Capítulo 16

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Si Perséfone existiera sería como la chica de la foto.






Madison me recogió al rededor de las tres de la tarde, la chica no paraba de parlotear sobre lo bueno que estará el baile. Cosas que honestamente no me interesaban.

Tuve que morderme la lengua para no soltar uno de mis sarcásticos comentarios ya que Gabriel me hizo prometerle que sería buena con la chica. No entendía ni por qué le hacía caso, no es como si Madison fuera a llorar cuando le dijera que no me interesa lo más mínimo si usaba un vestido rojo o azul.

—Háblame de ti, Persé –comentó.— no se mas que vives con Gabriel, no te ofendas, pero me parece extraño que no te hayamos visto antes y de pronto ya vivas con él –suspiré.

"Se amable, no saltes con una de las tuyas." Me ordené a mi misma.

—Tuve problemas donde me estaba quedando así que Gabriel me ofreció su casa mientras tanto –murmuré.

—¿Estás aquí de vacaciones?–asentí.— ¿dónde vives?

—En Grecia –me miró sorprendida.

—¿Chica, por qué demonios vienes a vacacionar a este agujero cuando eres de Europa? Yo que tú me iría a un lugar exótico como las Bahamas o Dubai –reí.

—Aquí... es tranquilo, no es tan malo –mentí. Ella suspiró.

—¿Y viniste sola? –asentí.— bien, hemos llegado, nena.

Se detuvo frente a la boutique de mi tía Elisa.

Maldición, maldición, maldición.

—¿No hay otro lugar dónde podríamos conseguir los vestidos? –traté de sonar normal.

—Si quieres conseguir vestidos feos y mediocres sí, los vestidos de aquí son los mejores de toda la ciudad, no tienes idea de lo preciosos que son, ¿y la dueña? Un amor.

Sí, se que lo es.

Madison salió del auto antes de que pudiera refutar. Bien, me tendría que enfrentar a la versión vampiresa de mi papá.

Al entrar a la tienda mi nariz fue inundada por el delicioso olor a coco que mi tía rociaba por todas partes. Mis ojos repasaron por el lugar, tenía mucho tiempo sin venir aquí y siendo sincera esta tienda no tenía nada que envidiarle a las boutiques que solía visitar en París cuando iba de compras con mis amigas.

El lugar era tan elegante, tan juvenil, tan fresco... tan mi tía.

—Bienvenidas –nos saludó una muchacha con una amable sonrisa.— ¿les puedo ayudar en algo?

—Sí, estamos buscando vestidos para el baile de mañana, ¿nos puede ayudar con unos vestidos que nos favorezcan? Por favor –habló Madison.

—Por supuesto, acompáñenme.

Seguimos a la chica y recorrí el lugar con la mirada, milagrosamente mi tía no estaba ahí. O al menos no por el momento, pero esperaba que fuera la primera opción.

La vendedora empezó con Madison, yo me senté en un precioso sofá color turquesa mientras me tomaba una taza de té con unas deliciosas galletas mantequilla.

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