Capítulo 8

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Porfa ténganle paciencia a Perséfone, es y será un poco castrosa, pero es parte fundamental para el desarrollo del personaje. (Aviso porque la van a odiar jsjsjs)




Caminando en dirección a mi casa, la conversación con Gabriel se repetía una y otra vez en mi cabeza. ¿De dónde demonios había salido este chico y por qué me atraía tanto su actitud?

Él no era como los chicos que frecuentaba, normalmente los chicos me buscaban con intenciones sexuales y si me atraían lo suficiente los follaba y listo, nada de conversaciones ni interacciones fuera de lo sexual. Obviamente había uno que otro inservible recitando las mismas frases que le decía a todas las chicas con tal de enamorarlas. Pero Gabriel, la primera interacción que tuve con él no fue nada sexual y mucho menos amorosa, fue horrible.

Sin embargo, sabía que me quería llevar a su cama, solo que él era menos mierda que algunos chicos y quería llevarme a cenar antes de follarme, le daba puntos por eso. Pero a mi eso no me gustaba, no era de mi gusto crear vínculos con mis juguetes, ¿por qué? La pregunta es, ¿para qué? Al igual que yo, ellos no me quieren para nada más que un acostón, lo sé y ellos lo saben. Y estoy bien con eso, honestamente me gusta, no tener que deberle cuentas a nadie ni estar al pendiente de otra persona, no estaba lista ni quería entrar en una relación.

En ese momento la palabra "mate" llegó a mi cabeza, yo no quería encontrar a mi mate por obvias razones. Además de que no podía encontrarlo, ya que hace un tiempo mi loba me abandonó y al nacer con el gen licántropo activo eso me daba el poder para encontrar a mi mate con más facilidad, sin embargo, al mi loba irse, se fueron con ella el poder de transformarme y encontrar a mi alma gemela, tampoco podía ser lastimada con plata... prácticamente no era una loba gracias a su ausencia.

En realidad no se había marchado en sentido literal, solo estaba dormida hasta que yo le pidiera una disculpa y empezara a actuar diferente. Ya que fue gracias a mis malas decisiones que tuvimos una enorme pelea y decidió abandonarme.

En cierta forma agradecía su ausencia, gracias a eso no podría encontrar a mi mate y a él se le dificultaría encontrarme, o eso me gustaba pensar.

Llegué a mi destino y al entrar a la casa sentí una fuerza levantarme del piso y estrellarme contra la pared. Apreté los labios sintiendo el dolor embargar todo mi cuerpo inmediatamente.

—¿Qué demonios te pasa por la cabeza? –se trataba de Eros.— ¿quién te crees para hacerle eso a mamá?

Me levanté lentamente ignorando el dolor y apretando en mis costados, probablemente me había roto algo el mal nacido.

Con mi magia intenté hacerle lo mismo, pero él evadió mi hechizo con su magia, quedando ambos con las manos levantadas en la misma dirección creando un hilo de luz dorada, luchando por quien derrotaría al otro.

—¡YA BASTA! –se escuchó la voz de mi padre.— ¡DIJE QUE SE DETENGAN! –repitió.

Eros y yo bajamos las manos al mismo tiempo, sin embargo yo la levanté de nuevo y lo estrellé contra una columna, no soy conocida por perdonar.

—¡PERSÉFONE! –gritó mi padre.— ¡guardias! –gritó. Ellos aparecieron de inmediato.— llévense a la niña a la prisión Averno y déjenla en uno de los calabozos de nivel uno –sonrió con malicia.— veamos si ahora te comportas de una vez por todas.

—¡NO PUEDES HACER ESO! –grité furiosa.— ¡SUÉLTENME! –le ordené a los guardias, quienes hicieron caso omiso a mis palabras. Me retorcí entre su agarre ignorando el dolor palpitante en mi cabeza y en mi cuerpo.

Traté de escaparme con mi magia, pero no funcionó. Me la estaban bloqueando.

—¡LOS ODIO!








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