbre al horario y a despertar temprano. El tío Bastian me llevaba a entrenar con él junto a sir Erdem y al tío Elijah. El tío Mark solía quejarse diciendo que él también quería entrenar conmigo mientras mis tías (Floria, Ciel y Francesca) lo arrastraban de vuelta a la oficina para que volviese a trabajar como el Emperador.

Pensaba en papá. Me preguntaba si él se esforzaba tanto para tener tiempo para mi. Quería pensar que la Emperatriz le ayudaba un poco, pero el tío Mark no tenía a nadie que le ayudase con el papel de Emperatriz. Él estaba solo con sus hermanas y hermanos turnándose para ayudarlo.

Reencarné como la hermana de un idiotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora