Capítulo 41

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Confundida.

Así me dejó el beso con Hades.

Totalmente confundida.

Lo odiaba y quería hacerlo sentir de la misma manera que él hizo conmigo, sin embargo, no podía ignorar los sentimientos que despertaron en mi después de ese beso.

No podía permitirme sentir otra cosa que no fuera odio y desprecio hacia Hades, el revoltillo de sentimientos en mi pecho es a causa del puto universo, como es mi alma gemela y esa mierda... pero me niego, yo no puedo estar con Hades, no. Mi corazón ya le pertenece a otro, alguien que sí me quiere y me trata como si fuera la flor más preciada de su jardín, alguien que me cuida y me protege, alguien que me ama con todo su corazón.

Mi corazón le pertenecía a Gabriel, no dejaría que el universo me confundiera. Además, ¿todo este lío por un beso? Joder si fue solo a cambio de mis poderes.

Miré al gato durmiendo a mis pies, lo había adoptado. Lo nombré como Perseo porque después de buscar entre tantos nombres, aquel fue que me enamoró ya que combinaba con el mío.

Empezaba a salir el sol y, cansada de estar encerrada en esas cuatro paredes, decidí ver el amanecer desde afuera. Salí del cuarto hasta llegar al jardín... bueno, mejor dicho al cementerio.

Ahora entiendo mejor los comportamientos de esta gente, porque es que nada bueno va a salir de la cabeza de alguien que se despierte y lo primero que vea sean tumbas.

Mi mirada cayó en aquel árbol de granada que crearon mis lágrimas hace un tiempo. Sonaba loco, pero así fue. Era lo único verde en ese lugar, ese pequeño árbol, era lo único que tenía vida dentro de ese jardín lleno de muerte.

Seguramente sus frutos estaban envenenados, ya que como dijo Ibrahim, todo lo que se cosecha en la tierra de ese lugar era tóxico y provocaba la muerte.

Me llenaba de tristeza ver aquel jardín tan seco y sin vida, ahora que tenía mis poderes de huelga podía arreglarlo... quizás, podría devolverlo a la vida.

Me senté en el suelo y acaricié la tierra con mi palma, gran error.

Un doloroso grito salió de mi garganta al sentir la agonía que sufría aquel jardín, había maldad, odio, tristeza, pero sobretodo, desesperación, era como si algo quisiera salir... como si quisiera ser liberado de aquel sufrimiento.

Me fue imposible quitar mi mano de la tierra, era como si estuviera conectada a ella como un imán al metal. Sentía como me robaba la energía, las marcas en mis brazos quemaban y las lágrimas goteaban de mis ojos. Se sentía como si lo que estuviera debajo de la tierra quisiera llevarme con el.

"Eres más fuerte que eso, lucha". Decía la voz dentro de mi cabeza. Era mi loba.

Apreté los dientes y con todas mis fuerzas separé mi mano de la tierra, volviendo a estamparla contra ella haciendo que el suelo empezara a temblar con fuerza.

Segundos después se escuchó una explosión.

Todas las tumbas en frente de mi estallaron como si de bombas se trataran, liberando un polvo negro en el aire.

La tierra dejó de temblar y el polvo se disipó, miré los restos de lo que eran las tumbas y solo quedaban agujeros vacíos.

En ese instante fui consciente del aroma a arándanos y vainilla que me rodeaba. Hades estaba detrás de mi, y probablemente después de esto acabaría totalmente conmigo. Me giré encontrándome con sus ojos, aquella mirada severa que advertía problemas y que no saldría fácilmente del lío en que me metí.

Me fijé de que detrás de él había una gran multitud, entre ellos su familia que me miraba con odio absoluto, a excepción de Kerem que me veía con pena. Los demás me observaban como si no podían creer lo que veían.

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