69

608 38 14
                                    

El cumpleaños de Fede es la próxima semana, solo me quedan ocho días para prepararlo todo.
Tengo los billetes del ave y la reserva en el hotel, solo me faltan las dos entradas del partido para ver al equipo preferido de Fede.
Espero que le guste, llevo pensando en todo esto mucho tiempo, mis amigos me han ayudado a elegir hotel. Al final escogí uno muy cerca de la playa, para aprovechar el buen tiempo y poder darnos un baño.

— ¿Dónde compro las entradas?

— En la página web del equipo, déjame — Lucas teclea la dirección y en unos segundos lo tiene — ¿Queréis estar cerca de los jugadores, lejos...?

— Todo lo cerca que podamos — Sigue con los ojos puestos en la pantalla del ordenador y yo lo dejo hacer, ya que es el que entiende, un par de minutos después se vuelve con una sonrisa — Hecho, tienes que recogerlas, si quieres te llevo a por ellas.

— Bien.

Es rara la sensación de subirme en una moto que no sea la de Fede, pero con Lucas las cosas están mejor que nunca, es mi mejor amigo sin duda.

— Gracias por todo — Le doy un pequeño abrazo cuando me deja en casa.

— Le gustará — Me guiña el ojo antes de ponerse el casco, acelerar y alejarse.

Eso espero, que le guste. Después de todo lo que hace por mí... yo no puedo hacer menos por él, se lo merece.

Aunque todo el mes de Julio fue realmente extraño, y Agosto no ha mejorado mucho. A Fede le ocurre algo y estoy completamente segura, pero por alguna razón no quiere compartirlo conmigo.
Yo respeto su decisión, pero no puedo dejar de sentirme mal al verle alicaído. Echo de menos al Fede de antes.

El diecisiete de Agosto a las doce menos un minuto de la noche, estoy en la puerta de Fede, quiero ser la primera en felicitarlo.

Me abre la puerta confuso porque esté ahí a esas horas y sin avisar, se encuentra en el umbral de la puerta, vestido solo con unos pantalones de deporte. Miro mi reloj, paciente.

— ¿Qué haces, pequeña? — Pregunta, frunciendo el ceño.

— Un segundo... — Digo alzando una mano para que espere — Tres, dos, uno...

Me cuelgo en él de un salto, rodeando su cuello con mis brazos y sus caderas con mis piernas.

— ¡Muchas felicidades, amor! — Exclamo, dejándole besos por toda su cara.

— Muchas gracias, princesa — Pero apenas le dejo respirar, ni casi hablar.

— Eh, ¿qué pasa? — Cierra la puerta y me lleva hasta el interior de la casa, es una buena idea ya que estábamos demostrando nuestro amor en plena calle.

— Es tu cumpleaños, tenemos que celebrarlo — Le sonrío, bajándome de él por fin y cogiéndole el brazo para llevarlo arriba — Así que si me lo permites, quiero que nos vayamos a dormir para mañana madrugar y... coger el ave.

Se detiene, sorprendido antes de llegar a su habitación.

— ¿El ave? ¿Dónde vamos? — Me pregunta.

— Me parece que el chico de las sorpresas no lo sabrá hasta mañana. Y no hay nada más que hablar. — Hago con los dedos el gesto de cerrar la cremallera sobre mis labios.

Alza las cejas, divertido, pero no dice nada. Le encanta este juego.

Narra Fede

Aún despierto a pesar de que es tarde, observo a mi pequeña sobre la cama, sonriente, alegre por celebrar mi cumpleaños, desde luego, su perfil se ha convertido en el mejor de los paisajes.

— ¿Sabes lo que más me gusta de ti? — Le susurro.

— ¿El qué?

— Que siempre estás dispuesta a superarte — Rozo con la punta de mi nariz por su cuello, notando su olor — Nunca te das por vencida.

— Si hay algo en lo que nunca podría rendirme es en quererte, Fede — Se empieza a quedar dormida y yo acaricio su pelo para que lo haga.

Unos minutos después escucho su respiración tranquila, ha cerrado los ojos y duerme feliz, tal y como me gusta verla.

¿He tomado la decisión correcta?
Solo quedan once días y he decidido, lo sé, lo que dudo es que si allá donde voy podré estar sin ella.
Lo pensé fríamente y opté por una de las dos opciones.

No sé si me he equivocado.
No sé si me arrepentiré.
No sé lo que haré.
Pero tengo que ser valiente y decírselo a ella. Dejaré que pase mi cumpleaños y lo haré, tengo que hacerlo antes de que sea demasiado tarde.

Solo espero que me entienda... y que algún día pueda perdonarme.

Te quiero sin querer, profesor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora