Capítulo 45. La marca en el cuello

2.5K 124 60
                                    

Parte 3
La pelinegra terminó de acortar la distancia entre ellos y lo abrazó, de manera casi impulsiva. Fernando se quedó congelado unos segundos, sin saber si debía corresponder o no. Su cuerpo se tensó, y como si fuera incorrecto lo que estaba haciendo, sentía que tenía la necesidad de alejarse de Alex. Pero no lo hizo, porque en realidad, nadie sabía qué era lo que había pasado entre ellos dos. Sus pensamientos pasaban muy rápido, iban y venían deliberadamente sobre su mente a una velocidad impresionante, y por razones obvias, debía reaccionar de alguna u otra manera. Finalmente, optó por actuar lo más natural posible, y pasó las manos alrededor de su espalda, tratando de no parecer demasiado incómodo.

Los niños estaban detrás de la chica, por lo que Fernando vio con claridad como Alicia y Fanny de inmediato fruncieron el ceño, mientras que Sebas y Nando compartían una mirada elocuente. Era natural, porque ellos conocían a todas sus amistades, y claramente, el hecho de que Alex lo abrazara como si tuvieran años sin verse, les molestaría. El estómago se le revolvió de tan sólo pensar que tenía entre sus brazos, aunque fuera de una manera inocente, a la mujer con la que casi le faltaba a Ana; y además, el hecho de que su esposa estuviera a unos metros lo ponía más nervioso aún.

Dejó de sonar la música, y se separó de Alex con la excusa de aplaudir el número. Ella se colocó de perfil, junto a él, y lo imitó. El escenario no estaba tan alejado de la ubicación de su respectiva fila de gente, por lo que enfocándose de nuevo hacia el frente, pudo distinguir a Ana, quien al parecer no había notado la presencia de "su amiga". Observó cómo volvía a cargar a Dieguito y llamaba a los niños para volver a su lugar. Comenzó a sudar frío.

-¿Cómo has estado? -preguntó la pelinegra, retomando la conversación. Se giró para tenerla de frente, y mirando de reojo a su esposa, cada vez más cerca, trató de esbozar una sonrisa, que terminó como una mueca. Rogaba que su encuentro no se prolongara mucho.

-Eh... Bien, muy bien. ¿Y tú? Te ves... Mejor.

-Sí -Alex sonrió tímidamente -Uno aprende a sobrellevar el dolor.

Fernando recordó su plática aquel día en el bar, y las razones por las cuales la pelinegra estaba allí. En cierta parte, la compadecía, porque él sabía qué era perder a una persona que para ti es tan importante, pero aún le daba vergüenza lo que pasó después de aquella charla.

-¿Papá? -Fanny carraspeó, llamando su atención.

-¿Perdón?

Fernando dio un respingo, algo sobresaltado, y se dio cuenta de que se había perdido en sus cavilaciones, mirando a la nada. Ella seguía con los brazos cruzados, al igual que Alicia. Sintió el ambiente llenándose de tensión, por lo que tomó a Alex suavemente del hombro y la hizo girarse hacia los chicos, a falta de una mejor opción.

-Ah sí. Alex, creo que no te he presentado a mis hijos. Mira, ella es Fanny, Nando, Alicia y Sebastián -La pelinegra les sonrío.

-Pero me habías dicho que tenías ocho.

Fernando estuvo a punto de responder esa pregunta, pero algo lo interrumpió.

-Vaya que es cansado bailar -se escuchó de repente la voz de Guille, entre el ruido que hacía el resto de la gente.

-¿Ya ven? Y luego le dicen a Sebas que no es deporte -le reprochó Ana al gemelo, llegando junto a ellos. En cuanto su esposa y la pelinegra se encontraron de frente, tuvo el impulso de tomar a su familia y salir corriendo como si un tsunami los persiguiera o algo por el estilo. De verdad, la situación lo estaba acabando y en muy poco tiempo. Los niños se colocaron junto a sus hermanos, y todos se movieron hacia el medio de aquella conversación, por lo que Ana se quedó sola junto a él. Nervioso, Fernando quiso esconder el ligero temblor de sus manos abrazando a su ojiverde, atrayéndola hacia sí por la cintura. La castaña sonrió, al parecer de gusto, al ver a Alex. Sintió como un escalofrío le recorría la espalda.

No Te VayasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora