Capítulo 55: Los hermanos Trovi (2)

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No creí que lo vería aquí. A decir verdad, estaba sorprendida de que hubiese aceptado mi invitación y no haberse ido volando por ahí como suele hacer.

Cuando estábamos en el Imperio de Soliel, solía acompañarme a las reuniones y bailes que se realizaban. Aunque siempre los odio por cómo lo miraban.

-    ¡Adler!—sonreí abiertamente—no creí que vendrías...

Adler y mi maestra no se la pasaban en la casa de Cristal sino que salían constantemente cuando yo no estaba ahí. Sin embargo, cuando invite a ambos a mi presentación los dos parecían estar dudosos de asistir.

-    Puedes agradecer a Lady Seira—dijo él aunque no me miraba cuando dio la respuesta— ¿Quién es?

El chico de rasgos suaves se tensó ligeramente al ver a Adler. No era para menos, Adler nos sacaba bastante altura. Ahora que ya había visto a Sovieshu podía decir que Adler era igual o incluso un par de centímetros más alto que él.

-    Su nombre es Corvus, Adler—hable con frialdad—creí que nuestra maestra te había dicho que no molestases a quienes son más pequeños que tú.

Adler siguió mirando fijamente a Corvus antes de sonreír.

-    Solo he preguntado su nombre—respondió Adler—Tal vez puedan seguir su conversación luego...

Corvus, el chico de rasgos delicados, se sonrojó. Asintió mientras daba una reverencia.

-    Ha sido un placer conocer a la princesa del Imperio Oriental—dijo antes de retirarse

Suspiré con pesadez. Adler prácticamente lo había echado. Miré de mala gana a Adler, quien simplemente se encogió de hombros.

-    Vamos—dije al notar ciertas miradas sobre nosotros

-    Como digas...

Adler era alguien orgulloso al igual que la mayoría de los miembros de la tribu. No era del todo altanero, sin embargo, creía firmemente que solo le debía respeto a los líderes de otros grupos, por ejemplo, a mi tío, mi padre y a mi; o a alguien que le superase en habilidad ya sea magia o con algún arma.

Adler y yo hemos entrenado juntos durante cinco años. Nos conocemos bastante bien. Adler es del tipo con que de un solo asentimiento, cortaría la cabeza del tipo que esté molestándome.

La lealtad de Adler es incuestionable para mi. Aunque debo de decir que su falta de respeto hacia las personas que no conoce, a los que considera débiles o a los nobles fuera de la familia imperial era un problema.

Bailar con Adler no era ningún problema. Él había aprendido bastante bien aunque lo había hecho a regañadientes.

-    Puedo ver como la mayoría te mira—dijo Adler en el idioma oficial de Soliel—si quieres puedo...

-    No harás nada, Adler—dije de igual manera en el idioma de Soliel—son nobles de este imperio... déjame encargarme con ayuda de mi padre.

-    En Soliel nunca dejaste que tu familia se encargase—bufó Adler acercándose más a mi—tu misma te encargabas de ellos... todos podíamos verlo. Yo escuchaba como todos decían que eras igual a tu madre, digna hija de la Rosa de Sangre.

Sonreí. Adler tenía razón, sin embargo, no estábamos en Soliel.

-    Me haré mi propia fama antes—dije con una sonrisa—en Soliel todos saben lo qué pasa cuando haces enojar a un miembro de la familia imperial, aquí no es igual. Hay leyes que debemos respetar.

Reencarné como la hermana de un idiotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora