Capítulo 58

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PERSÉFONE' S POV:

Hacían dos horas desde que había despertado, no me sentía rara ni nada fuera de lo normal. Tal pareciera que no me dispararon una bala de plata en el corazón.

Aún no comprendía como es que Hades me salvó de eso, mi familia me dijo que él hizo un hechizo muy, muy antiguo de magia negra para poder devolverme a la vida, no pregunté en qué consistió ya que conociendo a Hades y el tipo de magia que él practica, no sería nada bueno.

Quería hablar con mis padres, quería... quería pedirles perdón por todo lo que les había dicho y hecho.

Esos días encerrada, siendo torturada por el padre de Gabriel y los que hace un tiempo consideré mis amigos (bueno, conocidos cercanos)... Fueron un completo infierno, me torturaban, se burlaban de mi, me humillaban...

Pero nunca les di el placer de escucharme sufrir, nunca salió un quejido de mis labios...

Recuerdo despertar encadenada y totalmente desorientada...

Estaba encadenada de pies, manos y cuello con cadenas de plata que hacían que los lugares donde estaban quemaran como si de fuego se tratara. Parpadeé varias veces para enfocar mi mirada en lo que me rodeaba.

Confiaba en que Hades hubiera captado mi olor y supiera que yo estaba aquí, me importaba un comino la regañada que me daría, ahora lo importante era salir de aquí.

Escuché la puerta abrirse seguido de pasos, hasta que tuve frente a mi a Madison, Bruno, Aidan, Tatiana, Gabriel y su padre.

Los primeros tres fueron personas a los que en algún momento llegué a considerar mis amigos, y al penúltimo lo consideraba el amor de mi vida.

Si bien todo lo que sentí por Gabriel fue un hechizo, no niego que aún le tenía cariño, cariño que se fue al caño al verlo junto a los demás, quienes me miraban como si fueran superiores a mi.

—Bien hecho, hijo –el padre de Gabriel felicitó a su hijo, quien no era capaz de mirarme a los ojos, mientras que su progenitor me veía con una asquerosa sonrisa.— ahora solo falta el otro perro que dejaste escapar, luego comenzaremos con el show.

—Es curioso que te expreses así de mi hermano considerando que ese perro es capaz de desgarrarte la garganta en cuestión de segundos –comenté.

—Chicos, denle la bienvenida a nuestra invitada –les dijo a los demás.

Antes de que pudiera decir algo, vertieron plata líquida en mi espalda, me mordí la lengua para no darles el gusto de escucharme gritar. Sentía como si mi cuerpo estuviera envuelto en fuego y mi piel en carne viva, fue inevitable que las lágrimas salieran, más no se escuchó un sonido proveniente de mi.

Sentí como clavaron una daga de plata en mi pierna, haciendo que me cayera al piso retorciéndome del dolor, las cadenas limitaban mi movimiento y cada vez que me movía era un invierno doloroso en mi piel.

—Creo que ya fue suficiente –intervino Gabriel.

—Ay, no me digas que de verdad te enamoraste de la lobita –comentó Aidan jalándome por el pelo desde atrás.

—Mal nacido –dije con dificultad. Me enterró una daga en la otra pierna.

—Deja que nos divirtamos con ella, quiero escuchar como sufre –Tatiana rió y segundos después me dio un puñetazo en el estómago.

—Estamos a punto de encontrar al otro, si queremos llevar el plan a cabo, no la pueden dejar moribunda –continuó diciendo Gabriel.

Vaya, si no me dolieran hasta los pelos de la cabeza, juraría que Gabriel estaba intentando que dejaran de dañarme, imbécil, si después de todo estoy aquí por su culpa.

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