Capítulo 64

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Estaba jodido.

Oh si señor, estaba completamente jodido.

Viendo a Perséfone tendida sobre mi cama con mi intimidante perro en brazos, me di cuenta de que estaba jodido y las palabras de Eros cayeron como hielo sobre mi piel.

He tenido sexo con muchas mujeres, he visto cientos de cuerpos desnudos, he comido en platos de oro y bebido del más exclusivo vino en copas de la más fina cristalería, tengo sirvientes que morirían por besarme los pies... sin embargo, nada, nada de eso me ha hecho sentir como ella lo hace.

Ver a esa chica con apariencia dulce, relajada e indefensa me provocan un sin fin de sentimientos que, para mi sorpresa, no son sexuales, y, honestamente me alegra de que no lo sean.

Ella no solo era sexo, era divertida, interesante, fuerte, luchadora... ella era mucho más que unas curvas calientes y un par de senos perfectos.

Desde el principio sabía que terminaría sintiendo algo por ella, era inevitable, el lazo haría de las suyas y ayudaría a esa pequeña bruja a hechizarme. Si bien lo que hice en el pasado fue para darle una lección, también lo hice para que los sentimientos tardaran en salir puesto que no sabía cómo reaccionar a aquello, tampoco sabía cómo sería, pero lo que sí sabía era que en algún momento esa bruja me tendría comiendo de su mano, cosa que no me agradaba para nada.

Dentro de mi familia, yo era el único que nació con alma gemela, no fue hasta meses antes de que ella naciera que me enteré de que mi vida daría un giro completamente diferente a cómo estaba acostumbrado, el padre de mi amigo Emre era un tipo de brujo que predecía el futuro y digo "era" porque a pesar de que aún el hombre sigue vivo, apenas habla, es más como una momia viviente. De todas formas, dijo que pronto a mi vida llegaría la otra mitad de mi alma, una joven a la cual mi cuerpo y mi corazón le pertenecerían para siempre, algo que no era normal entre nosotros, pero ella al ser loba tenía lo que se llamaba "mate" que es prácticamente tu otra mitad, la persona que el universo elige para ti, y yo era el mate de ella. Tardé alrededor de cinco minutos riéndome de las palabras de aquel hombre, no podía creer lo que decía, para mi eran babosadas, delirios de un anciano que se encontraba en su lecho de muerte.

Sin embargo, a medida que esa bebé crecía podía percibir todo lo que ella sentía, estaba herida. Cosa que me llenó de curiosidad y vigilé la casa de sus padres unas cuantas veces, y vaya pobres infelices, les llovía sobre mojado, tengo que admitir que podía ayudarlos en sus problemas, sin embargo, no lo hice, ¿para qué? Eran unos desconocidos y no me interesaba lo más mínimo meterme en líos que no eran míos. Tiempo después descubrí muchas cosas con respecto a esa familia y entendí a Artemisa, no obstante, el daño ya estaba hecho y un pequeño monstruo vendría en camino.

Lo curioso es, que lo que Perséfone sintió en el vientre de su madre no fue lo que la hizo mala, su alma era oscura desde un principio, solo que aquello apagó la luz en ella. No se como lo supe, solo se que lo sabía.

Sabía que si ella y yo en algún momento llegábamos a estar juntos, no saldría nada bueno.

Porque yo no era bueno y ella mucho menos.

Según el padre de Emre, en los lobos su alma gemela es alguien que los hace ser mejor persona, el mate es la parte buena que se les fue quitada al nacer y es por eso que al encontrarla práctica y lógicamente se sienten llenos.

¿Se suponía que yo era la luz de esa lobita? Ni de broma, luz era lo menos que yo tenía en mi vida y si ponemos las cosas al revés, ella tampoco sería mi luz.

Ambos éramos oscuridad.

He de admitir que me divertía verla de niña, era la abeja reina y todos querían estar con ella, aparte de ser una niña extremadamente preciosa, era muy inteligente para su edad, siempre lograba que todos hicieran lo que ella quisiera y, cuando no era así, ella sabía cómo ingeniárselas.

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