Capítulo 36

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Hades se fue dejándome sola con aquel pensamiento repitiéndose una y otra vez dentro de mi cabeza. Si él era un lobo, ¿por qué no me lo dijo?

Y si estaba en celo, estaba segura de que él se encontraba fuertemente luchando contra sus instintos, porque un lobo en celo es lo más primitivo, posesivo e impulsivo que existe, llegará un momento en el que su fuerza de voluntad se quiebre y me tome como suya.

Porque aunque él no me desee como mujer, cuando un lobo quiere algo, no hay cosa en el mundo que lo detenga.

Y si ese algo seré yo, tengo que salir lo más pronto de este lugar.

Cansada, me dejé caer en el suelo. Estaba exhausta, me dolía el cuerpo y mi cabeza estaba comenzando a palpitar, desde que llegué aquí, no ha habido un momento en que las tuercas dentro de mi cabeza tengan un descanso, lo único en lo que he pensado es en salir de aquí, huir a un lugar donde el estos locos no me encuentren. Pero se me ha puesto difícil, ahora con Artemisa aquí y mi padre y mis hermanos en garras de Hades, esto ha tomado un giro totalmente diferente... no, diferente no, peor, mejor dicho.

Sus vidas dependían de mi.

Lo peor era que yo no sabía que hacer, ¿qué se supone que haga para que Hades los libere? ¿Enamorarlo? No es tan tonto para caer en ese truco, sabe cuánto lo desprecio y de inmediato descubriría que es todo parte de un plan. ¿Seducirlo? Tampoco, aparte de que sería tragarme mi orgullo, por más en celo que estuviera, eso no me daría privilegios, probablemente solo me usaría cuando quisiera y hasta ahí. ¿Hacerme su amiga? Quizá, si le hablo sobre algunas cosas que deberían mejorar en este lugar me gane su buena voluntad, no es mucho, pero podría servir.

¿Cómo uno se hace amigo de la persona que más odia en el mundo? Lo averiguaré.

Busqué a Artemisa en el área de lavado, pero me dijeron que aún se encontraba lavando los baños, así que me dirigí hacia allá.

Este lugar era gigantesco, misma razón por la que terminé perdiéndome y ahora en lugar de querer encontrar a Artemisa, quería encontrar la salida.

Deambulé como por cinco minutos hasta que me encontré con una puerta, la abrí y en su interior estaba todo oscuro. Sin querer, choqué con lo que aparentaba ser una mesa haciendo que algo cayera al suelo y se rompiera. Tanteé las paredes hasta que encontré una ventana, la abrí iluminando todo el cuarto.

Un grito lleno de terror salió disparado de mi garganta cuando mis ojos vieron lo que tenían en frente.

Frente a mi se encontraban las cabezas cortadas de todos mis amantes.

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