Capítulo 78. El fin de todo

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Ana se quedó perpleja. Sólo podía pasar de mirar al arreglo, a Fernando, que desprendía furia. De la nada, la invadió un miedo que se podría decir que era irracional, pero que en realidad tenía todo los fundamentos para existir, ya que no sabía de lo que era capaz su marido en ese estado. Sólo una vez lo había visto con esos celos y la discusión no había salido nada bien.

La tropa comenzó a cesar la plática, hasta el punto que se callaron completamente, viendo que sus padres no decían palabra alguna. La habitación se quedó en silencio.

Al ver cómo aumentaba la tensión, Fanny fue la primera en detectar que algo no andaba bien y compartió una mirada elocuente con Nando, que también notaba la incomodidad del ambiente.

-Eh... Bueno... Nosotros vamos allá abajo a... A ver al gatito de la vecina. Ahora venimos -exclamó la mayor, comenzando a reunir a sus hermanitos cerca de la puerta.

-Pero si ni siquiera conocemos a la vecina -replicó Luz, mirando al matrimonio y a sus hermanos mayores con confusión. Fanny la jaló hacia el pasillo.

-Pues ahorita vamos a presentarnos -respondió Nando, llevándose lo más rápido que pudo al resto de la tropa. Cerraron la puerta y los dos se quedaron solos.

-Fernando... Todo esto no es lo que tú crees... -balbuceó Ana apenas, intimidada por la mirada llena de furia que predominaba en su marido. En cualquier momento estallaría.

-¿Ah, no? ¿¡Y me vas a decir que tu instructor te mandó flores sólo por ser una excelente alumna!? -le gritó él, irritado. Sin pensarlo dos veces, y enceguecido por el odio, estrelló el arreglo que llevaba en las manos contra el suelo, haciendo que Ana se sobresaltara.

-Por favor, cálmate...

-¡NO, NO ME QUIERO CALMAR, NI ME VOY A CALMAR! ¿Me escuchaste? ¡Ya no puedo más, Ana!

-Fernando, por favor. Déjame explicarte todo. Sí, he salido con Michel, pero no va más allá de una inocente amistad, te lo juro.

-¡Que te crea otro idiota, Ana! ¿Una amistad? ¿Qué piensas que soy, un colegial?

-¡No!

-¿Entonces, cuál es tu afán de querer engañarme?

-No es ningún engaño. Sólo hemos salido un par de veces, y de ahí en fuera, nos vemos en las clases, pero no hay nada entre nosotros. Te lo puede decir cualquiera.

-No, la verdad, eso lo dudo mucho, ¿sabes? Al igual que estoy dudando en este momento de todas tus promesas de amor, de ti. Dudo que te hayas ido de mí sólo para no hacerme más daño, porque en ese caso, lo único que me estás causando, es todo lo contrario a tu objetivo. Si te soy realmente sincero, me estás matando con todo esto.

Ella bajó la vista y él la tomó por los hombros, justo como la última vez que discutieron, sólo que ahora había el doble de intensidad y de sentimientos en juego. Le hizo levantar el rostro y los ojos de ambos se llenaron de lágrimas. Fernando no podía más con su sufrimiento, con cada herida abierta, que lo hacía desangrarse lenta y dolorosamente, dejándole un vacío existencial que sólo el amor de Ana lograba curar y llenar; sin embargo, en ese momento, era tanto su enojo y su dolor, ni siquiera eso le parecía suficiente.

-Una vez te expliqué el por qué de mis palabras, la última ocasión en la que tú y yo nos enfrentamos, ¿lo recuerdas? Ahora quiero que seas tú la que me diga el por qué de tus acciones, de tus traiciones, de tu afán por hacerme sufrir -exigió él, arrastrando las palabras con odio.

-Fernando... -Ella alzó una mano para acariciar su mejilla, para que con su contacto se tranquilizara un poco, pero apenas lo tocó, él se retiró y le sujetó la muñeca con fuerza.

No Te VayasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora