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Aquí me presento, soy Míriam, sí con tilde y terminado en m, siempre. Llamadme maniática, pero si no está escrito tal cual, no me gusta. Durante toda mi vida he corregido a todo aquel que no lo pone de esa manera.

Pero bueno, sigo. Tengo dieciséis años, aunque bueno, dentro de no mucho tiempo cumpliré diecisiete.

¿Que qué hago escribiendo esto, presentándome como si estuviera leyéndome gente? Es la mejor idea que me ha ocurrido para al menos sentir que hablo con alguien.

Hace casi dos meses mi familia y yo nos mudamos por el trabajo de papá. Fui la última en enterarme de la noticia, supongo que quisieron ocultármelo todo el tiempo posible, y en cierto modo, lo entiendo.

Seguramente sea la chica más tímida y menos sociable que conozcáis.
No sé hacer eso acercarme a alguien y simplemente hablar, o no sé, preguntarle por el tiempo o cualquier chorrada. Es imposible para mí.
Sin embargo, aquí estoy, sin ninguna opción de volver a lo que era mi vida o hacer algo para que al menos se parezca.

Así que, si has llegado hasta aquí, te presento mi diario, quién sabe, puede que solo sea un escrito aburrido sobre la vida de una típica adolescente en una nueva ciudad, aunque bueno, tampoco soy tan típica.

No he salido nunca de fiesta, ya, ya sé que es un poco raro que con casi diecisiete años no haya probado una gota de alcohol, ni haya dado una calada a un cigarro, pero supongo que siempre he sido reacia a ese tipo de cosas, o que me gusta el hecho de encerrarme en mi habitación a leer, o a ver una de esas películas de amor que me encantan.
Según mis padres, soy una romántica empedernida, a veces hasta dicen que parezco una señora mayor encerrada en un cuerpo de dieciséis años.
Y no puedo negarlo, es cierto.

De un día para otro me han arrebatado lo que antes era mi vida, ¿que no era gran cosa? Lo sé, pero todo eso era mío. El único consuelo es que ya tengo televisión en mi habitación.

Después del verano más aburrido que podéis imaginar, mañana empiezan las clases.
He intentado hacer amigos, prometido, pero no recordaba que fuera tan difícil. Las amigas que tenía antes eran de la infancia, no tenía que esforzarme por caerles bien porque lo hacía sin más. Ahora todo es diferente.
Así que, después de dos meses vagando sola por la calle y sin socializar con nadie, me he dado cuenta de que soy la nueva en el instituto, de que mañana me presentaré allí siendo desconocida para todos. ¿Qué bien, no?

¿Y si no voy? Parezco tonta, ¿cómo no voy a ir a clase? Solo son dos años, tampoco estará tan mal, ¿no? Voy a pasar mucho tiempo con mis compañeros, alguno habrá que se apiade de mí y se acerque a saludarme, porque como tenga que hacerlo yo... me temo que de presentará un año muy largo.

Tengo todo preparado y llevo como media hora sentada en la cama y mirando mi mochila. Es hora de dormir, pero a ver cómo consigo hacerlo con el revoltijo de nervios que tengo en el estómago.

En fin, tendré que ser optimista y pensar que las cosas irán bien, no me queda otra.
Ahora sí, me meto en la cama y me arropo hasta arriba con la sábana, esta ciudad es mucho más fría que la anterior y las noches, aunque estamos en septiembre, ya son frescas.

Mañana es el día clave, pues comienza la que será mi nueva vida, así lo creo.

Me despido por hoy, nos leeremos mucho, de eso estoy segura.

Te quiero sin querer, profesor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora