Capítulo 59

1.4K 161 98
                                    

Desperté con una sonrisa en la cara. No creo haberme despertado tan feliz como hoy.

Todo se sentía tan... bien, no se sentía igual que antes y eso era lo mejor.

Después de desayunar, el tío Apolo nos llevó a Eros, Ares y a mi por las compras navideñas. Ya estábamos en diciembre y nunca antes me había sentido tan emocionada por la navidad.

Usualmente, desaparecía en noche buena y año nuevo, solo me quedaba el día de navidad por los regalos, me desagradaba pasar tiempo en familia. Este año no, este año disfrutaría al máximo, disfrutaría de mi familia de una vez por todas.

Decidimos pasar las fiestas navideñas en la casa de los abuelos en Italia, aún no queríamos volver a Hopefair y tampoco queríamos volver a Grecia, en unos días se nos unirían nuestros abuelos biológicos y adoptivos y por fin la familia estaría completamente reunida.

Me desconocía, ¿quién era esta chica que se emocionaba por la navidad y su familia? ¿Dónde quedó la chica que solo quería pasarla de fiesta e ir de tienda en tienda y que se acostaba con chicos todos los fines de semana? Yo honestamente estoy feliz con la primera, no extraño para nada a la segunda.

Y no es que haya cambiado totalmente, obviamente quiero salir de fiesta, quiero ir de compras y quiero... no hablemos de los chicos por ahora. Aún quiero todo eso, pero aquello ya pasó a un segundo plano, ahora estoy más enfocada en mi y en disfrutar de mi familia. Aún no he pensado en lo que quiero para mi futuro, no olvido que mi destino está anclado al de otra persona, sin embargo, no renunciaré a lo que sea que quiera hacer por Hades.

Hades... no he vuelto a saber de él, ni siquiera en mis sueños se ha aparecido, me causa curiosidad saber por qué desapareció así de repente. Y no niego que pienso en él al ver a mi familia, recuerdo como su padre lo trato, sus hermanos... su propia madre, no me sorprendería saber que pasó las navidades metido en un frío rincón mientras todos disfrutaban.

Me es imposible no sentir empatía con él, no es que se haya convertido en santo de mi devoción, pero nuestra conexión era cada día más fuerte y me era difícil no pensar en él. Aún no había olvidado la mierda que me hizo pasar (aunque fue para buenos fines), quiero venganza.

Decorando la casa con mi familia, me di cuenta de lo mucho que me estaba perdiendo, tardé mucho tiempo tratando de odiarlos cuando en realidad me estaba haciendo daño a mi misma, pero eso ya no más.

—Yo opinó que deberían poner una foto mía en la punta del árbol –comentó Ares.— soy la estrella de esta familia –todos reímos.

Acompañé a papá en la cocina quien se encontraba haciendo galletas de mantequilla, estaba solo, no le gustaba que nadie se metiera en la cocina mientras estaba cocinando.

—¿Necesitas ayuda? –le pregunté poniéndome un mantel.

Mi padre era un tremendo chef, yo salí a él, me gustaba cocinar y es por eso que yo era la excepción para acompañarlo en la cocina, Eros, en cambio, salió a mamá, de los dos no se sabía cuál era peor, se les quemaba hasta el agua hervida.

—Me gusta esto –nos señaló.— hace mucho tiempo que no tenemos tiempo padre e hija.

—Pasaron muchas cosas...

—Sobre lo que dijiste... de que preferí a Eros antes que a ti –lo miré.— eso no es cierto, son mis hijos, los amo por igual –dejó la masa a un lado.— no niego que me enfoqué más en Eros porque sobre él recae el peso de la manada, pero nunca te hice menos, perdón si lo sentiste así, yo siempre quise que aprendieras a defenderte porque se que este mundo es una mierda para las mujeres, carácter no te faltó, eso es obvio –bromeó.— es solo que... para mi siempre has sido mi niña pequeña y ver que te obligabas a crecer tan rápido mientras destruías tu vida –sacudió la cabeza.— perdón si te sentiste desplazada, y si alguna vez te grité... no, no me disculpo por eso, te lo merecerías –me señaló. Reí.— vale, algunas veces se me iba la mano, pero debes admitir que nunca me la pusiste fácil –volví a reír.— me alegra tenerte devuelta y... lamento todo lo que pasaste, pasaste por tanto tú sola –me abrazó.— eso no volverá a pasar, tendrán que matarme para volver llegar a ti.

Granate Donde viven las historias. Descúbrelo ahora