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Miro el calendario, solo faltan diez días para mi cumpleaños, no me lo creo ¿cuándo y cómo me he hecho tan mayor?

Además, este primer mes del año se me está haciendo terriblemente largo, parece no pasar el tiempo y sé el motivo, una parte de mí me dice que crecer es acercarme cada vez a Fede, que lo nuestro sea un poco más posible.

Recuerdo aquella conversación que tuvimos acerca de eso el sábado pasado.

— ¿Podremos hacer algo por mi cumpleaños? — Le pregunto, estamos sentados en uno de los bancos más escondidos de un parque cercano.

— ¿Es que hay que hacer algo especial ese día? — Bromea, sonriéndome. — No te preocupes, ¿de acuerdo? Todo llegará.

No me dice nada más, pero tampoco lo necesito. Mi confianza es tan plena en él a estas alturas, que no necesito promesas ni nada parecido. Solo dejo que todo llegue.

De hecho, me da igual lo que hagamos, cómo y cuándo, solo sé que es mi día y quiero pasarlo con él, al menos cierta parte.

Entre nosotros las cosas siguen avanzando, a pasos diminutos pero lo hace. Ahora pasamos menos tiempo juntos que antes, solo tenemos las clases en las que podemos vernos y algunos fines de semana en los que me escabullo de casa y nos escapamos unos minutos.

Y así, sin más, van pasando los días.

***

Ese mediodía, tras salir del instituto, coincido con mis padres en la comida, últimamente y después de las vacaciones de navidad, parecen tener más trabajo que nunca, pero por supuesto y a pesar de eso, no se olvidan de mí.

— Solo faltan tres días y no nos has dicho nada, ¿harás algo para tu cumpleaños? — Pregunta papá — Habíamos pensado dejarte el viernes que viene la casa libre por si quieres organizar algo con tus amigos — Hace que me detenga de interrumpirle ante mi cara de sorpresa — Sí, es cierto eso de que te protegemos demasiado y queremos darte una oportunidad.

— ¡Gracias! — Exclamo, mirando a ambos — Pero, ¿por qué no mejor el sábado? El viernes hay clase y es demasiado pronto para avisar a nadie.

— Es tu cumpleaños — Se encoge papá de hombros — Puedes elegir esta vez.

— Eso es, pero lo hemos hablado y... debe ser algo entre amigos — Alza una ceja — ¿De acuerdo?

— Prometido — Digo con una mano en mi corazón.

Tampoco necesito mucho más que a mi grupo de amigos y quizá si se quieren apuntar unos pocos más, no es que tenga demasiada confianza con mucha más gente.

— Oh, por cierto... — Recuerdo algo — El lunes debo ir a la biblioteca por la tarde, ya sé que es mi cumpleaños pero... tengo un trabajo importante que hacer. — Si, ya, estar con Fede ahora es un trabajo.

— Bien — Responde mamá, ¿bien? ¿Eso es todo?

Al final va a ser verdad y el cumplir años va a hacer que todo vaya a mejor. Al menos, eso espero.

***

Quedan días para la fiesta, pero mamá ya va preparando más y más cosas, la cocina ya está repleta de comida, pero para ella nunca es suficiente.

— ¡Mamá! ¿Cuánto piensas que vamos a comer? No somos cincuenta ni nada parecido, ¿eh? Eres un poco exagerada. — Le digo una de las veces en las que voy a coger cualquier cosa y mil bolsas salen disparadas del armario hacia mí.

— Como decía tu abuela, es mejor que sobre a que falte. Así que déjame a mí. — Se mueve rápidamente de un lado a otro — Y coloca todo lo que has tirado.

Pongo los ojos en blanco mientras vuelvo a guardar a presión todo lo del armario, pensando en quien será la próxima víctima a la que le caerá en la cabeza.

La noche anterior a mi cumpleaños me voy a dormir nerviosa, no sé si voy a poder conciliar el sueño, solo pienso en qué pasará mañana. Recibo un WhatsApp una vez que me he metido en la cama.

¿Cuánto tiempo podrás pasar mañana conmigo? — Es Fede.

Si fuera por mí, todo el día. Pero debo comer con mis padres. Toda la tarde la tenemos para nosotros. — Respondo.

De acuerdo pero, ¿estás bien?

Algo nerviosa, pero nada raro en mí. — Admito.

Intentaré que mañana sea un inolvidable día para los dos. Te lo prometo.

Gracias por todo — Me encantaría decírselo a todas horas.

No tienes por qué darlas, pequeña — Responde.

Nos despedimos, mandándonos unos cuántos besos y deseándonos las buenas noches. No recuerdo una noche en la que no haya dormido feliz desde que Fede está en mi vida.

No me creo que solo falten unas horas para mi cumpleaños, la espera se me ha hecho tan larga, que incluso creía que nunca llegaría este día.

No es solo un simple cumpleaños, al menos no para mí... es una tontería pero siento que daré un paso importante en mi vida, me hago mayor y eso significan muchas cosas, y lo mejor de todo es que Fede estará a mi lado para vivirlas conmigo.

Te quiero sin querer, profesor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora