Capítulo 7

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Porfa ténganle paciencia a Perséfone, es y será un poco castrosa, pero es parte fundamental para el desarrollo del personaje. (Aviso porque la van a odiar jsjsjs)


Gabriel en multimedia.



Desperté con el cuerpo pesado y adolorido. Sentía como si cien guardias me habían dado una golpiza. Me estrujé los ojos acostumbrándolos a la luz, una vez hecho esto me dirigí al baño, no tenía planeado bañarme en este instante, pero tenía ganas de hacer pipí.

Me percaté de que de mi cuerpo emanaba un olor demasiado desagradable, rayos, puede que sí debiera darme un baño después de todo. Lo necesitaba, claro, pero cinco minutos más de sueño no le harían daño a nadie.

Volví a mi cama y fruncí el ceño al ver restos de comida en ella, y yo recuerde no volví con comida de la cocina anoche. Examiné los restos y me percaté de que se trataba de fruta, eran como una bolitas rojas. Sacudí la cabeza, seguramente había vuelto somnolienta a la cocina en busca de comida y no me acordaba de nada.

Como vi que mi cama era inhabitable decidí tomar un baño, no quería hacerlo, pero no me quedaba opción. Mientras me bañaba noté pequeños moretones en mis brazos y piernas, y ahí si me preocupé, ¿qué demonios estaba pasando?

Salí de la ducha y me vestí rápidamente. Cuando estuve lista bajé en busca de mi padre o alguien que me diera respuesta de lo que estaba pasando.

—Wow, wow, wow, ¿a dónde vas con esa prisa, jovencita? –preguntó mi tío Apolo después de casi chocar con él.

—Escucha, me acaba de suceder algo demasiado extraño –lo miré.— hace unos minutos me desperté con el cuerpo súper adolorido y con la piel oliendo raro...

—¿Raro cómo? –me observó con atención.— ¿y esos moretones? –preguntó preocupado.

—A eso voy, espera –hice una pausa.— el olor era raro como... fuerte, un tanto desagradable –él asintió.— fui al baño y cuando volví a mi cama me di cuenta de que estaba llena de una fruta roja... no tengo idea de que fruta se trata, luego me fijé de que estaba llena de moretones –me detuve.— y no recuerdo nada que haya pasado, solo... desperté así –él asintió.

—Los demás están en el comedor, yo iré a tu cuarto a  revisarlo –me tomó de las mejillas.— tranquila, cariño, estás bien, estás con nosotros –asentí.

—Gracias.

Mi tío y yo tomamos caminos diferentes. Al llegar al comedor todos se percataron de mis moretones e inmediatamente empezaron a ametrallarme con preguntas, al igual que hice con mi tío, les expliqué lo sucedido. No podía explicar la cara de horror que tenían mis padres, Artemisa parecía que en cualquier momento se iba a desmayar y papá estaba a punto se romper la mesa con los puños.

—No vas a salir –sentenció.

No tenía planeado hacerlo, pero me molestó su orden sin razón.

—Es Granada –me giré escuchando la voz de mi tío, traía los restos de la fruta en sus manos.— la fruta, es Granada.

—¿Y? –pregunté.— ¿eso que tiene que ver?

—Nada –contestó.— hablaré con Amadeus para preguntarle el significado de esto –asentí.

—Vale, pero que me hechice o algo así, no quiero despertar mañana cubierta de piña y con un brazo menos –me senté. Mi tío rió.

—Tranquila, no tienes de que preocuparte.

Sin embargo mi preocupación no se fue, ¿qué demonios había pasado conmigo y por qué no recordaba nada? Que yo sepa no era sonámbula y recordaba perfectamente las cosas que hacía, ¿por qué no podía recordar lo que sucedió anoche?

Granate Donde viven las historias. Descúbrelo ahora