Capítulo 74. Decisiones

1.5K 92 116
                                    

Sí, efectivamente estoy muy traumada. Pero si pueden, por favor pónganla, porque creo que queda muy bien con el capítulo. Yo les aviso cuándo.

Ana no respondió de inmediato. La noticia la tenía tan en shock que no escuchó a Fernando la primera vez.

-Ana... Dime, ¿te vas a ir? -preguntó él con más insistencia, sintiendo cómo sus nervios crecían conforme pasaban los segundos. Los rostros de ambos compartían el mismo gesto de preocupación, ella, por no saber qué hacer, y él, por la posible decisión tomada.

-No lo sé, Fernando -se limitó a responder ella, al cabo de un minuto. Su voz era apenas audible y no se atrevía a ver al pelinegro a la cara.

-Pero, es que si te vas... Vamos, esto estaría vacío sin ti.

-Sí, pero.... Es que necesito pensarlo bien; en este momento no puedo darte una respuesta concreta.

-¿Quieres que salga?

Ella se quedó un par de segundos vacilante, pero al final asintió y Fernando obedeció a su petición, dejándola sola y con un mar de sentimientos revueltos que le recorrían el cuerpo a mil por hora.

Cuando creía que por fin había encontrado una luz para sus problemas, nuevamente se veía envuelta en una encrucijada. Desde el punto de vista normal, y debido a su posible resolución anterior, no habría mucho que pensar: debería quedarse con Fernando y listo, caso cerrado. Sin embargo, ahora que había estado llorando, a su mente le llegó a una conclusión; ya bastante daño se habían hecho el uno al otro. ¿No sería mejor dejarlo todo por la paz y comenzar de nuevo, lejos de ellos mismos?

Renunciar a su amor tal vez sería la cosa más difícil que tendría que hacer en la vida, y no sólo por su bien, sino ahora también por el de él. Le pesaba enormemente pensar en que se había equivocado con Alex, justo como Fernando con César. Tal vez no del todo, porque las suposiciones y las malas espinas habían acertado respecto a los malos presentimientos con ellos dos, al final no habían salido como un par de santos. Sin embargo, las situaciones en las que se encontraron ambos, cada quien con su respectivo personaje, le hizo dudar al otro hasta el punto de casi perderlo todo.

Ya era suficiente con todos los sufrimientos, el dolor que habían vivido hasta ese momento, como para no tener la certeza de que se lo volverían a causar mutuamente. Tantos celos, tanto rencor, tanta desconfianza, tantos malentendidos... Todo había sido parte de varios errores que habían cometido en contra del otro, y que casi les costó la vida al momento de recuperarse. Ana ya no quería vivir así: ni causarse más dolor a ella misma, ni a Fernando. No soportaría la idea de lastimarlo como lo hizo, de enojarse nuevamente con él por otro problema más.

Porque sí, efectivamente, lo seguía amando con todas las fuerzas de su alma, y ahora más que nunca, ya que saber que le había hecho tanto daño de una manera injusta, le había terminado de abrir las puertas del corazón. Pero no podía predecir el futuro, y no podía saber de ninguna manera si ellos volverían a tener problemas tan graves como los de ese momento, si en algún momento no muy lejano se separarían de manera definitiva, y de esa manera, se estarían destruyendo sin piedad nuevamente.

¿Qué tal si todo era un círculo vicioso, como se lo había planteado en uno de esos arranques de rencor?

No pienso pasar el resto de mi vida entre peleas y pequeñas reconciliaciones, como si fuera una rutina de diario.

La cabeza le dolía intensamente y se recostó en el piso, tratando de calmarse. Sin querer, las lágrimas de la confusión y la frustración comenzaron a salir, y Ana se tapó la cara con las manos. Hacía una hora, después de haber escuchado la conversación de Alejandra con su marido, se había convencido de que había eliminado todos sus rencores, de que Fernando era inocente, y de que si él la perdonaba por todas las tonterías y los deseos de venganza tan absurdos con los que lo lastimó, volvería a su lado a la primera oportunidad. Pero ahora las cosas cambiaban, y todo se resumía a querer arriesgarse y apostarlo todo, con un futuro incierto, o comenzar de cero, sin la felicidad absoluta, pero con la garantía de no volver a sufrir.

No Te VayasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora