Capítulo 35

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Ibrahim en multimedia.






Las palabras de Hades se repetían en mi cabeza, ¿confiar? Yo no confiaba en nadie.

—Ven conmigo –Hades se levantó y me hizo seguirlo fuera del despacho.

No quería admitirlo, pero el único momento en el que me sentía segura en este lugar era cuando estaba con Hades. Algo irónico ya que el maltrato que he recibido ha sido por su culpa.

Llegamos al jardín, precisamente al espacio donde se encontraban esas feas tumbas, a lo lejos pude ver el árbol de granada que crearon mis lágrimas, sí, soñaba loco pero así fue. Aquel árbol era lo único vivo en ese jardín, se veía tan fuera de lugar.

—¿Qué hacemos aquí? –pregunté.

—¿Por qué no quieres a tu madre, Perséfone? –su pregunta me desconcertó.

—¿Qué clase de pregunta es esa?

—Es solo una pregunta –dijo simple.— desde que naciste, tu madre se ha desvivido por tu bienestar, siempre ha añorado tu cariño, creo que su mayor deseo en la vida es que la llames mamá –rió seco.— tus padres te han dado todo, y no te atrevas a decir que te faltaba cariño cuando eras tú quien los alejabas –me señaló.— así que, vuelvo y pregunto, ¿qué es eso tan despreciable que te hizo tu madre para que la hayas odiado durante toda tu vida?

Enmudecí. Él sabía la razón, sino no preguntaría, si propósito era que dijera en voz alta mis razones. Joder, ¿qué quería lograr? ¿Por qué hablar de eso ahora?

—No hablaré de eso contigo –me crucé de brazos.— ¿tienes algo más que decir? Tengo que volver al trabajo.

—¿Sabes? Al menos yo tengo la valentía de admitir que sí soy un desgraciado, además que mis acciones tienen una razón, no como otras que se las dan en mártir, que tiran la piedra y esconden la mano –soltó bruscamente. Fruncí el ceño.

—¿Acaso en otra vida te maté un familiar? Dímelo y así por fin sabré la razón de tu odio hacia mi.

No entendía a qué venía todo esto. Mi cabeza estaba hecha un lío.

—Justamente esa es la pregunta que se hace tu madre todos los días antes de dormir –se acercó a mi.— el por qué de tu odio hacia ella.

"¿Acaso ella y Hades son cómplices?" Aquel pensamiento llegó fugas a mi cabeza. No. Era totalmente imposible, sin embargo, era inevitable no pensar aquello, ¿cuál era el afán de Hades con hablar sobre mi relación con Artemisa?

—Supongo que ninguna de las dos sabremos las razones –dije firme.

—¿A qué le tienes miedo, Doncella? –me miró a los ojos.

Apreté los labios, esto se estaba tornando peligroso. Y no del peligro de que te torturen o te asesinen, no, este peligro se trataba del que se supone que tengas que huir, pero no quieres. Bueno, si quiero huir, quien no quiere es mi cuerpo.

El hecho de que odie a Hades no quita que sea mi alma gemela, mis sentimientos de repulsión no podían en contra del impulso de querer estampar mis labios contra los suyos y hacerlo mío totalmente, y no es algo que fuera voluntario, era el maldito lazo que nos unía que hacía que su presencia causara ese efecto en mi, joder, lo odiaba aun más por eso.

Yo no podía involucrarme con Hades, no después de todo lo que me había hecho. Cualquier tipo de relación que yo fuera a tener con él, él lo mandó al caño en el momento en que me hizo su sirvienta y me humilló delante de todo el mundo. ¿Alma gemela? Si, claro. La única forma en la que yo estaría con él sería hechizada, mi dignidad y mi orgullo no están en venta en este juego de poder.

Ahora tenía otro problema del que inconscientemente estaba ignorando, mi vida estaba enlazada con la de Hades, algo dentro de mi gritaba que él no era mi alma gemela, pero, si no lo fuera, él no tendría aroma para mi, tampoco mi loba habría aparecido en el instante en que lo conocí si no fuera él. Aunque... ¿y si me hechizó para creer que él era mi alma gemela? Mi corazón sabía que a quien yo amaba realmente era a Gabriel y eso no estaba en duda... algo debía estar mal aquí.

—Aléjate de mi –lo empujé.— creí que no me deseabas como mujer, ¿cambiaste de opinión acaso?

—No, ¿quieres que lo haga? –me miró a los ojos. Lanzó una carcajada.— estoy bromeando, prefería que el mismo diablo me torturara antes de tener intimidad contigo –dijo sincero.

Honestamente, los asquerosos trabajos que me asignaba no eran nada en comparación con su obsesión de destruir mi ego.

—¿Cuando acabará mi castigo? –cambié de tema.— soy tu "esposa" legítima, tú mismo has dicho que tengo poder en este lugar, así que exijo el trato que merezco.

—¿El trato que mereces? –rió sin gracia.— si te diera el trato que mereces en este instante estarías encadenada en el mismo infierno –dijo serio.— estoy siendo bueno contigo, deberías agradecer.

Su tono de voz hizo que un escalofrío recorriera mi espina dorsal. No sabía por qué, pero algo en su voz me dijo que lo que decía era real, ¿podía él encadenarme en el infierno? Joder, por supuesto que sí, Perséfone, es el mismísimo rey del inframundo.

—¿Agradecer? –bufé.— ¿agradecer que desde que llegué aquí no he sido más que maltratada sin razón?

—Agradecer que no he seguido las tradiciones al pie de la letra –me miró a los ojos con seriedad. Tragué duro.

"No, las tradiciones horribles no." Pensé.

—¿Qué quieres de mi, Hades? –pregunté derrotada.— has lo que quieras conmigo, pero deja a mi familia fuera de esto... por favor.

—Creí que no considerabas a Artemisa parte de tu familia –apreté los labios.

—¡Eres un asco! –le grité.— te crees mucho porque solo puedes controlarme a base de amenazas porque sabes que sin mis puntos débiles sería indestructible.

—¿Indestructible dices? –preguntó sarcástico. Asentí.

—Sí, indestructible –dije segura.— alguien que no tiene qué perder es indestructible, ya que no tiene con qué ser destruido –apreté los puños.

—Considérame indestructible entonces –entrecerró los ojos.

No, él debía tener un punto débil, tenía que encontrar su talón de Aquiles para devolverle el golpe con más intensidad.

—Peleas porque deje a tu familia en paz, pero ni una vez te he escuchado pedir que te libere... –me inspeccionó con la mirada. Bufé.

—¿Para qué? No soy idiota, se que por más que luche no me vas a liberar. No voy a gastar mi energía en algo que se como acabará.

—¿Y no crees que quizás puedas convencerme?  –sus ojos chocaron con los míos. Los suyos tuvieron un reflejo dorado que se fue tan rápido como vino.

"Está en celo". Escuché la voz de mi loba.

¿Estaba viva? Es decir, ¿estaba consciente? Eso realmente me sorprendió.

Creí que las runas en mis brazos bloqueaban cualquier cosa mágica dentro de mi, incluyendo mi loba, pero al parecer, ella no estaba bloqueada.

Luego presté atención a sus palabras, Hades estaba en celo, ella tenía razón. Los ojos de los lobos se ponen dorados cuando están en celo, eso quiere decir... ¿Hades es un lobo?

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