Capítulo 44

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Días después de lo sucedido con Hades no lo volví a ver en una semana. Y cuando él dijo que dormiríamos en la misma habitación lo decía enserio, todas mis pertenencias fueron llevadas a su cuarto en contra de mi voluntad. Para mi buena suerte no he tenido que dormir en la misma cama con él debido a su ausencia. Algo que odiaba era su olor impregnado en la maldita habitación, descubrí que huele a almizcle y una colonia masculina muy deliciosa, digo "descubrí" porque cuando Hades está presente para mi no tiene otro aroma más que vainilla y arándanos, y aunque su esencia está débilmente presente en la habitación, esto me permite oler las fragancias externas que posee.

Y, aprovechando su ausencia tomé mi puesto como reina y señora de este lugar. Ya que tenía entendido que después de él, yo era quien mandaba aquí, mandé a remodelar todo el palacio. Eliminé las cortinas oscuras y los muebles de hace cien años por unos que aparentaban ser de la misma época, pero eran más lindos.

Obviamente recibí la negativa por parte de la familia, sin embargo, ellos no podían evitar que yo hiciera lo que quisiese, pues se las verían con Hades.

Con esto estaba intentando acercarme más a él, convencerlo de que me liberada para acompañar a Artemisa en la búsqueda de Eros y papá, me llenaba de impotencia el estar aquí sin poder hacer nada para encontrarlos, sin saber que les estaban haciendo.

Tenía que moverme rápido, no me quedaba mucho tiempo.

Me encontraba ayudando a Layla en la cocina, después de todo, no había nada mas interesante que hacer aquí y al final ella no era tan desagradable como quería aparentar. Me reveló que ella ha trabajado en el palacio desde antes de que Hades naciera y que prácticamente fue ella quien lo crió. Intenté indagar mas, pero no contó mas. Sin embargo, no me rendiría hasta saber los secretos que ocultaba esa mujer con respecto a Hades.

—Todo el mundo habla de ti –me dijo Ibrahim. Después de una larga discusión, lo convencí de que me tuteara.— de que estás poniendo este lugar de cabeza –giré los ojos.— a algunos no les gusta y quieren que te vayas.

—Créeme que si pudiera no volvería a pisar este palacio –bufé.

—El amo Hades vuelve esta noche –mi cuerpo se tensó.

Oh no.

—¿Dónde se supone que está?

—Menos charlas y más cocina –interrumpió Layla.

¿Dónde estaba Hades?













(...)










Cerbero se había convertido en mi fiel amigo, junto con Perseo no me dejaban sola en ningún momento. Lo digo en serio, todas las noches el perro dormía con la cabeza en dirección a la puerta y siempre alerta con el gato a su lado, que por cierto, se habían hecho mejores amigos.

Mi actividad favorita era jugar con ellos en el jardín secreto, ese lugar poseía algo que me hacía olvidar de todos mis problemas, a diferencia del palacio que por más cambios que se le hiciera no perdía la escénica oscura y siniestra, el jardín se sentía como el cielo en la tierra.

Sin duda lo extrañaría cuando me largue de este lugar.

En la noche decidí darme un relajante baño rodeada de esencia de rosas, honestamente lo necesitaba después de toda la mierda que he pasado en este lugar. Terminado mi baño regresé a la habitación y me puse una bata de seda mientras buscaba un camisón para dormir, las personas que organizaron mi ropa la escondieron en el país de nunca jamás porque no la encontraba en ningún lado.

Una vez encontré el camisón, me quité la bata y miré la ropa interior en mis manos. ¡Era extremadamente anticuada! Ahora que le pongo atención a los pequeños detalles me doy cuenta de lo horribles que están, aunque digo, no es como si esperara algo bueno aquí.

—Tu cintura es tan pequeña que podría cubrirla sólo con una mano.

No, no, no, no.

Esto no puede estar pasando.

Estaba tan ensimismada en mis pensamientos que ni siquiera fui consciente de aquella mirada quemando en mi espalda.

Me cubrí rápidamente con la bata y lo encaré.

—¿No sabes tocar? –siseé furiosa.

—No voy a tocar para entrar a mi propia habitación –empezó a desvestirse.

—¿Qué estás haciendo? –pregunté con el corazón en la boca.

—Desnudarme –dijo obvio.— si no me quieres ver, voltéate –suspiré.

—Volveré a mi habitación –anuncié.— no me siento cómoda estando contigo aquí –me crucé de brazos.

Hades de dio la vuelta y me empujó por los hombros haciéndome caer de espaldas a la cama. El débil nudo que le había hecho a la bata se desató revelando mi desnudez, intenté cubrirme, pero él me tomó por las muñecas poniéndolas a cada lado de mi cabeza.

—¡Suéltame! –grité furiosa y sintiéndome humillada. El rose de su pecho desnudó contra mis pezones hicieron que estos se endurecieran, obviamente él lo sintió.

No dijo nada, solo me observaba con un deje de diversión en sus ojos, ojos que estaban adoptando el intenso color del oro.

Pasó su nariz por mi mejilla hasta llegar a la parte trasera de mi oreja. Se quedó unos segundos ahí y luego bajó a mi cuello durando lo que fue una eternidad. Sentía su respiración caliente y pesada sobre mi piel y el agarre en mis muñecas se hacía cada vez más fuerte.

Hades ha tenido dieciocho años en abstinencia sexual y ahora mismo me tenía desnuda bajó su cuerpo, no era un secreto para nadie que él me deseaba y sin embargo, se estaba controlando.

Me descubrí a mi misma con los ojos cerrados disfrutando de su cercanía, el rose de mis pezones contra su pecho me tenía casi temblando.

Él comenzó a esparcir pequeños y suaves besos desde mi cuello hasta mi clavícula, luego volvía a repetir el camino... subía y bajaba.

Soltó el agarre que tenía en mis manos, bajando las suyas hasta mis muslos donde empezó a acariciarme con la yema de sus dedos provocando deliciosas sensaciones en mi.

Esto estaba mal, pero se sentía tan bien. Había tenido tanto tiempo sin estar con un hombre que ahora sentía que en cualquier momento me derretiría en sus brazos.

"Es Hades, Hades es malo." Decía una vocecita en mi cabeza.

"Yo no soy buena." Le respondí de vuelta.

Porque Hades no era un santo, pero yo tampoco lo era.

Fruncí el ceño cuando ya no lo sentí encima mío y abrí los ojos encontrándome con los suyos en un dorado vivo, jamás había visto un dorado tan brillante en mi vida.

—Dos pueden jugar este juego –me dio un pico en los labios y salió de la habitación con una bata en la mano.

Dejándome sola, confundida y muy excitada.

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