Porfa ténganle paciencia a Perséfone, es y será un poco castrosa, pero es parte fundamental para el desarrollo del personaje. (Aviso porque seguramente ya la odian jsjsjs)
¿La madre de Gabriel estaba muerta?
Pero él me había dicho que sus padres estaban ocupados trabajando fuera... entonces, ¿me mintió?
—¿Cómo te llamas? –preguntó Madison.
—Perséfone –me giré al escuchar la voz de Gabriel.— hola, Madison –dijo al ver a la chica a mi lado. Ella sonrió amable.
—Holis –saludó.— por fin te dejas –él sonrió incómodo.— ¿cómo has estado?
—Bien, ya sabes –me miró.— fue un placer verte, Maddy, pero Perséfone y yo debemos irnos –me tomó por el brazo separándome de la chica.
—Está bien, hasta luego, Perséfone –se despidió con una sonrisa.
Al doblar la esquina me zafé del agarre que Gabriel ejercía en mi brazo.
—¿Qué demonios te pasa? –pregunté molesta.
—Madison habla mucho y suele incomodar, me da miedo que te molestes y la mates –quise reír, pero me contuve.
—No me molesta, me molesta mas esta actitud que estas teniendo, ¿por qué no simplemente disfrutas la noche? –no respondió.— si no lo vas hacer, al menos déjame hacerlo a mi, que bastante mierda han sido mis últimos días –bebí mi vaso de un trago.— ¡a tu salud!
—Has lo que te de la gana, Perséfone –sonreí.
—Es lo que siempre he hecho.
Fue lo último que dije antes de alejarme de él e introducirme en el tumulto de gente bailando en la pista.
Si no le permitía a mis padres decirme que hacer, mucho menos dejaría que lo hiciera un soso humano.
Si Gabriel tenía problemas, que primero los resolviera antes de venir a desquitarlos conmigo.
Empezó a sonar en los altavoces Gimme more de Britney Spears y solo bastó esa canción para que me adueñara de la pista. Me olvidé de las personas que estaba a mi alrededor, me olvidé de Gabriel y su mal humor, me olvidé de mis padres y los problemas en casa.
Lo único que quedó fui yo bailando esa canción como si fuera la reina de la noche.
—Tú si que sabes moverte –escuché una voz a mi lado. Me giré encontrándome con un chico extremadamente guapo.
—¿Quieres bailar? –él sonrió agarrándome de las caderas pegándome a él.
Cambiaron la canción poniendo una música latina en su lugar. No perdí el tiempo y empecé a lucirme frente al desconocido.
—¿Quieres ir a un lugar más privado? –susurró en mi oído. Sonreí para mis adentros.
—Me encantaría –él sonrió contra mi mejilla.
Tomó mi mano llevándome hacia las escaleras de la casa. Al estar arriba abrió una puerta que en su interior tenía una habitación.
Mi sonrisa desapareció al ver quien estaba dentro de ese cuarto.
—¿Qué haces aquí? –él sonrió con malicia.
—Quería verte, ¿acaso no me extrañaste? –bufé.
—¿Qué haces aquí? –repetí.— ¿me seguiste?
—No te emociones, que no eres el centro de mi vida –se acercó a mi.— unas chicas nos invitaron a mi y a William a la fiesta y como somos unos buenos muchachos decidimos cumplir los deseos de las damas –sonrió malicioso.
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Granate
FantasíaIntentaron ocultarla, pero él ya sabe dónde está su doncella. Y no se detendrá hasta tenerla en sus garras. Su unión será como una granada, destrozando a todo aquel que esté a su alrededor, destrozando sus corazones, destrozándose a ellos mismos. La...