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¿Cómo puedo decir que no a semejante proposición?
Le dije que sí, claro que sí.
Necesito un tiempo para volver a confiar en él, pero así será mucho más fácil.

El lunes a las ocho de la mañana voy feliz al instituto, pensando en que quizá todo vuelva a ser como antes.
Que volverán las palabras bonitas, los encuentros, los besos, los abrazos... todo lo que tenga que ver con él, con mi Fede. Ha vuelto.

— ¿En serio? — Marta me mira con expresión de asco — ¿Llevas esa cara un Lunes a estas horas? Definitivamente estás loca.

— ¿Por qué? Siento que todo lo bueno viene de nuevo, que se acabó por fin la mala racha. — Alzo la cabeza al cielo para respirar profundamente.

— ¿Y a qué se debe ese cambio? Mejor dicho, ¿a quién? — Creo que sabe la respuesta.

Alzo las cejas, volviendo a sonreír.

— ¿Fede? ¿Estáis juntos otra vez? — Frunce el ceño.

— No, de momento no. Pero... lo estoy pensando — Sonrío radiante.

— Yo creo que ya lo tienes más que pensado... solo hay que verte.

Pues sí, quiero volver a tener a Fede, al hombre del que estoy enamorada.
¿Qué tiene de malo? Sé que apenas me he hecho de rogar, pero cuando sientes que has encontrado a la persona indicada y la has perdido, no quieres que vuelva a pasar.

Llegamos al instituto con tiempo de sobra, estamos en la puerta charlando y esperando a Lucas cuando alguien me toca la espalda, por supuesto creo que es Fede y me vuelvo con una sonrisa de oreja a oreja, pero no, me encuentro con Eric.

— ¿Podemos hablar un momento? — Me pide.

— Está bien... — Observo un segundo a mis amigos — ¿Tiene que ser ahora?

— Mejor en el descanso, te espero donde nos conocimos.

Asiento mientras se aleja, después vuelvo a mis amigos con cara desconcertada, aunque quisiera, no sabría qué decir respecto a él.

Lucas ha llegado y es el turno de burlarse de él, aunque siempre de broma, suena el timbre cuando se baja de la moto, parece que le gusta eso de ir con la hora pegada.

Pero claro, eso significa que también nosotros tenemos que darnos prisa ahora. Despidiéndome de mis amigos salgo corriendo, no sé exactamente qué clase me toca y voy mirando el horario cuando choco con algo duro de repente.

Levanto la cabeza, frotándome la zona de la frente, cuando me encuentro con esos ojos verdes.

— ¡Pequeña! — Sonríe Fede, sorprendido — Mira por dónde vas.

— Perdona, Fede. Iba para clase con prisas, llego tarde...

— ¿Qué haces en este pasillo?

Me doy cuenta de que es el camino hacia el gimnasio, estoy totalmente perdida.

— Lo cierto es que no lo sé... Fede — He estado a punto de pronunciar la palabra amor pero es demasiado pronto, no ha salido involuntariamente de mi boca, como antes hacía.

— Vale, princesa. — Asiente, escondiendo una sonrisa.

Este encuentro se ha parecido al primero que tuvimos, él también lo ha recordado.

— ¡Hasta luego! — Me alejo hacia clase.

— ¡Míriam! — De nuevo su voz me llama la atención, me giro para escucharle — Recuerda que tu Romeo te quiere.

— Creo que lo sé — Le guiño un ojo y, ahora sí, me dirijo a clase.

No imagino cómo hubieran sido los próximos meses de mi vida sin Fede. Él es todo lo que quiero, todo lo que necesito. Si me dejara sola de nuevo, simplemente no sé qué sería de mí.

Te quiero sin querer, profesor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora