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Capítulo final

Fede acelera por la ciudad de noche, ahora solo iluminada por las farolas y algún que otro escaparate de tiendas de ropa o electrodomésticos.

— ¿Por qué vas tan rápido? — Pregunto agarrándome a él con fuerza mientras aprieto mis labios por instinto.

— No quiero empezar tu cumpleaños en la moto, pequeña.

— Amor, ¿y no sería mejor empezarlo vivos?

Suelta una carcajada y aminora un poco la velocidad, mirándome de reojo y sin parar de sonreír.
¿Cómo he podido encontrar a alguien tan perfecto? Es feliz a pesar de todo lo que ha pasado, haciendo al mismo tiempo que yo lo sea tanto como él.

— ¿Y dónde se supone que vamos?

— Enseguida lo sabrás, mi princesa impaciente.

Aguardo mientras veo cómo dejamos la ciudad atrás, entrando por un camino más estrecho y mucho menos iluminado. Sé que he estado aquí antes, pero no recuerdo nada de lo que veo, supongo que debido a la oscuridad a la que todavía no me he acostumbrado.

— Hemos llegado, pero tenemos que caminar un poco — Deja la moto aparcada cuando el camino se complica — ¿Recuerdas algo de lo que ves?

— De algo, si... pero muy poco. — Intento observar a mi alrededor.

— No me extraña, la última vez que vinimos tenías los ojos tapados.

— ¡No! — Exclamo cuando supongo donde estamos — ¿Es el sitio al que me trajiste del año pasado?

— Exactamente — Asiente — Aquí empezó una vez nuestra historia y aquí empezará de nuevo, solo espero que esta vez para siempre.

Primero llegamos al puente, donde, después de trescientos sesenta y cinco días, el candado sigue intacto justo donde lo colocamos. Es lo primero que busco, sosteniéndolo sobre mis dedos, frío, prácticamente helado al igual que el clima.

— No lo han quitado... — Susurro sujetando el objeto bien enganchado a los hierros.

— ¿Cómo iban a quitarlo, pequeña? No podrían — Dice, encogiéndose de hombros. No sé si soy yo, pero esta noche veo a Fede radiante, más guapo que nunca.

— Me encanta verte de esta manera — Miro sus ojos, que brillan más que nunca — ¿A qué se debe?

— Simplemente soy feliz al lado de la chica a la que quiero.

— ¿Eres feliz a pesar de todo lo que ha pasado últimamente? Es horrible que te separen del sitio donde quieres estar.

— Desde el primer momento supe que volvería. Me fui, protegiéndote a ti y a mí mismo. Pensé que, después de todo, esto quizá era una locura y podríamos olvidarnos. Pero la primera noche que pasé sin ti supe que todo eso no pasaría, al menos por mi parte. Te echaba de menos cuando tan solo habíamos pasado unas horas separados, ¿cómo iba a olvidarte? — Suelta todo de golpe, como si lo llevara guardado mucho tiempo atrás.

Me doy la vuelta, sus palabras me abruman y me han emocionado, no quiero empezar a llorar otra vez y me apoyo en la barandilla de aquel precioso puente que tanto significa para nosotros.

— ¿Por qué crees que nos hemos enamorado de esta manera, Fede? — Le pregunto con curiosidad

— Pienso que... estábamos destinados a hacerlo. Al conocernos, algo dentro de mí me dijo que eras tú y que no te dejara escapar.

— ¿A pesar de ser tu alumna?

— A pesar de todo, pequeña. — Abraza mi cintura por detrás.

Te quiero sin querer, profesor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora