Capítulo 93. Los nombres

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Octavo mes.

-Muy bien, nada más quiero confirmar que ya tengamos todo para mañana. Comenzamos con... -Fernando observó la lista que tenía en la mano –Fanny. Hija, ¿terminaste todo lo de la decoración?

-Sí pa –La chica se levantó y sacó su teléfono, mostrándole a todos varias fotos –Esto es lo que se va a montar. Todo está en mi recámara, bien escondido, y los arreglos de globos y carteles los trae León en la mañana.

-Muy bien. ¿Nando?

-Ya tengo la selección de música para toda la tarde; igual, aparté un par de románticas en caso de que te decidieras a bailar con la festejada.

-¡Ay, sí! Como cuando bailaron en su fiesta de compromiso –exclamó Luz, emocionada -¿Se acuerdan?

-Ya estamos a casi dos años de eso –observó Soledad, con una sonrisa –Y pensar que en un mes tenemos el fruto de esa relación torbellino, entre la preciosa nana de estos niños, y su guapísimo patrón.

Las chicas ahogaron un grito de emoción, mientras que sus hermanos se limitaron a sonreír. Fernando trató de ocultar el rubor de sus mejillas, bajando la cabeza, pero sabía que lo que decía su suegra era muy acertado. Ana estaba a un mes de dar a luz a sus hijas, y parecía mentira que ya tenía tres años de conocer a la ojiverde; tres años de haber salido del abismo donde estaba sumido, de devolverle la felicidad y unir nuevamente a su familia. De haber vuelto a amar.

Y aún a pesar de todas las pruebas, de las miles de lágrimas, del dolor y los corazones rotos, ellos dos habían logrado superar todo aquello que amenazó con separarlos. Ahora su esposa estaba a muy poco tiempo de darle el regalo más grande, la mejor recompensa a su amor.

-Precisamente eso es lo que vamos a celebrar mañana –dijo él, aclarándose la garganta –Entonces, vamos a seguir con esto, ¿les parece? Si su mamá nos encuentra aquí, se nos cae la fiesta.

-¿Qué fue lo que bailaron? –preguntó Alicia, ignorando a su papá. Fernando resopló, mientras que sus hijas volvían a la emoción que les provocaban los recuerdos.

-Estoy seguro de que primer bailaron algo de Luis Miguel –contestó Nando, tratando de hacer memoria.

-Amarte... -Sebas también se unió a la conversación, colocándose entre sus hermanas -¡Amarte es un placer! –exclamó, emocionado.

-P-P-Porque su p-p-padre es un r-r-romántico empedernido –agregó Bruno, sonriendo.

-Pero no sólo bailaron eso... -apuntó Manuela, igual tratando de recordar.

-Sí, porque pusieron las famosas clases de salsa en práctica –dijo Alex, con tono de burla.

-Ay... Fanny, tú fuiste quien se las preparó a papá, ¿no?

-Sí, me estoy tratando de acordar, chiquilingo –La chica se llevó una mano a la frente, cerrando los ojos para concentrarse -¡Rayos! Papá, tú sí debes de saber. Si la bailaste bien contento con mamá, traías una sonrisa que bueno...

-¡Dinos, papito! –insistió su hija más pequeña, colgándosele al cuello.

-¡Sí! –corearon los gemelos, igual de entusiasmados -¡Anda, papá!

Todos se unieron a la petición, haciendo un escándalo. Fernando temió que por ello, Ana pudiera escucharlos y descubrir por completo la sorpresa, por lo que no tuvo otra opción más que ceder.

-Dímelo. Así se llama la canción –exclamó por fin, tratando de acallar a la familia.

-¿De Marc Anthony? –preguntó Alicia, emocionada.

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