Capítulo 24. Primer día

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- ¿Qué se supone que me deba poner? -preguntó Ana, decidiendo entre un vestido amarillo de verano o jeans y una blusa blanca. Hizo un puchero frente al espejo y se volteó para ver a Fanny, quien se había entretenido con su teléfono. Frunció el ceño -¡Estefanía! Hazme caso, por favor.

La chica se sorprendió y de inmediato guardó el celular, apenada. Sonrió nerviosamente.

-Perdón, es que León me estaba invitando a comer. ¿Qué me preguntaste?

-¿Qué debería escoger? -repitió, irritada por la situación. Además de ir mal vestida, también llegaría tarde si no se daba prisa. Fanny vio las dos opciones a través del espejo, reflexionándolo un momento.

-Yo digo que lo más casual y con lo que te sientas más a gusto, de todas maneras te van a dar el vestuario allá, ¿no? Empiezas con dos horas y no creo que quieras salir de allí en vestido. Vas a estar incómoda después de tanto ejercicio -dictó ella finalmente, mientras le quitaba la prenda amarilla y la dejaba sobre la cama. Ana le sonrió agradecida y volteó para coger los tacones.

-Es que sí estoy bien nerviosa. Digo, es un trabajo mega formal y así -admitió Ana, imitando graciosamente a Fanny. Ella le sonrió y volteó los ojos -y pues bien dicen que la primera impresión deja mucho que desear.

Se giró de nuevo ante espejo y colocó frente a sí el atuendo dispuesto, aun indecisa. Por lo que le habían explicado, entraría con profesionales y no quería hacer el ridículo ni mucho menos. Jamás le había importado mucho su imagen, pero esta era una ocasión especial.

-Verás que todo sale bien. Tú bailas súper wow y vas a dejarlos con la boca abierta. Tienes muchísima elasticidad y perfecta capacidad para hacer las cosas, así que no tienes por qué preocuparte -la animó Fanny mientras se ponía detrás de ella y asomaba la cabeza por encima de su hombro. Ella pareció meditarlo por un momento y asintió

-Tienes razón, yo creo que sí me la rifo como bailarina, digo, si me pude subir a un tubo también podré con esto. Gracias nena, por eso te quiero -respondió Ana con una sonrisa. Se separó del espejo y se encaminó hacia la puerta -Bueno, pero de todas maneras se nos va a hacer tarde, así que a lo que te truje mamacita y baja con tus hermanitos a desayunar -la apresuró, aplaudiendo para que fuera más rápido. Fanny soltó una carcajada y la miró antes de salir.

-Tú no cambias los hábitos de nana por nada, ¿verdad? -preguntó simpáticamente.

-Es que ahora tiene otro nombre.

-¿A sí? ¿Y cuál es ese nombre?

-Mamá -respondió Ana con un tono de obviedad. Ambas sonrieron y salieron del cuarto -. Bueno mi niña, me voy a cambiar y los veo allá abajo. Por cierto, ¿no has visto a tu papá? -preguntó, mirando hacia los lados.

-No, para nada. ¿Ya se había levantado cuando saliste del cuarto?

-Sí. De hecho, no estaba allí tampoco. Seguro se fue tempranísimo y ni me di cuenta, con eso de que me tomé un té anoche por la ansiedad, me hubiera podido aplastar un elefante y no siento ni la colita.

-Ay mamá, con ese té te pueden secuestrar y no te das por enterada.

-¡Cállate los ojos, Fanny! Cancela, cancela, cancela -exclamó, chasqueando los dedos cómicamente frente a sí, simulando el escudo.

-Ok, ya no digo más. Sólo apúrate que se nos hace tarde a las dos -le recordó la chica. Señaló al pasillo -Nos alcanzas allá.

Ana asintió y ambas salieron corriendo; ella a su recámara y Fanny a la cocina. Cerró la puerta y rápidamente se quitó la blusa y el pantalón del pijama, quedando en ropa interior. Cogió los jeans y comenzó a ponérselos, estando a punto de abrochar el botón cuando sintió unas cálidas manos en su abdomen y el aliento de alguien contra su cuello. Se estremeció.

No Te VayasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora