Capítulo 75: El Príncipe del Norte (2)

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Mi padre aún no estaba sentado en su asiento así que procedí a arrodillarme ante él.

- No—soltó mi padre

Sabía que no sería fácil. Él ya sabía lo que pediría incluso antes de siquiera preguntárselo.

- Padre, por favor—supliqué aún arrodillada estando a su lado

- No—repitió mi padre—no irás... si alguien debe de ir para representar al Oriente entonces iré yo.

- Padre, usted está enfermo—solté poniéndome de pie mientras tomaba su mano—has estado enfermo durante los últimos meses, estoy preocupada por ti. Tú no puede ir, eres el Emperador.

- Entonces Sovieshu...—comenzó mi padre

- Sovieshu no puede ir—suspiré mientras lo interrumpía—para empezar Sovieshu es muy débil comparado conmigo—reí—ni siquiera puede sostener una espada como se debe. Y...—suspiré—él es tu heredero...

- ¿Cómo puedo tener un heredero tan débil?—soltó mi padre— si es débil no debería ser mi heredero...

- Papá—suspiré—ya hemos tenido esta conversación, Sovieshu es su heredero, y yo soy heredera de tu heredero... mientras Sovieshu no tenga hijos, yo seré la siguiente en la línea al trono. Nos estamos desviando del tema—negué con la cabeza—yo iré en representación al Imperio Oriental. No hay necesidad de que nadie más se involucre...

- Pero hija...—siguió mi padre

- Pero nada—sonreí mientras tomaba su mano y la ponía en mi mejilla—confía en mi, ¿si? Estaré bien. Mis tíos y yo regresaremos victoriosos en cinco días. Haz un banquete para celebrar. Uno enorme con mi comida favorita... ¡Y dulces!

- Mi pequeña... me alegra saber que no importa cuanto crezcas seguirán gustándote los dulces—sonrió mi padre mientras acariciaba mi mejilla

- Aún me gustan los dulces... y las tartas de fruta—dije con suavidad—los chocolates y las cosas lindas... sigo siendo tu pequeña, papá.

- Y precisamente porque eres mi pequeña no es mi deseo que vayas a la guerra—suspiró mi padre dándome una mirada llena de preocupación

- Sabes que puedo, papá. Soy tu pequeña, pero soy muy fuerte también—susurré—aunque... me gustaría hablar de lo que creo que realmente sucedió

Sonrei. Una sonrisa que no era del toda sincera, más bien una de esas sonrisas que prometen diversión a costa de alguien más.

Por supuesto, ya era hora de la primera fase de mi plan de venganza en contra de mi querida y dulce madrastra... esperaba que no creyese que me había olvidado de ella. Claro, que aunque la venganza contra ella tomaría tiempo, sería muy satisfactorio cuando llegase el momento.





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Llegar a la casa de Cristal y ver a mi querido tío Elijah limpiando su espada era algo que no se podía ver todos los días.

- ¡Mi querida sobrina!—saludó mi tío dejando su espada en la mesa

- Tío—sonreí viéndole caminar hacia mi

- ¿Cómo estás?—pregunto tío Elijah mientras comenzaba a examinar mi rostro y luego checar mis manos en busca de heridas

- Estoy bien, ninguna herida en mi cuerpo si eso es lo que estás buscando—suspiré con cansancio, aún con una sonrisa en mi rostro al verlo

Reencarné como la hermana de un idiotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora