Capítulo 13

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Porfa ténganle paciencia a Perséfone, es y será un poco castrosa, pero es parte fundamental para el desarrollo del personaje. (Aviso porque seguramente ya la odian jsjsjs)

Madison en multimedia.

Olvidé como respirar.

¿Escuché bien?

—¿Qué?

—Nada, ya no es importante –negué.

—Gabriel... tú no te puedes... podías estar enamorando de mi... es decir...

—¿Amor? No se si era amor o simplemente me gustabas más de lo común. Tampoco se como demonios empezó a suceder, quiero decir, ¿quién demonios se enamora de alguien que lo trata tan mal? –rió sin ganas.— mi objetivo era que me mostraras tu verdadera tú, tus sentimientos, tus temores... mi objetivo era conocerte y que salieras con un corazón nuevo, no que al conocerte yo saliera enamorado de ti.

—Te gustaba más de lo normal, es eso –afirmé. Él asintió.

—Supongo que eres mi karma por haber sido un cabrón antes –bromeó.— pero he decidido enterrar esos sentimientos antes de que empezaran a ser un problema –me miró.— no puedo exigir más de lo que tú me das. Además de que pronto te irás y yo sólo quedaré siendo un recuerdo en tu memoria.

¿Por qué sus palabras tenían efecto en mi interior?

—Sí, es lo mejor, además de que es demasiado pronto para afirmar que eso era amor, quiero decir, apenas nos conocemos.

Cuando conoces a tu alma gemela no es necesario conocerse –lo miré con el corazón en la boca.— eso llegué a leer en uno de los libros de mi madre. No estoy diciendo que seamos almas gemelas, lo digo porque no necesariamente tienes que durar mucho tiempo con una persona para enamorarte de ella –dijo.— obviamente te va a cautivar de su mejor lado, el lado lindo, porque es lo que más llamará tu atención, la cosa es que te enamores de esa persona cuando la veas enojada, triste... insegura, en su peor momento, pues –me miró, esquivé su mirada.— pero sí, tienes razón, era demasiado pronto para afirmar que me estaba enamorando de ti –asentí.

—Voy a subir a mi habitación, estoy casada –él asintió.

—Buenas noches, Pétalo.

—Buenas noches, Crisantemo.



(...)



Vi salir el sol desde mi ventana. No logré pegar un ojo en toda la noche, todo gracias a los sucesos y confesiones de la noche anterior.

¿Cómo conviviría con Gabriel a partir de ahora sabiendo que tiene sentimientos por mi?

Según él los enterró, pero sabía que no sería tan sencillo para él viéndome diario.

Tenía que irme de aquí antes de que esto se saliera de control.

Voces en la parte de abajo captaron mi atención. Salí de la habitación hasta llegar a la cocina y encontrarme a Gabriel junto a Bruno y Aidan.

—Buenos días, Diosa griega –saludó Bruno.

—Cuñada, ¿qué tal amaneciste? –Gabriel le dio un zape a Aidan.

—Buenos días –saludé. Gabriel puso un plato con comida frente a mi.— gracias, pero no tengo hambre.

—Come, iremos a la playa –comentó Bruno.

—No tengo traje de baño... ni ganas –susurré esto último.

—Ya llegó la luz de este lugar –Madison entró a la cocina.— oh, buenos días, Persé.

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