Capítulo 4. Confesiones

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-Hija. Fanny, mi amor despierta.

La sacudió levemente para que la joven dejara el sueño. Fanny fue abriendo los ojos poco a poco, incorporándose en la cama. Fernando encendió la luz y se sentó enfrente de ella. Los ojos de la chica estaban hinchados, probablemente de tanto llorar.

- ¿Qué pasa, papá? -preguntó un poco somnolienta, desganada.

-Necesito que hablemos.

- ¿Sobre qué?

-Sobre Ana -dijo Fernando con decisión. La expresión de Fanny cambió y lo miró preocupada-. Yo sé que ustedes eran muy unidas.

-Mira papá -Ella tomó aire -. Yo sé que te duele lo de Ana, pero ¿no crees que sería...?

-No -Fernando la cortó -Necesito respuestas ahora, hija. No sé qué es lo que siento y debo tomar una decisión rápido -dijo, levantándose de la cama con un deje de frustración en la voz. Debía aclarar las cosas. Empezó a dar vueltas alrededor del cuarto.

-Papá...

-Fanny, de verdad. Necesito que me ayudes. Si hay algo en especial que me quieras decir, debes hacerlo -. Se sorprendió al ver que su tono era suplicante. De verdad le dolía. Ella, como él, pareció pensarlo un momento, dudando lo que iba a decir.

-Es que hay algo que tú aún no sabes -exclamó Fanny de golpe. Él dejó de caminar y la volteó a ver.

- ¿Qué es? -preguntó Fernando mientras se le acercaba, ansioso. A Fanny se le llenaron los ojos de lágrimas -. Por favor, dime qué es. Esto me está matando.

-Es que... No sé si deba decírtelo ahora, papá.

-Hija, no me hagas esto. ¿Qué puede ser tan grave como para que no me lo puedas contar?

-Lo que pasa es que... -. Fanny no encontraba las palabras. Dudó más en hablar.

-Estefanía, por favor. Nada puede ser peor en este momento -dijo Fernando bajando la mirada. Fanny se llevó las manos al rostro, exasperada.

-Está bien -respondió sollozando. Fernando se extrañó ante la situación -. Lo que pasa es que... Yo sabía del secreto de Ana. Lo supe desde el principio.

¿Qué? Sólo esa sílaba logró formarse en su cabeza. Fernando alzó la vista, lleno de furia. Abrió demasiado los ojos, con un gesto de molestia. ¿Qué clase de juego era ese?

- ¿Qué tú qué? Primero Ana, ¿y luego tú? No puede ser, Estefanía. No puede ser -dijo aún más decepcionado. Sentía que la ira lo estaba consumiendo otra vez. La tristeza lo embargaba. ¿Cómo era posible que el amor de su vida y su propia hija lo hubieran engañado así?

-Perdóname papá. De verdad perdóname -imploró la chica entre lágrimas. Trató de tomarle las manos, pero él la rechazó, justo como hizo con Ana.

-Dímelo todo, ahora. Y quiero la verdad -exigió tomándola bruscamente por los hombros. La agitó tal vez con demasiada violencia.

- ¡Papá, tranquilízate! Me lastimas -le replicó Fanny, observándolo espantada. Incluso él se paralizó ante su reacción. Se dio cuenta de que la apretaba demasiado fuerte y la soltó.

-Perdón. Pero es que esto no tiene justificación -contestó Fernando con desgano, sintiendo como las fuerzas lo abandonaban. Ya no podía más.

-Papá, yo iba a decírtelo. Cuando ella entró a trabajar, descubrí a Ana hablando con Johnny acerca del Chicago y la amenacé con decirte toda la verdad si no se iba.

-Sí, sí. La noche que ella se fue tú querías hablar conmigo -. Los recuerdos giraban en la cabeza de Fernando. Desde que la conoció, la nota, el momento en que Lucecita...

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