Capítulo 85: Looks like an angel (1)

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Cuando Robb finalmente paró de llorar, no pude evitar sentirme culpable. Lo había dejado por varios días y sabía que pude haber vuelto mucho antes, pero no quería irme del Norte hasta dejar en claro que Jakob tendría mi apoyo para ser un buen rey.

Aunque muchas personas insistían en que me quedara no podía hacerlo. Al menos, todo era seguro para Jakob y Corvus, mis tíos y yo nos habíamos deshecho de cualquiera.

- ¿Te sientes mejor?—susurré a Robb—si quieres puedo llevarte a cama, estaré contigo por el resto del día...

- ¡No!—dijo Robb de un salto viéndome a los ojos— ¡Tienes que ir a ver al Emperador! ¡Ha estado muy preocupado por ti, hermana!

Veo la mirada en los ojos de Robb y me doy cuenta que en los días en los que no he estado, ha cambiado. ¿Dónde está mi dulce niño? Esa mirada no es de alguien pequeño y dulce, su mirada había cambiado... parecía más serio y analítico. Como si mi pequeño hermano pensara mucho antes de actuar... o llegar a una decisión. Mi dulce niño ha madurado. Sonrío a Robb orgullosa.

- Por supuesto, iré a ver a mi padre—dije—tío Elijah, deja que el resto descanse. Iré por mi cuenta a ver a mi padre—dije sabiendo que ellos están detrás de mí

- Claro, queremos descansar un poco—respondió tío Elijah mientras se tira al pasto

- Ve, Thania, seguro tu padre debe estar preocupado—soltó tío Julián recostándose en el pasto también

- Yo no lo dudaría—siguió tío Iván

- Ve, Thania—suspiró tío Bastian—él estará más feliz de verte, además, segurmente querrá pasar tiempo con su única hija...

- Gracias—susurre antes de besar la frente de Robb— regresaré tan pronto como su Majestad me lo permita, ¿bien?

- No tienes que regresar en seguida—me sonrió Robb—su Majestad, el Emperador, te querrá para él un poco más. Esperaré pacientemente por ti, hermana, porque sé que vas a volver.

- No lo dudes—sonreí para volver a besar su frente

Salí de la casa de Cristal y corrí hacia la estatua de mi madre, pensaba en ir a verla antes de ir a ver a mi padre.

Abrí los ojos con sorpresa cuando observé al hombre frente a la estatua de mi madre, parecía estar dejando una corona de flores mientras conversaba con ella.

No alcanzaba a escuchar absolutamente nada de lo que estaba diciendo, incluso no me di cuenta cuando mis piernas comenzaron a moverse antes de si quiera ordenarlo.

- ¡Papá!

Ese no era el comportamiento de una princesa, y yo lo sabía, pero no me importó. No me importó en lo más mínimo. El vestido que me había puesto no era pesado, era ligero y me permitía correr hacia él. Era un vestido que a la Emperatriz le habría encantado hacer comentarios burlones de cómo me veía como una campesina o sirviente, pero era el vestido perfecto para ese momento. Un vestido ligero y cómodo que me permitía correr lo más rápido que podía hacia mi padre.

Mi padre se había puesto de pie y comenzó a buscarme con la mirada, estaba buscándome. Si estaba buscándome significaba que aún no me había visto.

- ¡Papá!—volví a llamarlo

El viento sopló y, por un momento, no pude escuchar nada. Aún así sabía que mi padre había dicho algo porque al verme pude ver como su boca se movió y pronto formó una sonrisa en sus labios. Solo pude ver como mi padre estiró sus brazos listos para recibirme y salté hacia él cuando estuve lo suficientemente cerca.

Reencarné como la hermana de un idiotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora