Capítulo 63

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Antes de iniciar el capítulo quiero informar que hago mención del Imperio Otomano, del cual no profundizo mucho sino que lo menciono solo para dar contexto, explico esto porque la manera en la que hablo de eso es de forma ficticia, no irrespetuosa por supuesto, pero ficción al fin de darle sentido a algunos cabos sueltos. Quise aclararlo para que no hayan confusiones cuando lean algo que obviamente no está en la historia (real), espero que nadie se sienta ofendido y puedan disfrutar de la mi historia tanto como yo. Besitos xoxo.









Desde lo sucedido con Cerbero y la loca de Dilara y su secuaces, me he quedado a dormir en la habitación de Hades. Eso fue hace dos días. Dilara se opuso a que me quedara allí puesto que según las reglas sólo puedes entrar si el rey te lo permite, y como el rey se encuentra ausente nadie puede entrar a sus "aposentos". Argumentos que me valieron un rábano y junto a Cerbero me adueñé de esa habitación.

Realmente Cerbero era un guardián, no me ha dejado ni un momento siempre está alerta y observa a todos con mirada amenazante, el único momento en el que tengo un poco de privacidad es cuando voy al baño y el se queda en la entrada. Sinceramente no me molesta, después de que no me pudiera defender de lo que Dilara me hizo en el baño, me siento protegida con Cerbero a mi lado.

Y, si las miradas que me daba Yasemín no eran nada agradables, ahora que me mudé al cuarto de Hades me mira como si quisiera aniquilarme. No es mi culpa, si Dilara no amenazara contra mi seguridad yo estuviera feliz en mis bellos aposentos. Porque, honestamente, la habitación de Hades no me gustaba, era demasiado oscura, decorada en rojo y negro me daba vibras de ser un cuarto de sadomasoquismo, algo que va con él si lo analizas bien. Si cuarto emanaba masculinidad, lo único que me gustaba de estar allí era que su olor estaba por todos lados, no era tan fuerte como me gustaría, pero me hacía sentir mejor.

Me encontraba en el despacho de Hades, otra regla que rompí puesto que nadie debía entrar allí en ausencia del rey, bobadas. Estaba buscando un libro para entretenerme, quería que el tiempo pasara rápido y Hades llegara pronto.

Tocaron la puerta y al abrirse entró Layla, al verme la mujer adoptó una expresión de horror.

—¡No puedes usar ese color! –exclamó como si fuera un crimen. Fruncí el ceño y miré mi atuendo, era un vestido rojo, algo sencillo y casi sin pedrería, me gustó porque se sentía liviano en comparación con los otros vestidos.

—¿Qué tiene?

—¿No te has dado cuenta de que el único al que has visto vestir rojo ha sido al amo? –me encogí de hombros.

Pensándolo bien, era cierto, al único que veía con vestimenta roja era a Hades, aunque la mayor parte del tiempo vestía de negro, parte de lo que recuerdo porque honestamente en lo menos que me fijaba era en los colores de su ropa.

—El único que puede vestir rojo es él –levantó el mentón.

—¿Por qué? –me miró exasperada.

—¿Es que nadie te ha hablado sobre nuestra historia, la historia de nuestro pueblo?

—¿Luzco como alguien que tiene conocimiento de eso? –contraataqué.

—Siéntate, siéntate –me obligó a tomar asiento.— el rojo siempre se ha utilizado para distinguir a los gobernantes, ¿sabes lo que fue el Imperio Otomano? ¿Tienes idea de quienes fueron los sultanes? –asentí.

—Vi una telenovela... –ella bufó.

—¡Eso no es nada comparado a lo que fue el gran imperio! –giró los ojos.— el punto es, que los sultanes siempre utilizaban una túnica roja por el poder que tenía ese color, era difícil y muy caro de conseguir, ellos eran los únicos dignos de el, ese color es el símbolo del mando –me explicaba como si fuera una niña pequeña.— nuestro pueblo nunca llegó a sus manos puesto que nuestro fundador: Alican l, lo hechizó para que ante los ojos de los invasores no vieran otra cosa que no fuera un acantilado, así nuestras tierras estaban protegidas –dijo orgullosa.

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