Especial: Corvus

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Desde el momento en que la joven supo que estaba embarazada, lejos de alegrarse lloró y gritó.

Había estado encerrada durante meses, cada mes peor que el anterior desde que había llegado a esa jaula de plata.

Un brazo roto que le impedía marcharse de ahí sin más y ahora un bebé en camino.

¿Qué podía hacer? ¿Ahora cómo podría escapar? No... no había escapatoria.

Ya lo había hecho... siete intentos fallidos. Cada uno terminaba con su brazo roto para que no lo volviese a intentar.

La favorita del Rey...

Eso era lo que todos decían. Había durado un año completo... y un año era demasiado tiempo para todos. Un año era demasiado tiempo para el Rey Jaris.

La Reina la observaba con frialdad.

- Ahora por tu culpa debo de fingir que estoy embarazada—murmuró con desprecio la Reina antes de alejarse de ella—no podré ir a fiestas por tu culpa...

La mujer, la Reina se recordó la joven, se alejó junto a otras mujeres mientras que un niño se acercó a ella con una sonrisa.

- ¿Es verdad, Rut?—preguntó el niño con una alegre sonrisa— ¿Es verdad que me darás un hermano?

La joven no pudo evitar morderse los labios para evitar que las lágrimas cayesen por su mejilla. Asintió y agachó la cabeza.

- Es verdad, mi príncipe—respondió Rut limpiándose las silenciosas lágrimas

- ¡Gracias, Rut!—sonrió el pequeño príncipe— ¡Me haces muy feliz! ¡Me darás un hermano!

Rut sintió los brazos del pequeño príncipe rodearla, un sentimiento dulce amargo le rodeó el pecho.

Si tan solo pudiese ser capaz de escapar...

Se llevaría al pequeño príncipe y a su hijo lejos de ese monstruoso lugar.

Aunque el príncipe (y posiblemente su hijo) se parecieran al Rey, ellos no eran él.

Y jamás lo serían...

Era una ventaja estar embarazada...

El Rey no le había tocado en días desde que le habían advertido que podía dañar al niño que crecía en su vientre.

Aunque lamentablemente eso no evitó que el Rey tomase otros.

Y lamentablemente ella estaba en la habitación continua...

Un recordatorio amargo de donde estaba y como había llegado ahí.

Los meses pasaron y pronto su vientre se veía prominente. Podía sentir en su interior como crecía su hijo... ¿o hija? No pudo evitar sonreír cuando pensaba en ya ternerlo en sus brazos.

Cerró los ojos y comenzó a cantarle a su bebé mientras acariciaba su vientre.





"Las palamosa llegaron volando,

Reencarné como la hermana de un idiotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora