Hades salió del agua y entró a la cabaña dejándome con la palabra en la boca.
¿Que nos pertenecíamos? Ya quisiera él.
Molesta, lo seguí, le diría unas cuantas verdades aunque mi vida peligrara por ello, ya estaba harta.
—¿Qué quieres, Perséfone? –preguntó con cansancio cuando me vio entrar.— vuelve al palacio.
—No –me crucé de brazos, en eso recordé que estaba desnuda y me morí de vergüenza. Hades pareció darse cuenta de eso y me dio una bata, me tragué mi orgullo y me la puse.— deja de decir que yo te pertenezco, estamos unidos por error, ¿de verdad crees que un alma gemela haría lo que tú me has hecho? Por favor –bufé.
—Te merecías ese castigo por los sufrimientos que le has hecho pasar a tu madre, y deberías agradecerme no haber sido tan duro contigo, merecías castigos peores –fruncí los labios.
¡Qué descarado!
—¡Que esos no son asuntos tuyos, joder! ¡Y no soy una puta niña ni tu mi padre para que me andes castigando!
—¡Pues deja de comportarte como una! –me gritó de vuelta.— ¡maldita sea, si pudiera matarte ya lo habría hecho!
—¡Hazlo entonces! –grité golpeándolo.— ¡libérame de esta maldición de estar atada a ti!
Él me agarró por las muñecas deteniendo mis golpes, le di mi mejor mirada llena de odio y él me la regresó.
Al final me soltó empujándome haciendo que cayera sobre una superficie blanda, algo que aparentaba se un intento de cama.
—Te detesto –me dijo.
—Eres un ser despreciable –sonrió sin ganas.
—Somos tal para cual, preciosa –giré los ojos.— se que me deseas y no es solo por el vínculo que tenemos –apreté los labios.
—No te creas mucho, es solo que he tenido mucho tiempo sin sexo y... –sacudí la cabeza. ¿Qué demonios estaba diciendo? Esto era una humillación.— yo mejor me voy –me puse de pie y me dirigí a la puerta, pero mis manos se negaron a abrirla.
Sintiendo el corazón palpitándome en los oídos debatí conmigo mismo las opciones que tenía; la primera era irme y seguir con este juego de tira y afloja, la segunda era rendirme ante el deseo de una vez por todas y liberarme de toda esta carga sexual que tenía con Hades.
Maldita sea, ¿qué más da? Ya estoy jodida de todas formas.
Me di la vuelta y antes de que Hades soltara uno de sus estúpidos comentarios lo callé con mi boca.
Joder, sus labios eran malditamente adictivos.
Puse mis manos en su espalda desnuda sintiendo la suavidad de su piel, queriendo tocarlo lo más que pudiera.
Él me jaló por el cabello haciendo que tirara mi cabeza hacia atrás, para inmediatamente devorar mi cuello. Hades repartió húmedos y suaves besos desde mi cuello a mi pecho, donde agarró mis sueños en sus manos jugando con mis pezones y estirándolos causando que me arqueara contra él.
Percibí la humedad formándose entre mis piernas, ansiando por tenerlo dentro de mi lo más pronto posible.
Me acostó sobre las colchas, aún divirtiéndose con mis pezones. Nuevamente volvió a mi cuello llenándolo de besos, sentía sus manos tocándome por todo el cuerpo, haciendo que la llama encendida entre mis piernas tomara más intensidad. Bbjó su mano a mi entrepierna. Deslizó su dedo en la humedad de mis labios disfrutando de la dulce tortura que era aquello para mi.
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Granate
FantasyIntentaron ocultarla, pero él ya sabe dónde está su doncella. Y no se detendrá hasta tenerla en sus garras. Su unión será como una granada, destrozando a todo aquel que esté a su alrededor, destrozando sus corazones, destrozándose a ellos mismos. La...