Capítulo 64. Egoísmo

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-Ay Jenny... No sé ni cómo contestar esa pregunta. Es que yo lo amo tanto, y despedirme de un matrimonio que para mí lo era todo, es muy duro. Pero también me siento tan dañada, tan traicionada... Que ya no puedo permanecer junto a Fernando. ¿Y para qué me va a servir seguir casada con él, si ya no lo quiero a mi lado?

-Pues sí... Pero, bueno, yo te lo digo por experiencia propia. Amando a la persona, es mucho más difícil separarse, Ana.

La castaña suspiró.

-Lo sé, y no te digo que no me duela. Pero sólo de ver a Fernando, me acuerdo de todo esto que pasó, y no me siento capaz de creer de nuevo en él.

-Bueno, es tu decisión -Su amiga la tomó de las manos -Y... ¿piensas decirle a los niños?

Demonios, los niños. Era un tema bastante delicado para ella. No podía creer que se estuviera separando definitivamente de la que era su familia; de ocho personas que para ella lo eran todo y que gracias a la separación, quedarían tan destrozados como ella misma. Ana sabía que de todo aquello, era la parte más difícil de sobrellevar, porque aunque no la perdieran completamente, sí era algo así como volver a quedarse sin madre, ya que la relación no sería la misma de antes. Era casi justo como la primera vez que se fue, pero ahora el lazo afectivo era mucho más estrecho y los llevaba mucho más arraigados dentro de su alma, por lo que le partía el corazón tener que abandonarlos así.

Pero de todas maneras, era mucho mejor separarse de Fernando y llevar una vida mucha más plena, porque estaba segura de que después de aquello, si le daba otra oportunidad, se la viviría con la incertidumbre de que en cualquier momento del día, Fernando podría estar con esa zorra, o con cualquier otra. Ya no podía confiar más en él, no por el momento, y no quería convertirse en una esposa insegura y paranoica, porque sino, estaría destruyendo todo lo que ella era. Además, significaba hacerse más daño estar junto a un hombre que tenía dos caras; una para Ana, y la otra para las demás mujeres. ¿Qué sería de su vida al estar siempre al pendiente de él, amándolo como una loca, mientras que su marido se acostara y la engañara con quien le diera la gana, haciendo promesas de cambio que jamás cumpliría? Su respuesta fue: una completa y total tortura.

Prefería mil veces perderlo ahora, aunque le doliera hasta el alma, que perdonarlo y otorgar una confianza que no se merecía; prefería matarse de dolor para olvidarlo que matarse por el daño que él le causaría, por un amor que no valía la pena. Además, estaba sumamente molesta con él, con todo lo que le había hecho: los engaños, las mentiras... Que de nada lo ayudaban en ese momento con el asunto de su traición, porque siempre había pensado que Fernando jamás llegaría a ser ese tipo de hombre. 

Sin embargo, su odio no ocultaba el dolor de todo aquello, porque Ana lo llevaba en lo más hondo de su corazón, y desengañarse era muy, muy difícil. El proceso se le estaba haciendo muy complicado; tanto por la situación de él, como la de los niños. Pero en conclusión, lo del divorcio era un hecho, y tarde o temprano, tendría que efectuarse y con ello, se separaría de todo para siempre.

-Sí, les tengo que decir. Yo no puedo mantener una farsa de vida sólo por ellos, y a pesar de que los ame demasiado, y de que sé que que les provocaré mucho dolor con esto, no puedo obviar mi felicidad, Jennifer. 

-Bueno, en eso tienes razón. Las cosas así se dieron y no hay de otra más que aguantarse. Y... ¿Cómo te has sentido? 

-Extraña, como si estuviera en un sueño del que no puedo despertar. Todo me parece tan irreal, que me siento como si no fuera yo, como si esta no fuera mi vida. 

No Te VayasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora