Capítulo 51

1.1K 153 18
                                    

Dudando de si lo que veían mis ojos era real, cerré los ojos con fuerza, cuando los abrí la figura de Hades había desaparecido, sin embargo el aroma a vainilla y arándanos seguía fuertemente presente.

—Que raro –comentó Gabriel cerrando la puerta.— juré escuchar a alguien.

Quise decir algo, pero enmudecí al percibir como el ambiente se iba tornando cada vez más pesado y extremadamente frío. Las ventanas se cerraron de golpe haciendo que ambos nos sobresaltáramos.

—¿Qué demonios...? –la voz de Gabriel se vio callada por el sonido de las lámparas caer al suelo, llenando todo de vidrios rotos.

El interior de la casa parecía haber sido consumido por la oscuridad, aquella oscuridad no era normal, ni siquiera se notaba la luz del día por la rendija de la puerta principal, era como si nos prácticamente la oscuridad nos hubiera tragado, estábamos entre las sombras.

Agarré de la mano a mi humano con miedo a que Hades intentara algo en su contra, lo protegería a toda costa, no dejaría que ese demonio le hiciera daño a mi Crisantemo.

—¿Qué está pasando, Pétalo? –a pesar de que no lo vía, noté que su voz no se escuchaba asustado, sino confundido. Bien, eso era bueno... supongo.

—Es...

—¿Mamá? –soltó mi mano.

Joder, no. Maldita sea.

—¡No es real! –busqué su mano, pero no la encontré. Automáticamente la desesperación se apoderó de mi.— ¡Gabriel, maldición vuelve aquí!

—Te extrañé tanto...–sollozó.

—¡GABRIEL! –caminé en círculos en su búsqueda con las manos temblando.

Mi mayor temor era que cayera en las garras de Hades, me sentía impotente al no poder hacer nada.

Me obligué a mi misma a calmarme, teniendo los pelos de punta no lograría nada y debía pensar con la cabeza fría para poder sacar con vida a Gabriel de aquí. Aquello no fue un trabajo fácil.

Estiré las manos percibiendo como de alguna manera podía sentir la oscuridad, como... como si fuera un velo. La agarré entre mis manos haciéndola un puño y dándole un estirón, mi corazón latió aceleradamente cuando del otro lado también estiraron, y fue tan fuerte que casi caigo al piso.

No me rendí y lo jalé con más fuerza, aquello se sentía tan frío en mis manos que empezaba a quemar, algo empezó a escurrir entre mis dedos y temí porque eso me hiciera soltar el "velo". Apreté los dientes y me aferré jalándolo lo más que pude hasta que sentí que mis manos comenzaban a escocer.

De pronto la tierra comenzó a temblar con fuerza, segundos después se escuchó un estruendo y todo lo que alguna vez fue oscuridad absoluta ahora nueva vez estaba iluminado.

No me di cuenta de que tenía los ojos cerrados hasta que los abrí cuando sentí las manos de Gabriel palpando mi rostro, él se veía preocupado y tenía los ojos llorosos.

No lograba escuchar nada de lo que decía, veía sus labios moverse, pero ningún sonido llegó a mis oídos. Bajé la mirada a mis manos y estaban llenas de sangre, al parecer el "velo" fue causante de aquello.

Me di cuenta de que estaba arrodillada en el piso, intenté ponerme de pie, pero mis rodillas parecían estar pegadas al suelo.

De pronto una sensación de desasosiego se apoderó de mi pecho, me sentía sin fuerzas y con ganas de vomitar.

—Eso pasa cuando intentas desafiarme –la voz de Hades hizo que un escalofrío cruzara por mi cuerpo. Mis ojos siguieron su voz y lo encontré al pie de la escalera, mirándonos como si fuéramos un pedazo de nada.

Granate Donde viven las historias. Descúbrelo ahora