Capitulo 7: Una verdadera princesa

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Cuando abrí mis ojos no sabía dónde estaba. Aún tenía miedo. Todo era oscuro.

Comencé a llorar.

-    ¡Princesa!

Escuché una voz desconocida para mi y me callé de inmediato. Tenía miedo. No quería morir. Si finjo estar muerta otra vez...

-    ¿Princesa?

Era una mujer joven. Era bonita... no comparada a la belleza de mi madre. No... nadie de este país se podía comparar a mi madre. El cabello rojo cerezo relucía cada vez que ella bailaba en el sol, su piel había sido tan blanca que me preocupaba debido a que creía que estaba enferma.

-    Mamá...

Comencé a llorar...

¿Dónde estoy? ¿Mi madre? ¿Ella está viva? Su herida... tanta sangre...

-    ¿Princesa? ¡Oh, Dios! ¡El Emperador se pondrá furioso!—la mujer parecía estar asustada con tan solo verme llorar

La mujer se acercó a mi tomándome en sus brazos mientras trataba de calmarme hasta que la puerta se abrió de golpe asustando a ambas haciendo que yo cerrara los ojos.

-    ¿Thania? ¿Qué le sucedió a la princesa?

Cuando abrí los ojos, el Emperador estaba ante mi. Él lucia cansado, pero cuando su mirada cayó en mi me dio una pequeña sonrisa.

-    ¡papa!

Extendí mis brazos hacia él. El Emperador sonrió aún más mientras me tomaba en sus brazos.

-    Lo siento tanto, Thania... no pude protegerte a ti ni a tu madre. Tu madre ya no está, pero juro que te protegeré.

Entonces... mi madre realmente había muerto. Tenía mis esperanzas, aún si en el fondo sabía perfectamente que ella ya no estaba aún quería mantener mis esperanzas.

-    La princesa vendrá conmigo—habló el Emperador a aquella mujer—ve con la condesa Sophia y ayúdala en lo que te pida...

-    Si, su majestad, el Emperador—murmuró aquella mujer y se alejó de inmediato

Mi padre me llevaba con delicadeza en sus brazos, me sentí protegida estando con él. Recordé a mi madre decirme que debía de confiar en él para mi protección.

Cuando llegamos, estábamos en una gran sala. La sala tenía dos asientos, que supuse que era para el Emperador y la Emperatriz, pero la Emperatriz no estaba sentada ahí.

Cuando mi padre se sentó en su asiento, pude ver hacia abajo donde se encontraba aquel hombre que había asesinado a mi madre.

Sentí ira fluyendo dentro de mi. De haber tendido la edad suficiente podría haberle gritado y maldecido con todas mis fuerzas. No... aún si no entienden...

-    ¡Malo!—grité sabiendo qué tal vez no entenderían lo que trataba de decir mientras apuntaba con uno de mis dedos a aquella persona

Tenía un año de edad, tal vez un poco más. Sabía que a mi edad muy pocas personas me pondrían atención con lo que podía decir, pero debía de confiar en mi padre. Debía de confiar en el Emperador.

-    Lo sé—habló el Emperador con calma

-    ¡Su Majestad! ¡No puede confiar en la palabra de un bebé!—habló aquel hombre luciendo desesperado

-    Por supuesto que no—sonrió el Emperador—muchos cuestionarían eso... pero... Roux escribió tu nombre antes, y es muy curioso que estés herido. ¿No lo cree así, Marqués Thayer?

-    ¡Su Majestad, no puede...!

-    ¡Silencio, Emperatriz!—grito mi padre viendo a aquella mujer a lado del asesino de mi madre—¿De verdad cree que no sabía de su absurdo plan?

-    Ella cometió traición al decidir irse—habló la Emperatriz

-    Roux no podía irse muy lejos aún así—rió el Emperador—ella lo había intentado antes, eso jamás me pondría furioso contra ella... jamás la acusaría de traición. Además, ella no pertenece a este país. Fui yo quien la ató aquí... Perdonaré la vida de tu hijo bajo una sola condición, mi hija será adoptada por ti y reconocida como una princesa.

-    ¡Jamás!—grito la Emperatriz

-    Entonces, el Marqués Thayer puede ser ejecutado y tu hijo puede ser desplazado de la sucesión—habló mi padre—esta es razón suficiente para divorciarme de ti, quitar a tu hijo de la sucesión, volverme a casar y asegurarme de que otro hijo mío sea el próximo Emperador...

Silencio. La Emperatriz no habló. Mire alrededor, la sala estaba vacía o al menos eso parecía con excepción de aquellos dos en medio. Fue ahí cuando observé a ambos con más cuidado. Tanto la Emperatriz como aquel hombre eran increíblemente parecidos. Ambos con cabello y ojos oscuros...

-    Es tu hijo—dijo la Emperatriz

-    Podría hacer una prueba de paternidad—sonrió el Emperador—aún si es mi hijo, con el simple hecho de dudarlo su reputación en el futuro se vería afectado. La decisión final será tuya, Emperatriz. Ah, si tan solo tu hermana no hubiese muerto ella aún sería mi Emperatriz y nada de esto estaría sucediendo. Después de todo, mi mejor amiga y yo teníamos un trato... aún creo que es sospechoso que hubiese muerto días después de nuestra boda y contigo como una de sus damas de compañía.

Incluso yo podía ver la implicación en sus palabras, era una acusación seria en contra de la Emperatriz. El haber asesinado a su hermana, quien había tenido el puesto de Emperatriz antes que ella.

Eso era algo que jamás había leído antes. Al menos no que recuerde, tengo que escribir en cuanto pueda todos los recuerdos que tengo o se irán.

Además de eso, sabía que yo no podía ser considerada como una verdadera princesa al ser la hija de una concubina, pero con esto mi padre se estaba asegurando de que todos me consideraran una verdadera princesa. Una princesa imperial adoptada oficialmente por la Emperatriz y como hija reconocida del Emperador. Nadie podía dudar de mi como su hija, y nadie podría quitarme el título de princesa.

La Emperatriz se había quedado en silencio y luego se inclinó ante mi padre.

-    Adopataré a esa niña—gruñó la Emperatriz

-    Muy bien, pueden retirarse—dijo mi padre sonriendo con triunfo

Miré con desprecio a aquel hombre mientras se alejaba y escuché un ronroneo en el pecho de mi padre. Él estaba riendo.

-    No te preocupes, pequeña princesa—mi padre me sonreía con amor, pero pude ver un dije de locura en sus ojos—él pagará por lo que le hizo a tu madre...

Los ojos de mi padre mostraban sed por sangre. Por un momento pensé que debía detenerle, pero deseché esa idea de inmediato. Mi vida estaría en peligro de ahora en adelante, solo debía de hacer caso de mi padre.

Aunque en el fondo sabía que mis propias manos podrían mancharse de sangre...

Reencarné como la hermana de un idiotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora