Capítulo 48

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Las declaraciones de Layla me tenían desconcertada de la misma forma que el universo me tenía sorprendida. Realmente Hades tuvo dos hermanos llamados Poseidón y Zeus al igual que el de la mitología, ¿tuvo también hermanas? Rayos, olvidé preguntarle a Layla, lo haría luego.

Aunque... ¿y si le preguntaba a Hades? Lo más probable era que me mandara al diablo, pero quien sabe si con un poco de seducción soltara algunas respuestas.

Lo encontré hablando con Yasemín, ¿qué tanto se traían esos dos?

—Señora –ella hizo una reverencia al verme.

—¿Qué quieres? –soltó Hades de golpe. Levanté las cejas.

—Hablar contigo.

—Ya hablamos lo suficiente –me crucé de brazos.

Bien, ya que no lo quiere por las buenas, hagámoslo por las malas.

—¿Por qué me diste su anillo? –señalé a Yasemín.— eres un descarado –su mirada advirtió peligro.

—¿De qué hablas?

—Les daré su espacio –detuve a Yasemín antes de que escapara.

Esto lo teníamos que aclarar aquí y ahora.

Le mostré el anillo en mi mano.— le hiciste ese anillo especialmente a ella para su compromiso, y vienes y me lo das mientras... ¡eres un asco!

—¿Qué? –se veía demasiado confundido.— ¿le dijiste eso? –encaró a la chica que estaba visiblemente nerviosa.

—Es que... ¡yo siempre lo había querido y se lo das a ella! Vives diciendo que ella no es nadie especial y la premias con semejante regalo –levanté las cejas.

Si me hubiera dicho que lo quería, yo gustosa se lo habría dado, lo menos que quería era causar conflictos a la parejitas feliz, aunque... no, sí me gustaba causar conflicto y ver desde lejos el caos que causé.

—Si lo quieres es tuyo –intenté quitarme el anillo, pero nunca salió de mi dedo, no me queda apretado, pero aunque llenara mi dedo de mantequilla sentía que nunca saldría. Miré a Hades en busca de respuestas.

—Perdón –la voz de Yasemín llamó mi atención.— estaba celosa.

—Y no tienes por qué, tú te mereces más que un simple anillo –lo miré divertida.

Sabía sus mañas, estaba haciendo eso para ponerme celosa, pero no lo lograría. Uno, porque para que yo sintiera celos tendría que tener algún sentimiento hacia él, además de que lo único que me gusta de él es lo que tiene entre las piernas. Dos, en caso de que estuviera celosa, no lo demostraría, aquello me parecía demasiado patético, ¿marcar territorio frente a otra mujer? ¡Jamás! Personalmente creía que quien debía demostrar que era intocable por otra mujer era el hombre. Si alguien va a pelear por un hombre, esa no seré yo.

—Al igual que merece a alguien mejor que tú –comenté.— piénsalo, linda, huye tú que puedes hacerlo –le dije a Yasemín para luego alejarme de ellos.

Aquella mujer me hacía darme cuenta que realmente amor era ciego, ella era hermosa e inmortal, y se conformaba siendo la amante de Hades solo para tener un trozo de él... era patético.

Si un hombre no lo va a dar todo por mi que se haga aún lado y le abra paso a alguien que si lo vaya hacer.

Eso de las tradiciones era solo una excusa, si él realmente la amara no le importaría nada para estar con ella, ¿pero qué se podía esperar de Hades? A fin de cuentas era un mujeriego y ella una de muchas que tuvo la suerte de "entrar en su corazón". Aunque no creía realmente que aquello fuera cierto, ¿en qué corazón iba a entrar si Hades no tiene?

Una risa se escapó de mis labios, ¿qué hacía yo hablando de mi "alma gemela" y su amor imposible? No podía evitarlo, aquella situación ameritaba una crítica.

Fui al jardín secreto ya que no sabía a donde ir y aquel lugar era mi favorito.

Cuando llegué, le di cariño a las plantas haciendo que crecieran un poco más y se llenaran de vida. Honestamente necesitaba esto después del día de hoy. A mi lado llegaron Cerbero y Perseo quienes me miraban con atención.

Comencé a danzar a su alrededor hasta que ellos se unieron a mi y empezamos a bailar sin música. Esos animales se habían convertido en mis mejores amigos.

Mi mirada captó un cuervo a lo lejos con la mirada en mi, le saqué el dedo y continué bailando con mis amigos.

—Eso fue una falta de respeto –di un respingo al escuchar su voz.

—Te lo merecías.

—¿Así es como piensas ganarte la libertad? ¿Irrespetándome y siendo insolente frente a mis súbditos?

—¿Así es como te refieres a la mujer que amas? Vaya, no quiero saber como te refieres a mi –me tomó bruscamente por el brazo.

—Yo no amo a nadie...

—¿Me lo dices o me lo preguntas? Eso es obvio –lo empujé.— pero ella cree que sí, al menos esfuérzate un poco.

—Jamás deseé asesinar tanto a alguien hasta que te conocí –entrecerró los ojos en mi dirección.

—Lo mismo digo, honestamente creo que habría sido mejor si me hubieran enlazado con alguno de tus hermanos –su mirada se oscureció.— perdón, ¿toqué un nervio?

—De hecho no, me parece romántico que ambos tengamos algo en común –ladee la cabeza.

—¿Qué?

—Un hermano muerto.

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