Capítulo 67

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Hoy cumplía una semana desde que Hades, literalmente, me arrastró hasta el infierno.

Me enseñó todo lo que hacía aquí y, siendo honesta, era mucho más entretenido en comparación a lo que se dedicaba a hacer en el palacio. Estando aquí, sus ojos adoptaron un brillo que no había visto antes, la ególatra voz en mi cabeza me decía que yo era la causa de tal brillo, pero para mi era obvio a que se debía a que Hades se sentía en casa.

Los sentimientos que él me transmitía me lo confirmaron.

Es por esa razón que he atrasado nuestros planes. Sí, lo quiero devuelta en el mundo de los vivos, pero luego de ver lo feliz que él es aquí, me sentiría culpable al arrebatarle eso.

Aunque bueno, si todo sale como lo previsto, él podrá volver cada vez que lo desee, como siempre ha sido.

Pero siendo sincera, creo que la que menos se quiere ir de aquí soy yo. Joder, suena descabellado, pero si torturar almas fuera un negocio yo sería la puta ama. Me causaba placer provocarle dolor a todos y cada uno de esos seres que por razones asquerosas se encontraban en ese lugar, Azula me bautizó como la justiciera del infierno y se volvió loca cuando vió a Cerbero con sus tres cabezas por primera vez, yo en cambio, tenía una sonrisa de oreja a oreja. ¡Maldición que imponente y bello se veía! Estaba totalmente fascinada con mi perro infernal.

Hades me presentó con algunas entidades que tenían cargos en el inframundo, sin embargo, no dejaba que yo profundizara la conversación con ellos, alegando de que el infierno no es un buen lugar para hacer amigos, y que ellos solamente eran sus colegas, "nada de reuniones para tomar el té o salida los domingos por la noche". Dijo.

No le di mucha importancia porque tenía razón, nadie que esté en el Tártaro tiene buenas intenciones, ni siquiera él, ni siquiera yo. Y ya tenía bastantes problemas en el mundo de los vivos como para conseguir nuevos en el infierno.

Hades y yo habíamos planeado que mañana por fin iría con mis padres y los demás brujos en busca de ayuda. Estaba siendo egoísta con todo esto de quedarme más tiempo aquí con él, y él lo sabía, pero como Hades era más egoísta que yo, no opinó lo contrario.

—Volveré al amanecer –anunció terminando de vestirse.

Si bien nos estábamos divirtiendo este tiempo juntos, él tenía obligaciones de las que yo no podía ser partícipe. Le pregunté de qué se trataba, pero con la oscura mirada que me dió entendí que si trataba de profundizar más, se pondría de mal humor.

Obviamente preguntaré luego, pero será en un lugar donde pueda esconderme cuando su furia estallase.

—¿Puedo visitar a mis tíos? –le pregunté.

Los he visitado unas cuantas veces en compañía de Hades, me causaba gracia lo celoso que se mostraba mi tío Athan en presencia de él, a pesar de que se trataba del mismísimo Hades. Mi tía Sam, era muy simpática, sin embargo, no distaba mucho del comportamiento de mi tío, solo que ella era más pasivo-agresiva.

Me aburría estando sola en este "castillo", Hades me tenía prohibido salir sola y, pese a que odio que me prohíba cosas, estando aquí le he obedecido en todo, cosa que no me agradaba puesto que siempre he hecho lo que yo quiera, pero, teniendo en cuenta de que estaba en el mismo infierno, no tenía opción. Quizás, en otra época y con menos problemas habría hecho caso omiso a sus advertencias, pero no quiero tentar mi suerte.

Cuando Hades me dejaba sola, me pasaba la mayoría del tiempo practicando magia con los grimorios que él eligió para mi, le cuestioné por qué no tenía la libertad de elegir el que yo quisiera ya que literalmente poseía una biblioteca llena de libros de brujería, Hades me mostró los grimorios que NO debía utilizar ya que se trataba de magia demasiado oscura y poderosa, y temía que si usaba esos libros sumados a mi mi falta de experiencia en la magia negra causaran un caos irremediable en el infierno.

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