Capítulo 77. Celos

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Ana pudo notar un toque de celos en el tono de él. A pesar de la sonrisa que Fernando esbozaba, por dentro se estaba quemando y pugnaba por saber si ella iba con algún hombre.

-Eh... -pronunció la castaña apenas, dubitativa entre decirle o no. Sin embargo, no tuvo tiempo de agregar nada más, porque unos gritos de discusión que provenían de la sala, los hicieron distraerse de su conversación.

-¡Guille, bájate del sillón! ¡No saltes así!

-¡No me va a pasar nada, Nando!

-¡Guillermo, te vas a...!

La oración no se terminó. Se escuchó un estruendo muy fuerte, y los dos se miraron, alarmados. De inmediato corrieron a la sala y vieron al gemelito tirado, con la frente llena de sangre y llorando desconsoladamente. Ana, por su instinto de madre, fue la primera en acercarse para atenderlo.

-Mi amor, mi amor... Shhh, no pasa nada, corazón -Lo tomó entre sus brazos y le acarició la carita, mientras que el gemelo se quejaba a gritos de dolor -Fernando, hay que llevarlo al hospital.

-¿Cómo pasó esto? -preguntó el pelinegro, observando con preocupación a su hijo, que era arrullado suavemente por su esposa. Los más pequeños también comenzaron a llorar al ver a su hermano con la herida abierta, espantados.

-Es que habíamos estado practicando unos saltos en la escuela, y Guille me apostó a que podía saltar girando de un sillón a otro, pero se tropezó con el brazo del mueble y se pegó con la mesa -explicó Alex, con la voz temblándole.

-Yo se los dije -observó Nando con suficiencia.

-Perdóname, papi -dijo Guille, sin dejar de llorar. Alicia, que había ido por el botiquín en cuanto hubo el primer indicio de sangre, le pasó unas toallas húmedas a Ana y en cuanto ella comenzó a limpiar la herida, el pequeño soltó un alarido de dolor.

-¡Me duele!

-Ya, mi amor. No pasa nada.

Fernando se acercó a observar la herida, mientras que admiraba el rostro de preocupación de la castaña.

-Es profunda. Va a necesitar puntos, tenemos que llevarlo al hospital.

-¿Puntos? -exclamó Guille con espanto.

-No son nada, corazón. Tú tranquilo. Fernando, por favor, ayúdame a cargarlo.

El pelinegro obedeció y cogió a Guille en sus brazos, mientras que Fanny llegaba del cuarto y se llevaba a la tropa. Ana apenas logró tomar su teléfono, el abrigo y las llaves, y salió tras ellos. No se le pasó por la cabeza ver la hora ni ver algún tema relacionado con la cena.

En poco llegaron al hospital, y se llevaron al gemelo para coser la herida.

-¿Guille se va a desangrar? -preguntó Luz, mirando el pasillo por donde había ido su hermano minutos antes. La castaña le acarició la cabeza y negó, procurando mantener la calma. Ver la herida de Guille la había puesto muy nerviosa, pero trataba de no demostrarlo.

-No, mi corazón. Tu hermanito va a estar bien.

-Fanny, ¿por qué no te los llevas a comer algo a la cafetería? Para que estén más tranquilos -sugirió Fernando, viendo el ambiente de tensión que había entre los más pequeños.

-Sí, papá.

La mayor, tratando de disimular su preocupación, fue junto con ayuda de Nando al lugar indicado, y dejaron solos a sus padres en la sala de espera.

-¿No te quieres sentar? -preguntó Fernando, mientras tomaba asiento en una de las bancas y le hacía un espacio junto a él.

-No, no, gracias.

No Te VayasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora