Capítulo 60. Algo está pasando

1.1K 81 147
                                    

Yo les aviso cuando pongan la canción. Si no se escucha, pues... Déjenla así, no es tan importante :v

Por fin era la última semana de enero, y al siguiente sábado, era la boda de Jennifer y Johnny. Ana estaba ocupadísima ayudándolos con los preparativos, mientras que Fernando iba avanzando en la investigación y junto con el detective, comenzaban a indagar el paradero de César.

Aquel día, tenía otra entrevista con Alex, una de las últimas. El pelinegro se hallaba en la oficina, revisando unos papeles con respecto a los activos de la empresa y de las fábricas de esa sede. El trabajo tampoco lo había dejado en paz y ya no se permitía salir tan temprano como antes, por lo que generalmente llegaba muy cansado a la casa.

Se suponía que después de la cita con Alex, iría con Ana y con la tropa a la plaza, más o menos a las siete de la noche, para comprar los vestidos de las niñas y unos últimos detalles para la boda del siguiente fin de semana. Ansiaba poder desestresarse y poder acompañar a su familia en aquella salida; le hacía muchísima falta.

Desde el cumpleaños de Luz, no había podido convivir tanto con ellos, y cuando llegaba a la casa, o llegaba a acostar a la tropa, o ya todos estaban dormidos.

También sabía que Ana se encontraba bastante cansada, entre los ajetreos de la boda y los ensayos de la obra, su pobre esposa no había encontrado un espacio para recrearse. Mientras que dejaba los papeles en el escritorio, Fernando se propuso despejar todos sus compromisos y planear alguna salida al zoológico con los niños, o tal vez a algún parque recreativo, como solían hacer antes. Incluso, podría reservar en el restaurante favorito de Ana, y pasar una velada romántica, para liberar las tensiones de los dos.

Revisó también los informes de cada departamento y le notificó a Beatriz los cambios que se tenían que hacer en cada uno, y que después volviera a pasárselos para hacer el informe general de la empresa, que le serviría para las proyecciones de la siguiente junta directiva con los socios e inversionistas.

Tan sólo de pensar en esa maldita junta, le dolía la cabeza. Se recargó sobre un brazo, suspirando para tratar de relajarse, pero no pudo. La tensión se le acumulaba en los hombros y la cabeza le punzaba de dolor. De repente, su secretaria habló por el interfón.

-¿Señor?

-Dígame, Beatriz.

-Tiene una llamada por la uno. Es la señorita Alejandra Baltazares.

-Pásemela.

Se oyó un ruidito y de inmediato, la voz de Alex pasó al teléfono.

-¿Fernando?

-Hola Alex, ¿qué tal?

-Oye, qué pena que te diga esto, pero... ¿crees que puedas pasar por mí?  Dejé la cartera en mi casa y no traigo ni un centavo para pagar un taxi e ir al café.

-Mmm... Claro, no hay problema. ¿En dónde estás?

Fernando anotó la dirección que ella le dio sobre un papel y se puso de pie.

-Ok, llego allá en diez minutos. Ahora te veo.

Colgó la llamada y cogió el maletín, no sin antes ver de reojo la foto sobre su escritorio. Todo aquello lo hacía por ellos, pero... Lamentablemente, le estaba trayendo otras implicaciones. Sólo deseó terminar con las entrevistas lo más rápido posible, y gracias al cielo, no faltaba mucho tiempo. Un par de citas más y ya. Después de que todo acabara, quedaba en manos de la policía, y adiós a las citas a escondidas. Le diría la verdad a Ana inmediatamente acabaran, porque ya no quería seguir sosteniendo esa mentira, y mucho menos ocultársela. Bastante habían tenido ese mes, y aunque sabía que le traería un problema muy, muy grande, quería creer que podrían superarlo, como tantas veces en el pasado habían resuelto sus problemas.

No Te VayasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora