Capítulo 27

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Por lo que restó del día me quedé hecha un ovillo en una esquina del cuarto, hasta que reuní fuerzas y me levanté en dirección a la puerta. Para mi sorpresa esta no traía pestillo y antes de que me atraparan en medio de mi fuga, salí de la habitación.

El pasillo estaba en silencio total, me sentía pequeña ante las enormes paredes de aquel palacio.

No tenía idea de a donde me dirigía, pero seguí caminando.

Este lugar parecía salido de una película de terror, las paredes eran frías y sentía como si estuviera siendo vigilada, llegó un momento en el que sentí varios susurros detrás de mi, pero no encontré nada.

Miraba a mi alrededor vigilando por si alguien me encontraba, lo último que quería era que creyeran que estaba intentando escapar y me metan al calabozo de nuevo, no obstante, aunque no intentaba escapar en este momento, estaba ubicando las salidas por las que podría hacerlo una vez lograra quitarme los putos símbolos de los brazos.

—¿Cómo él sabe que ella no es virgen? –escuché una voz proveniente de una habitación.— pues si no lo es, sabes lo que tenemos que hacer con ella –identifiqué a Dilara como la dueña de aquella voz.

Mi corazón se detuvo cuando me percaté de que estaban hablando de mi. ¿"Él"? ¿Quién es él? ¿Hades? Sin duda alguna se trata de él, ¿de quién más si no? ¿Y como putas ese sujeto sabe que no soy virgen?

Un escalofrío recorrió mi espina dorsal, ¿me habrá vigilado? Dios mío, ¿por cuánto tiempo?

—Dijo que no hiciéramos nada, no quiere que le toquemos ni un cabello –aquel era Kadir, el tío de Hades.— le dije que debemos devolverla a la pureza ya que así lo demandan nuestras costumbres, pero se muestra resistente a mis palabras.

—De ninguna manera puede tener intimidad con aquella mujer impura, ¿y si queda embarazada? No habría prueba de que el niño fuera suyo. Sería una deshora para nuestra familia –bufó.— ni siquiera se que hace esa mujer aquí, habiendo tantas jóvenes bonitas y de buena educación, tu sobrino se fija en una insulsa cualquiera –fruncí el ceño.

"Insulsa cualquiera su hija." Pensé.

—Solo falta que Hades no quiera la unión familiar, eso si sería el colmo en nuestras tradiciones –hubo silencio.— Kadir, dime que...

La vos de Dilara se apagó lentamente.

Mi corazón se detuvo al escuchar pasos acercándose en mi dirección. Corrí rápidamente perdiéndome en el pasillo más cercano para luego cruzando otro y otro hasta que sin querer le pisé la cola a un gato negro, el felino saltó lejos de mi como si llevara al diablo dentro.

Apoyé mi mano en la pared y traté de normalizar mi respiración, un chasquido se escuchó detrás de mi y la pared de piedra empezó a abrirse como si de una puerta se tratara. No dudé en entrar, preferiría cualquier cosa a que me atraparan huyendo.

La puerta de piedra se cerró detrás de mi y me obligué a mi misma a llenarme de valor y atravesar el pasillo oscuro frente a mis ojos. Una emoción llegó a mi pecho cuando un pensamiento se apoderó de mi cabeza creyendo que quizá esta sería la salida de este lugar.

Mis ojos se iluminaron cuando la oscuridad me abrió paso hacia un hermoso jardín, lleno de preciosas flores y... vida. Rápidamente me acerqué a las plantas las toqué con delicadeza. Mis ojos se llenaron de lágrimas cuando su energía embargó mi cuerpo, no sabía lo apagada que estaba hasta que toqué a esas plantas.

Me fijé que habían varias ramas pegadas a la pared que podían servirme de red para escalar. No lo pensé dos veces y apoyé mi pie en la pared aferrando mis manos a las ramas. Era un trabajo dificultoso y a eso añadiéndole el escozor en mi espalda, pero funcionaba, casi estaba llegando a la cima cuando mi pie derecho se resbaló y la rama de la que estaba sostenida se rompió.

Apreté fuertemente los ojos esperando el golpe de la caída, sin embargo nunca llegó.

En lugar de sentir algún hueso roto o la muerte, sentí unos fuertes brazos atraparme con firmeza.

Abrí los ojos lentamente encontrándome con una mirada azulada que me miraba con el entrecejo fruncido.

Jamás había visto unos ojos tan azules.

Sin embargo, aquellos ojos azules se volvieron dorados cuando chocaron con los míos.

Me quejé cuando fui consiente de que sus manos se encontraban en mi espalda haciendo que el dolor fuera más fuerte. Su ceño se frunció aún más y me ayudó a incorporarme.

—¿Qué haces aquí? –su voz me dejó helada. No había emoción alguna ahí, era totalmente vacía.

—No le digas a... los amos, por favor –me mordí el labio.— el señor dijo que me azoraría ciento cincuenta veces si...

—No les digas así –me estremecí.— se llaman Dilara y Kadir, así es como los vas a llamar –dijo firme.

Sentí mis piernas flaquear, y como si él supiera que iba a caer, con rapidez me agarró en sus brazos evitando que diera de bruces contra el suelo.

Esta vez sí fui consciente de su cercanía y sentí el corazón latiendo con fuerza en mi caja torácica. Un aroma a arándanos y vainilla llegó a mis nariz, me encontré a mi misma aspirando con fuerza aquel olor, dándome cuenta de que desprendía de él.

Oh no.

No, no, no, no, no.

"Es él."

Una carcajada nerviosa salió de mi garganta al darme cuenta de quien era ese hombre.

Hades

Tenía al puto rey del infierno frente a mi.

Después de tanto tiempo, la voz de mi loba, Azula, se hizo presente.

Antes de que pudiera decir algo, nos envolvió una espesa niebla haciendo que mis ojos se hicieran cada vez más pesados hasta que no pude vencer al sueño.

Mi doncella –fue lo último que escuché antes de caer en la oscuridad.

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