Capítulo 53. Almendras y rosas

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-¡Mamá! No grites, que no nos dejas oír.

-Alicia, tú bien sabes que ver Amor Bravío sin mí es un pecado capital en esta casa. ¿Por qué no me avisaron?

Ana se adentró en el cuarto, donde Fanny, Alicia, Pablo, Edith y Nando veían la novela. Las mujeres estaban sentadas en la cama y los varones en el suelo, con tazones de palomitas y refrescos ubicados en las mesitas de noche. La castaña fue y se sentó junto a la menor, quien se recargó en su hombro apenas la tuvo a un lado.

-Es que ya sabíamos que te ibas a poner así, y pues creo que ustedes dos andan de aniversario, ¿no? -exclamó Fanny, cogiendo un puño de la botana y mirando a Fernando, que yacía en el umbral. Ana ya iba a repelar, cuando la voz de la pantalla los sobresaltó, llamando la atención de todos.

-¡Ay no! Voy a llorar, en serio -mencionó Edith, tapándose la cara con las manos.

-Y yo, es que siento que yo me voy a morir sin Daniel -escucharon que decía Camila, rompiendo en llanto.

-Cómo odio a Miriam -dijo Alicia, con los ojos aguados. Sorbió con la nariz y sintió cómo los brazos de su mamá la rodeaban. Todas las chicas estaban reprimiendo los sollozos. Fernando, después de unos segundos de estar fuera, decidió entrar a formar parte del cuadro. Se sentó junto a su hijo y observó también la pantalla.

-Pero es que también mira a Camila, Dios. Qué excelente actriz es Silvia Navarro -admitió Fanny, limpiándose por fin una lágrima. Ella y Edith se sonaron la nariz con un pañuelo y continuaron viendo la escena.

-Concuerdo -convino Alicia, con la voz entrecortada.

-Ay, es que de todos los capítulos, ¿tuvieron que haber escogido el 131, niñas?

-Ya sabes que tus hijas son masoquistas, mamá -respondió Nando, desde el suelo. Las dos hermanas aventaron un cojín al mismo tiempo, a modo de reproche para su hermano. Él rió y cogió su soda, dándole un sorbo con presunción -La verdad es que a mí no me gustan mucho las novelas, pero ésta es muy buena, en serio.

-No, no, no. Y luego, todavía la canción que ponen de fondo -Ana soltó a Alicia y se acercó a la orilla de la cama, posando las manos sobre los hombros de Fernando. Él alzó la cabeza y le sonrió, mientras ella se perdía en el televisor -Mi amor, es que a mí me encanta, aunque sea demasiado triste.

-Mil vidas... -se oyó en la pantalla, mientras Camila era "consolada" por su madre gracias a la partida de Daniel.

-Mil soles, mil lunas, mil años te amaré, mi vida -cantaron las cuatro, con voz nostálgica. Ana terminó por acomodarse mejor, acostada boca abajo, y se recargó en el hombro del pelinegro, aún sin perder de vista la escena. Él le acarició la mejilla y pensó en el verso, en la letra de la canción. Sólo una o dos veces había visto Amor Bravío con su esposa y sus hijas, y según él, nunca le había tocado escuchar esa melodía. En verdad era bonita. Hizo una nota mental de pedirle a la ojiverde el nombre, ya que le había gustado mucho; mientras las chicas veían con los sentimientos a flor de piel lo que se desarrollaba a continuación.

-Agh, no puede ser. Me desespera demasiado esta parte -exclamó Fanny, cruzándose de brazos -Es que ¿cómo le dice eso a la pobre de mi Camila? Que entierre su amor, su...

-¡Estefanía! -exclamó Fernando, evitando que su hija completara la oración.

-¡Mamá! -Alex entró por la puerta abierta y todos dirigieron su atención hacia él. Fanny rió ante la mirada asesina de su padre y miró al gemelito -Dice Manuela que si no van a bajar, porque el pan se come mejor recién horneado.

Ana se limpió otra lágrima de la mejilla y le puso pausa a la novela, ante la decepción de todas. Se oyó una expresión de inconformidad por parte de las chicas.

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