Capítulo 53

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—¿Tan malo es? –preguntó.

—No tienes idea –suspiré.

—Bien, uno más en la lista, ¿crees que si lo dejo tuerto sería un buen escarmiento o sugieres algo más fuerte? –sonreí.

Había extrañado a mi hermano.









(...)







—Tenemos a todas las criaturas habidas y por haber buscando a Alessandro y a Artemisa y nadie es capaz de encontrarlos –comentó mi tío Apolo de mal humor.

—Amadeus y Colin están trabajando desde Rusia buscando a alguien que logre localizarlos –comentó mi tía Eliza.— la espera es eterna.

Amadeus era el brujo que crió a mi tío Apolo y mi otro tío (mis padres no se criaron juntos, larga historia), Colin era el hermanastro de mi padre, que al igual que mi tía Elisa, era vampiro.

—Me siento impotente al no poder hacer nada –suspiré.— ¿y si...?

—Ni pienses acercarte a ellos, para estas horas seguramente ya saben todo lo que sucedió y apenas te vean te van a capturar, recuerda que tienes el gen licántropo dentro de ti, eso te hace vulnerable a sus artimañas –intervino mi tío, sonó como mi padre.

Estaba desesperada, el no saber nada de mis padres me tenía con los pelos de punta, en cualquier instante aquellos mal nacidos podrían quitarles la vida, sino es que ya lo hicieron.

Una arriesgada idea llegó a mi cabeza, pero eso era jugar con fuego y algo me decía que yo terminaría calcinada, sin mencionar de que eran muy bajas las probabilidades de que él quisiera ayudarme, no perdía nada con intentarlo, a sabiendas de que él querría algo a cambio de ayudarme (si acepta) aquel sentimiento se sentía prácticamente como intercambiar mi alma con el diablo.

—Voy a salir a caminar, necesito pensar un poco –mi tío me miró con advertencia.— te juro que no voy a salir de Hopefair, voy a ir al lago de las Hadas –el frunció el ceño.

—Esto es raro, percibo sinceridad en ti.

—Ya lo sé, se siente extraño que diga la verdad –comentó Eros.

—Yo hasta creí que la habían intercambiado por otra –continuó mi tía Elisa. Giré los ojos.

—Adiós, yo también los quiero –un jadeo salió de mi tía.

—Bien, eso ya da miedo –dijo ella.— ¡dijo que nos quería! –le dijo a Eros estupefacta.— ¿es la Perséfone original, cierto? –le preguntó a mi tío.

Riendo salí de la sala.

—¡Aprendió a reír! –le escuché decir.

Sí, definitivamente había extrañado a mi familia, y aún faltaban dos integrantes.

Me fui por los caminos menos transitados, no me apetecía cruzarme con la gente que probablemente me miraría con pena o con desprecio; pena por la desaparición de mis padres; desprecio porque aquello es culpa mía.

Suspiré, no sabía cómo haría para contactar con Hades, no es como si supiera su número y lo llamara así sin más, tampoco es como si él tuviera un celular, una vez dijo que a pesar de lo tradicional que era, sabía de la tecnología, pero no le creí, vale, quizás sí sabe de los celulares, pero, ¿sabrá utilizarlos? No es como si el hombre fuera muy joven que digamos.

Jadee ante el cosquilleo que sentí al pisar aquel bosque, hacía tanto tiempo desde la última vez que estaba aquí, nunca me detuve a apreciar la magia tan pura que había aquí. Normalmente venía a esconderme cuando discutía con mis padres y estaba tan ocupada maldiciéndolos que no me fijé en lo magnífico de este lugar.

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